14 agosto, 2024

El Contrato Social: Entre la seguridad y la libertad

A lo largo de la historia, ponerse de acuerdo entre partes, fue uno de los principales ejercicios para la evolución.
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10 Years Experiences

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*Por Damián Specter

Desde que la humanidad abandonó el nomadismo, las relaciones interpersonales se volvieron más complejas, por lo que poner reglas en común fue vital. Así es que las civilizaciones comenzaron a hacer sus primeros compendios normativos, como el Código de Hammurabi.

En el siglo XVIII, el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau definió lo que hoy conocemos como “Contrato Social”, según el cual todos cedemos una cuota de poder al Estado para que fije las normas (intercambiamos, de esta manera, parte de nuestra libertad a cambio de seguridad).

Su pensamiento político se condesa esencialmente en las obras “Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres” y el “Contrato Social”

La existencia de reglas de juego, claras y aparentemente iguales para todos los miembros de una comunidad, generaron certidumbre a la vez que estimularon el intercambio cultural como el de productos y servicios.

El problema surge cuando comienzan las arbitrariedades de los “creadores” de las reglas. Es aquí donde, bajo el pretexto de “obtener el bien común”, el Estado avanza sobre las libertades y derechos de los ciudadanos.

Donde esto ocurra, cuando la Legislación se sobrepone al Derecho, encontraremos un país subdesarrollado y con claras faltas de libertades. Además, debemos tener en cuenta la incidencia que ha tenido y tiene exponencial progreso de la tecnología, que permitió y permite nuevas formas globales de reingeniería y dominación social.

Como resultado de todo ello, el manejo actual de los Contratos Sociales nos muestra una sociedad inmersa en el nihilismo, buenismo, relativismo, ofendidismo, victimismo y sobre todo en la carencia de sentido común. Y así nos encontramos con un mundo donde las relaciones líquidas, lo inmediato, la queja y la falta de propósito, se convierten en una constante. Un mundo lleno de individuos cada vez más frágiles que se dejan manejar con extrema facilidad, donde la gente obedece los dogmas y mandatos casi con pleitesía.

Un claro y reciente ejemplo de esto fue la forma en que la OMS y los Gobiernos manejaron la pandemia y como la gran mayoría de la población aceptó sin chistar que se les restrinjan derechos y libertades básicas. Otro ejemplo emblemático es el la imposición por parte del sistema del mantra del cambio climático, a partir del cual la sola existencia del Hombre es culpable de que el mundo esté pronto a desaparecer. Sin embargo hasta un chico de 10 años ha estudiado en el colegio que el clima cambiaba antes de que existiese vida en el planeta y que siguió cambiando antes de que surgiesen los primeros homínidos, así como cambiaba antes de que suceda la revolución Industrial.

En este mismo sentido, tampoco nos cuentan que la capa de ozono se está regenerando, o que los autos eléctricos, por sus baterías, van a contaminar más que los autos con las naftas actuales (nota: esto no significa que no debemos hacer foco en cuidar y mejorar nuestro ambiente – que nada tiene que ver con la Alerta Climática).

Es por esto que a los LOBBYS de moda y quienes están detrás de esto, les sirve generar tribus que se sientan especiales y merecedoras de privilegios, que no gozarán el resto de los mortales. En definitiva, los LOBBYS del establishment usan a gente, que en su mayoría, actúa de buena fe. Podríamos decir entonces que entre el Estado y gran parte de la ciudadanía, se genera una especie de síndrome de Estocolmo.

Más allá de lo expuesto, no dejo de ser optimista. Fundamentalmente por dos motivos: el primero es porque el establishment está cada día más obvio, deja rastros, aburre, es grotesco, se cree impune y esto lo expone y queda en evidencia. El segundo. es que las sociedades cuentan con su propio “sistema inmunológico”. El que a pesar de ser atacado constantemente por los patógenos del establishment, siempre termina dando batalla.

Redacción

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Larreta y los Moyano, una trama de basura y mafias

*Por Darío Lopérfido

Según Macri, se descubrió que la licitación que entregaba el negocio del acarreo de vehículos en la Ciudad había sido otorgada a la empresa Ashira -vinculada a la familia Moyano, compañía que también ostenta el negocio de la recolección de residuos en parte de la capital-, se había firmado el 11 de diciembre de 2023, cuando el cambio de Gobierno se había producido el 7.

Lo que siguió fue un video que se volvió viral en el que un camión de basura arroja toda su carga en medio de una calle porteña, a modo de represalia.

En diálogo con Newsweek Argentina, Darío Lopérfido, exsecretario de Cultura argentino y actual coordinador de la Cátedra Vargas Llosa, analizó este episodio que vincula la corrupción, el financiamiento de la política y los “manejos mafiosos”.

“A LAS MAFIAS HAY QUE COMBATIRLAS SIEMPRE”

El análisis de Darío Lopérfido, desde España

Para el intelectual argentino, se trató sin dudas de “un mensaje mafioso” por parte de los Moyano, tal vez los dirigentes más poderosos del mundo sindical. “El video en el que se ve cómo tiran un camión de basura en el medio de la calle y el episodio completo en el que se enmarca eso confirman una vez más qué pasa con las mafias cuando no se las combate. Y no solo cuando no se las combate, sino sobre todo cuando se las beneficia”.

En ese sentido, continuó: “El conflicto que inician los Moyano -tirando basura, creando un problema de salud pública, de olor, un problema enorme-, es una respuesta mafiosa a una decisión que tomó Jorge Macri de cancelar una licitación que había hecho la gestión Larreta. ¿Cómo se explica esto?”. Y responde: “La licitación era por los acarreos de autos, es decir, cuando la grúa se lleva un auto porque está mal estacionado. ¿Y cómo se vincula? Una de las empresas ganadoras había sido una empresa vinculada a los Moyano, que se llama Ashira y que, a su vez, tiene la recolección de residuos en una parte de la Ciudad de Buenos Aires”.

“Esto, a todas luces, muestra un manejo mafioso por parte de los Moyano, porque ahí había un acuerdo para darle ese acarreo a ellos y muestra una presunción muy seria de corrupción de la gestión de Larreta, enfatizó.

De acuerdo a Lopérfido, no sería una práctica novedosa. “Yo lo he dicho en alguna oportunidad: era inexplicable el dinero que gastó Larreta en esa absurda campaña electoral en la que sacó el 6%, si no era gracias a la corrupción. Solo se explica a partir del dinero de los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires, a partir de tener negocios arreglados”, recordó.

Pero volviendo a esta licitación puntual, el exdirector del teatro Colón, agregó: “Allí parecía haber ‘un negocio’, según Jorge Macri (no lo digo yo), porque esa licitación por el acarreo de vehículos se la dejaron firmada cuando él ya era jefe de Gobierno porteño: estaba firmado el 11 de diciembre, cuando él había asumido el 7. O sea, todo indica que se trataba de un compromiso por el cual alguien había cobrado dinero de la corrupción y tenía que firmar eso. Si no, no se entiende semejante disparate”.

Siguiendo esa línea, también subrayó: “El otro tema es que a los Moyano les daban el acarreo de autos por 10 años. Pero no hay licitaciones por 10 años. Las licitaciones son por 4 años. Hay casos excepcionales, como el de la basura, que sí puede ser por 10 años, pero no el acarreo de autos”. Y añadió: “Además, nos enteramos de que el negocio que Larreta les había dado a los Moyano implicaba un dinero de la Ciudad para que la empresa realice un número determinado de acarreos y para que se equipe; pero si en algún momento ese número no se cumplía, la Ciudad le pagaba igual”.

Al darle de baja a esta licitación al menos “sospechosa”, sostuvo Lopérfido, “Jorge Macri explicó que si se implementaba esta licitación el acarreo, que hoy cuesta $25.000 iba a pasar a costar casi $190.000”. “¿Quién iba a pagar un negocio de corrupción de los Moyano con la contraparte del gobierno de Larreta? Lo iban a pagar los ciudadanos”, sintetizó.

“Fue muy buena la decisión de Jorge Macri de cancelar eso. Pero no nos olvidemos de que a las mafias, como los Moyano, hay que combatirlas siempre. Y lo que no hay que hacer jamás es hacer negocios con ellos. No hay que utilizar la corrupción para tenerlos tranquilos, porque la respuesta es esta: perjudicar a todos los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires que tienen que pagar más por esa corrupción”, aseveró el intelectual.

Y expresó: “Duele ver a los vecinos que, de pronto, observan cómo un camión de basura vacía su carga en medio de la calle. Por eso, lo peor que se puede hacer es amparar la corrupción”.

Finalmente, insistió en cuál debe ser el rol de un Gobierno como administrador del Estado. “A la corrupción hay que perseguirla. Y a los Moyano hay que tratar de denunciarlos, hay que tratar de meterlos presos, porque son mafiosos. Si no se hace eso, ya es grave. Pero si encima se hace lo que hizo la administración de Larreta (hacer negocios con ellos) ya la cosa es gravísima. Así muren los países”, señaló.

Y concluyó: “Las mafias pueden corromper a todos los políticos. Y cuando logran corromper a todos los políticos, el país se empieza a manejar por el poder de esas mafias. Esto es lo que ha pasado con los Moyano, y este episodio en el que Jorge Macri cancela dicha licitación lo muestra de manera clarísima”.

*Artículo publicado en Newsweek Argentina

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