El 5 de abril de 2020, en pleno confinamiento estricto impuesto a través de un decreto por el Presidente Alberto Fernández, la mujer de 39 años había salido de su hogar ubicado en Santa Rosa del Conlara, San Luis, para comprar alimentos para sus hijos menores, tarea que estaba permitida según “las reglas” divulgadas y repetidas constantemente en aquellos días. Sin embargo, Florencia fue detenida y llevada a una comisaria donde horas después aparecería ahorcada. En su momento los policías habían argumentado que se suicidó, pero nadie creyó en esa respuesta.
A más dos años del crimen, el Tribunal de Impugnaciones con asiento en Villa Mercedes (San Luis) dio lugar al recurso de apelación presentado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y ordenó ampliar las indagatorias de los cuatro policías procesados por considerarlos coautores del delito de tortura seguida de muerte.
En abril de 2021, cuando se cumplía un año de la muerte de Florencia, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación se presentó como querellante en la causa que iba camino a quedar en la nada y solamente se habían imputado a los cuatro agentes por incumplimiento de los deberes de funcionario público.
En aquel entonces, la secretaría solicitó que los policías fueran imputados por los delitos de: detención ilegal, incomunicación indebida, aplicación de severidades y finalmente homicidio. Un mes después, el Juez hizo lugar al pedido y amplió la imputación de los policías, pero no por el homicidio y sosteniendo que se había tratado de un suicidio. Dicha decisión fue apelada por la Secretaría, que aportó elementos médico-forenses que confirmaban que Morales había sido estrangulada.
El día jueves 5, el Tribunal de Impugnaciones hizo lugar al recurso y ordenó imputar a los dos policías de mayor rango por los “delitos de torturas seguidas de muerte y privación ilegal de la libertad, cometida por funcionario público mediante abuso de sus funciones”.
Se ordenó además abrir una investigación por la conducta del médico forense oficial que actuó en la primera autopsia por presunto encubrimiento agravado, tal como lo había observado y solicitado la Secretaría en varias oportunidades.
Pese a las declaraciones, la familia de Magalí nunca creyó la versión oficial: “Nadie se suicida en una comisaría” sostuvieron todo este tiempo y tras reprochar la pésima investigación del Juez de primera instancia consiguieron que los policías Reynaldo Clavero, Marcos Ontiveros, Victoria Paola Torres y María Argüello sean imputados.
El subcomisario Clavero es quien se cruzó en la esquina de la comisaría a Magalí aquel día, tras una discusión, se volvieron a topar en el interior de la dependencia policial donde queda detenida. A las pocas horas y luego de negar información ante los llamados de su familia, le avisan a la hermana que se había ahorcado en su propia celda.