Fue una semana productiva para el intendente de La Plata, Julio Garro: el pasado martes logró aprobar en el recinto el presupuesto 2023 (correspondiente a su último año de su segundo mandato) con los votos propios y sin tener que acudir al peronismo.
Juntos por el Cambio (JxC) tuvo que reordenar su rompecabezas político en las últimas semanas, después del desplante que el radicalismo le hizo al alcalde, al dejarlo sin quórum en una de las sesiones ordinarias previas al tratamiento de la pauta de gastos e ingresos para el año próximo.



En el Palacio Municipal, un dirigente que reportó directamente al intendente la aprobación del Presupuesto: “Por suerte la pasamos sin transpirar”. Hacía referencia, claro está, a la sesión propiamente dicha, en la que el cuerpo deliberativo le dio el “ok” al proyecto que contempla 54 mil millones de pesos.
Porque la previa fue para alquilar balcones. Garro selló una especie de tregua con los radicales, que tienen 3 bancas: la del titular del bloque, Diego Rovella, junto a las ediles Verónica Rivas y Manuela Forneris. Faltaron a la sesión de la discordia, supuestamente “disconformes” por la política de “intromisión” del intendente en la interna que el domingo anterior había dejado al funcionario municipal Pablo Nicoletti como nuevo presidente del partido.



Según se rumoreó, el faltazo se habría dado “para levantar el precio”: una especie de marcado de cancha para empezar a allanar el camino rumbo a la definición, el año próximo, de las listas y los candidatos, donde la tregua pasajera de Garro con los “boinas blancas” se terminará por las ambiciones de los socios de la coalición a la hora de buscar lugares expectantes en las listas para el Concejo (renueva 12 escaños) y la cámara de Senadores (la Octava cambia 3 cupos).
Aunque todo está “verde”, en el comando radical dan por descontado de que irán con un precandidato a intendente propio a las primarias, un gesto espejo de lo que podría ocurrir en Nación, donde la Unión Cívica Radical (UCR) está dividida entre los que consensúan con el ala dura de Propuesta Republicana (PRO) y los que marcaron un camino aparte, como el sello Evolución, que comanda el legislador Martín Lousteau.