En cuestión de horas, todo cambió en la alianza entre el cristinismo y el massismo. No en lo referido al acuerdo entre ambos, que se mantiene con fortaleza, sino en el juego de candidaturas para las elecciones de este año.
Luego de que el indicador de 6,6 por ciento de inflación del mes de febrero, con una alta probabilidad de incrementarse en el mes de marzo y mantenerse en esos niveles durante el resto del año, está muy lejos del 3 al que aspiraba Sergio Massa.



Su momento para aspirar a la Presidencia debería ubicarse razonablemente en 2027 y no en 2023, tal como lo sugirió reiteradamente el ministro desde que empezó a circular su nombre como posible precandidato del Frente de Todos (FdT). El cambio de escenario le cayó como un balde de agua fría en pleno invierno a Axel Kicillof.
Sabido es que el gobernador bonaerense Axel Kicillof sólo está interesado en su reelección y no aspira a ningún otro cargo electivo en el presente. Sin embargo, la decisión de Cristina Fernández de Kirchner de autoexcluirse de competir en cualquier categoría electoral generó un verdadero terremoto en la coalición oficialista.



Hasta apenas unos días atrás, la vicepresidente sostenía esa decisión, y se especulaba con que la reunión de la semana pasada en La Plata, en la que estuvo acompañada de Sergio Massa y el propio Kicillof, había significado una confirmación de que la fórmula presidencial que bendecirá en esta oportunidad sería la del titular de Economía, acompañado por Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del Interior.
Pero a la exposición que sufre Massa, sentado sobre un polvorín al que decidió ponerle el cuerpo, se suma De Pedro, quien genera cada vez más resistencias en el cristinismo e, incluso, dentro de La Cámpora. De este modo, por más que el gobernador Kicillof no tenga interés alguno en competir por la Presidencia, los hechos parecen llevarlo inexorablemente hacia allí. Queda en claro que, mal que le pese, terminará haciendo lo que le indique CFK.



Y la vicepresidente parece a punto de exigir un sacrificio de magnitud: abandonar el objetivo de la reelección, que parece estar al alcance de la mano según todas las encuestas, para afrontar una aventura presidencial lo expone a quedarse con las manos vacías.
Hay 2 factores que resultan determinantes para que esta alternativa cobre cada vez mayor entidad: es el único reconocido por los votantes del cristinismo como “heredero” de “La Jefa”, y que la vicepresidente, en caso de dar marcha atrás y participar de la carrera electoral, tiene una altísima imagen negativa que permite descartar cualquier posibilidad de triunfo en un eventual ballotage.
En estos términos, el “operativo clamor” de La Cámpora ya no estaría orientado a que Cristina asuma una candidatura presidencial, sino a que compita en la provincia, ya sea como candidata a gobernadora o a senadora. Para así conseguir los fueros que podrían resultar indispensables debido a su endeble situación judicial.