25 marzo, 2025

El desgarrador testimonio de una joven que estuvo 10 años secuestrada por ISIS y Hamas: “Me obligaron a comer carne de bebés”

Fawzia Amin Sido, una joven yazidí, fue secuestrada por el Estado Islámico (ISIS) a los 11 años de edad y fue sometida a condiciones inhumanas por más de una década.
10 Years Experiences

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Hace dos semanas, una joven yazidí de 21 años fue rescatada de un largo cautiverio en Gaza. Fawzia Amin Sido fue secuestrada en 2014, a sus once años de edad, por el Estado Islámico y luego fue prisionera de Hamas.

El operativo que la liberó de su espeluznante tormento fue una operación conjunta entre Israel, Estados Unidos y varios actores internacionales.

Los yazidíes son una minoría religiosa que vive en su mayoría en Irak y Siria. En 2014 los yihadistas de Estado Islámico tomaron la comunidad de Sinjar, en el norte de Irak, donde masacraron a miles de hombres y esclavizaron a mujeres y niñas. Amin Sido era una de ellas.

La joven, ahora nuevamente con su familia en Irak, fue comprada y vendida por terroristas cinco veces. Fue abusada y violada en reiteradas oportunidades, y a sus 15 años ya tenía dos hijos.

– Fawzia Amin Sido fotografiada cuando era niña, antes de ser secuestrada

Entrevistada por el periódico británico The Sun, Amin Sido detalló los inefables horrores a la que fue sometida. Tras su captura, ella y uno de sus hermanos fueron obligados a participar en una marcha forzada desde Sinjar hasta Tal Afar, en ese momento bajo el control del Estado Islámico. El viaje duró tres o cuatro días, durante los cuales los yazidíes no recibieron comida de sus captores.

Al llegar a Tal Afar, según Fawzia, “Nos dijeron que nos darían comida. Prepararon arroz y nos dieron carne para comer con él. La carne tenía un sabor extraño y algunos de nosotros tuvimos dolores de estómago después.

“Cuando terminamos, nos dijeron que esa era la carne de bebés yazidíes”, dijo.

“Nos mostraron fotos de bebés decapitados y dijeron ‘estos son los niños que comieron ahora’. Una mujer sufrió insuficiencia cardíaca y murió poco después. Las madres de estos bebés también estaban allí. Una madre reconoció a su propio bebé por sus manos”.

– Fawzia fue fotografiada al cuidado de las autoridades iraquíes a principios de este mes después de ser rescatada

Después de Tal Afar, la historia de Fawzia se ajusta más estrechamente a los detalles conocidos de las experiencias de las niñas yazidíes en manos del ISIS. Fue retenida durante nueve meses en una “cárcel” subterránea junto con alrededor de otras 200 mujeres y niños yazidíes. Algunos de los niños retenidos allí murieron por beber agua contaminada, cuenta a Alan Duncan, el periodista británico que la entrevistó. Durante ese tiempo, no tuvo contacto con sus captores yihadistas, excepto que recuerda que, de vez en cuando, venían y se llevaban a las chicas mayores que evidentemente les parecían atractivas de la bóveda.

Después de nueve meses, fue llevada a un edificio que recuerda parecía una escuela. Desde allí, ella y otras cuatro chicas yazidíes fueron compradas por un hombre llamado Abu Mohammed al-Idnani. Las chicas fueron luego convertidas a la fuerza al Islam. Se administraban golpizas a quienes se negaban a obedecer.

Fawzia fue entregada a un hombre que la violó por primera vez cuando tenía 10 años. Recuerda haber sido vendida cinco veces, a “un sirio, un saudí, otro sirio,” y finalmente al combatiente yihadista gazatí que “la casó”. Ella lo conocía por su nombre de guerra, Abu Amar al-Makdisi. “Makdisi” es el término generalmente preferido entre los yihadistas para referirse a un musulmán árabe palestino.

Fawzia parece haber tenido 15 o 16 años cuando se casó con el yihadista gazatí. Como resultado de las violaciones repetidas, ella le dio dos hijos, un niño y una niña.

– El reencuentro con sus familiares tras diez años de torturas

La joven y sus hijos fueron llevados al campo de prisioneros de ISIS. Desde allí, los yihadistas los trasladaron en un escape a la provincia de Idlib controlada por islamistas y apoyada por Turquía. Ella y sus hijos fueron luego llevados a través de un túnel desde Idlib a Turquía. Allí, la red del Estado Islámico le emitió un pasaporte jordano falso, y ella y los niños fueron llevados por la familia de su “esposo” a El Cairo, y luego a Gaza controlada por Hamás.

En Gaza, Fawzia fue mantenida como una especie de esclava doméstica por la familia de su “esposo”. En cierto momento, parece haber sido “casada” con uno de sus hermanos, quien más tarde fue asesinado en los enfrentamientos entre Israel y Hamas.

Fawzia concluye su testimonio en términos simples y claros: “Hasta que regresé a Iraq, fui todo el tiempo una ‘sabaya’, también en Gaza”. “Sabaya” es un término árabe que se refiere a una joven mantenida cautiva y explotada sexualmente.

La acusación de que el Estado Islámico alimentó a los cautivos yazidíes con carne humana se ha hecho antes. Vian Dakhil, una miembro yazidí del parlamento iraquí, fue la primera en revelar detalles de esta práctica por parte del ISIS, en 2017. Dakhil compartió un testimonio que había recopilado similar en detalles al dado por Fawzia Sido. Estos diabólicos detalles fueron revelados en una entrevista concedida al canal egipcio Extra News.

*Con información de The Jerusalem Post

Redacción

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Feministas de ultra izquierda se movilizaron en apoyo al uso del hiyab en escuelas: “Que prohíban la religión católica”

Decenas de estudiantes de Parla (Madrid) llevaron a cabo una manifestación en respuesta a la normativa de varios institutos locales que prohíbe el uso de prendas que cubran la cabeza en el aula, incluyendo el hiyab. La movilización adquirió notoriedad luego de que se viralizara un video en el que los manifestantes dirigían consignas partidarias contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La difusión del material audiovisual generó una fuerte reacción pública y avivó el debate sobre los límites de la protesta y la instrumentalización política del movimiento estudiantil.

En las imágenes difundidas, los estudiantes entonaban cánticos como “Ayuso, escucha, eres una racista”, “Mi hiyab, mi derecho a la educación sin exclusión” y “Prohibir el hiyab es racismo disfrazado de laicismo”, en rechazo a la aplicación de un reglamento que prohíbe cubrir la cabeza en los institutos IES Nicolás Copérnico, IES Narcís Monturiol y IES Humanejos.

Dicha normativa, vigente desde antes de 2017, establece en su artículo 22 del Reglamento de Régimen Interno que “los alumnos no podrán usar prendas de vestir para cubrir completamente la cabeza: gorros, gorras, pasamontañas, pañuelos en el pelo, incluido el hiyab”. La regulación fue aprobada mediante los órganos competentes de los centros educativos, incluyendo el claustro y el consejo escolar, lo que refuerza su carácter democrático y deliberativo.

Pese a que la normativa se estableció de manera institucional, el Sindicato de Estudiantes, organización de extrema izquierda, lideró la convocatoria, calificando la prohibición como una “imposición racista” y un “ataque deliberado contra la comunidad musulmana”. En sus comunicados, el colectivo denunció la medida como una muestra de “discriminación sistémica” y exhortó a una “respuesta masiva en las calles”.

Los manifestantes, además de lanzar insultos, desplegaron pancartas con consignas llamando a la huelga general y a la “acción directa” para frenar lo que consideran una política excluyente. Paralelamente, diversos sectores de la sociedad cuestionaron la pertinencia y la efectividad del enfoque adoptado por los organizadores.

El conflicto se intensificó en el IES Narcís Monturiol, donde el director del centro, Alfonso Sanguino Medina, retuvo a varias estudiantes bajo el argumento de que no contaban con autorización de sus padres para participar en la protesta. Además, según denuncias del Sindicato de Estudiantes, algunos docentes programaron exámenes el mismo día de la manifestación para disuadir la participación de las alumnas.

Lejos de generar consenso, la manifestación recibió críticas desde diversos sectores, incluyendo académicos y colectivos feministas, quienes señalaron que el tono de la protesta distorsionaba el debate sobre la autonomía de los centros educativos y el principio de laicidad. En redes sociales, múltiples usuarios cuestionaron la pertinencia de los ataques dirigidos a Ayuso, argumentando que la medida fue adoptada por los propios institutos y no por el Ejecutivo regional.

Desde la dirección del IES Nicolás Copérnico, se emitió un comunicado aclarando que “ninguna norma es el resultado de la decisión unilateral y arbitraria de ningún miembro del equipo directivo, sino que es el resultado de una decisión colectiva y democrática en los órganos competentes”. También advirtieron sobre la interferencia de agentes externos en asuntos internos del ámbito educativo y rechazaron la convocatoria del Sindicato de Estudiantes a interrumpir las actividades académicas, señalando que las manifestaciones deben enmarcarse dentro de los cauces institucionales de diálogo y deliberación.

Los panfletos difundidos por el Sindicato reflejaron un discurso polarizante, caracterizado por una confrontación abierta con las autoridades educativas y la administración regional. En sus proclamas, el colectivo calificó la prohibición del hiyab como “racismo putrefacto”, acusó a Ayuso de ser “una fascista” y convocó a una “insurrección estudiantil” como respuesta a las políticas educativas del gobierno autonómico.

Asimismo, denunciaron que algunas alumnas fueron “reprimidas” por intentar sumarse a la manifestación, aunque esta versión fue desmentida por la dirección de los centros. La narrativa utilizada por el sindicato, cargada de referencias a la “resistencia contra la represión”, fue expuesta como una estrategia de instrumentalización política del malestar estudiantil.

“QUE PROHÍBAN LA RELIGIÓN CATÓLICA”

La secretaria general del Sindicato, Coral Latorre, pronunció un virulento discurso el pasado miércoles a las puertas de los institutos y sugirió prohibir el catolicismo: “Si tan laicos son, que prohíban la religión católica”.

El clima de protesta no se limitó a Parla. El 23 de febrero, 150.000 personas se movilizaron en Madrid contra las políticas educativas de Ayuso. La marcha fue organizada por la Plataforma Menos Lectivas, el Sindicato de Estudiantes y diversos colectivos combativos, en rechazo a lo que consideran un proceso de privatización de la educación pública en la Comunidad de Madrid.

Desde el gobierno local se reiteró que los centros educativos poseen autonomía para establecer sus reglamentos internos y que la aplicación de la normativa se enmarca dentro de un proceso democrático y deliberativo.

El Ayuntamiento de Parla trató de calmar las aguas hace unos días cuando el lunes se reunió con los directores de los institutos señalados así como con el Sindicato de Estudiantes. Sin embargo, no consiguieron llegar a un acuerdo entre las partes. Entonces, el movimiento estudiantil se reafirmó en su intención de ir a huelga y acusó a los institutos de “menosprecio y criminalización, llegando incluso a culpabilizarlos por pintadas islamófobas que han aparecido en la ciudad”.

Redacción

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