Hace dos semanas, una joven yazidí de 21 años fue rescatada de un largo cautiverio en Gaza. Fawzia Amin Sido fue secuestrada en 2014, a sus once años de edad, por el Estado Islámico y luego fue prisionera de Hamas.
El operativo que la liberó de su espeluznante tormento fue una operación conjunta entre Israel, Estados Unidos y varios actores internacionales.
Los yazidíes son una minoría religiosa que vive en su mayoría en Irak y Siria. En 2014 los yihadistas de Estado Islámico tomaron la comunidad de Sinjar, en el norte de Irak, donde masacraron a miles de hombres y esclavizaron a mujeres y niñas. Amin Sido era una de ellas.
La joven, ahora nuevamente con su familia en Irak, fue comprada y vendida por terroristas cinco veces. Fue abusada y violada en reiteradas oportunidades, y a sus 15 años ya tenía dos hijos.
Entrevistada por el periódico británico The Sun, Amin Sido detalló los inefables horrores a la que fue sometida. Tras su captura, ella y uno de sus hermanos fueron obligados a participar en una marcha forzada desde Sinjar hasta Tal Afar, en ese momento bajo el control del Estado Islámico. El viaje duró tres o cuatro días, durante los cuales los yazidíes no recibieron comida de sus captores.
Al llegar a Tal Afar, según Fawzia, “Nos dijeron que nos darían comida. Prepararon arroz y nos dieron carne para comer con él. La carne tenía un sabor extraño y algunos de nosotros tuvimos dolores de estómago después.
“Cuando terminamos, nos dijeron que esa era la carne de bebés yazidíes”, dijo.
“Nos mostraron fotos de bebés decapitados y dijeron ‘estos son los niños que comieron ahora’. Una mujer sufrió insuficiencia cardíaca y murió poco después. Las madres de estos bebés también estaban allí. Una madre reconoció a su propio bebé por sus manos”.
Después de Tal Afar, la historia de Fawzia se ajusta más estrechamente a los detalles conocidos de las experiencias de las niñas yazidíes en manos del ISIS. Fue retenida durante nueve meses en una “cárcel” subterránea junto con alrededor de otras 200 mujeres y niños yazidíes. Algunos de los niños retenidos allí murieron por beber agua contaminada, cuenta a Alan Duncan, el periodista británico que la entrevistó. Durante ese tiempo, no tuvo contacto con sus captores yihadistas, excepto que recuerda que, de vez en cuando, venían y se llevaban a las chicas mayores que evidentemente les parecían atractivas de la bóveda.
Después de nueve meses, fue llevada a un edificio que recuerda parecía una escuela. Desde allí, ella y otras cuatro chicas yazidíes fueron compradas por un hombre llamado Abu Mohammed al-Idnani. Las chicas fueron luego convertidas a la fuerza al Islam. Se administraban golpizas a quienes se negaban a obedecer.
Fawzia fue entregada a un hombre que la violó por primera vez cuando tenía 10 años. Recuerda haber sido vendida cinco veces, a “un sirio, un saudí, otro sirio,” y finalmente al combatiente yihadista gazatí que “la casó”. Ella lo conocía por su nombre de guerra, Abu Amar al-Makdisi. “Makdisi” es el término generalmente preferido entre los yihadistas para referirse a un musulmán árabe palestino.
Fawzia parece haber tenido 15 o 16 años cuando se casó con el yihadista gazatí. Como resultado de las violaciones repetidas, ella le dio dos hijos, un niño y una niña.
La joven y sus hijos fueron llevados al campo de prisioneros de ISIS. Desde allí, los yihadistas los trasladaron en un escape a la provincia de Idlib controlada por islamistas y apoyada por Turquía. Ella y sus hijos fueron luego llevados a través de un túnel desde Idlib a Turquía. Allí, la red del Estado Islámico le emitió un pasaporte jordano falso, y ella y los niños fueron llevados por la familia de su “esposo” a El Cairo, y luego a Gaza controlada por Hamás.
En Gaza, Fawzia fue mantenida como una especie de esclava doméstica por la familia de su “esposo”. En cierto momento, parece haber sido “casada” con uno de sus hermanos, quien más tarde fue asesinado en los enfrentamientos entre Israel y Hamas.
Fawzia concluye su testimonio en términos simples y claros: “Hasta que regresé a Iraq, fui todo el tiempo una ‘sabaya’, también en Gaza”. “Sabaya” es un término árabe que se refiere a una joven mantenida cautiva y explotada sexualmente.
La acusación de que el Estado Islámico alimentó a los cautivos yazidíes con carne humana se ha hecho antes. Vian Dakhil, una miembro yazidí del parlamento iraquí, fue la primera en revelar detalles de esta práctica por parte del ISIS, en 2017. Dakhil compartió un testimonio que había recopilado similar en detalles al dado por Fawzia Sido. Estos diabólicos detalles fueron revelados en una entrevista concedida al canal egipcio Extra News.
*Con información de The Jerusalem Post
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