El último fin de semana Gildo Insfrán reapareció muy desmejorado para hablarles a los militantes, fue su primera aparición pública tras la “sorpresa” de Javier Milei en las PASO tanto a nivel nacional como, incluso, en estos lares, donde los candidatos del libertario, con boleta completa, lograron imponerse y quedar como la segunda fuerza desplazando a toda la estructura de Juntos por el Cambio.
Se lo vio nervioso y muy molesto. No se sabía bien si hubo algo previo o si, simplemente, entiende, como casi todo el oficialismo, que una derrota en octubre es muy probable. Y ni hablar de si, ni siquiera, llegan con su candidato al balotaje.

Gildo les habló a sus militantes como un padre, como un padre enojado con sus hijos que no hicieron las tareas, que no cumplieron con lo esperado, y les dijo que no bastó la campaña, que hay que salir a hacer lo que saben hacer, para revertir los resultados.
Pero lo cierto es que, esos resultados en una provincia como Formosa que tiene ínfima incidencia en el padrón electoral a nivel país, han sido los esperados, es decir, este bastión peronista que es hoy Formosa, hizo lo propio, acá ganó el que se esperaba que ganara.

Y la bronca de Insfrán se explica ahí, en que, sabe que con su aporte no hace nada. Casi como con lo que ocurre a la hora de considerar lo que aporta la provincia al país. Pero esa es harina de otro costal. Pero otra cosa que lo inquieta al hombre es que tiene que hacer campaña por alguien que lo insultó públicamente, que lo trató de tirano, que dijo que era un feudal y que había que sacarlo de la provincia, Sergio Massa.
El actual ministro de Economía y candidato presidencial hace no menos de 4 o 5 años, para darle ese beneficio del paso del tiempo, cuando estaba en la vereda del frente había hablado entre otras promesas suyas que Insfrán se tendría que ir de la provincia, porque era todo lo malo de la política.

Cuando visitó la provincia lo trató de feudal, de tirano. Hoy, la circunstancias de la vida y las roscas políticas que son como la vida misma, los ponen a ambos en el mismo corral. Como bien dijera el mandatario provincial en su discurso.
Está incómodo el gobernador, es difícil la situación en que la rosca política lo ha puesto. Tener que militar por alguien en quien no cree, y lo peor, convencer a su rebaño de que la oveja que entra no es negra, que es igual a todas ellas, que es bueno. Porque en el fondo no se lo cree.