La semana posterior a la sorpresa de las PASO del domingo pasado fue arrolladora. El mismo lunes a primera hora los argentinos nos desayunamos con una devaluación del 22 por ciento y un incremento del 21 en la tasa de interés en la tasa de plazos fijos, sin anuncio ni explicación oficial de por medio, inmediatamente se replicó en un incremento de alrededor del 25 en las góndolas y un dólar blue que trepó hasta los 800, para quedar en 780 pesos en el cierre del miércoles.
El impacto se multiplicó ante el silencio del oficialismo y la confirmación del abandono de las responsabilidades conferidas por el pueblo a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, 2 “desaparecidos” sin acción desde hace tiempo. Javier Milei emprendió un raid triunfalista, apareciendo por los multimedia a toda hora y asegurando que, si el Gobierno tenía que retirarse antes de tiempo (incluso ya), él estaba en condiciones de asumir la primera magistratura.
Por el lado de JxC la situación no era muy diferente. La noche del domingo había dejado 3 certezas: que el caudal electoral alcanzado ponía fin a los sueños presidenciales de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Mauricio Macri había recuperado la Jefatura porteña y el ex Presidente estaba dispuesto a sacrificar a su candidata para conseguir ser incluido en el alto mando de Milei.
Frente a la sensación de fin de ciclo que imperaba dentro de la militancia del Frente de Todos, la conclusión de la reunión mantenida el lunes entre CFK, Sergio Massa y Eduardo “Wado” De Pedro en el Senado evidenció cierta conformidad con el resultado de las PASO: JxC había salido mutilado, la diferencia obtenida por Milei era exigua, y con algunas decisiones económicas reparadoras apropiadas podría intentarse la remontada, siempre y cuando se consiguiera concientizar a la sociedad sobre las Siete Plagas de Egipto que se descargarían sobre el pueblo argentino en el caso de que el libertario llegara a la Presidencia.
Claro está que la devaluación del lunes (un chantaje del FMI para liberar los fondos prometidos la semana próxima) necesariamente tendría un impacto sobre el capital electoral del oficialismo, e incrementaría el de Milei. Por esa razón había que tomarla inmediatamente y luego apuntar todos los cañones a la campaña.
Este diagnóstico, que quedaba claro para la cúpula de UxP, no era compartido por varios referentes de la coalición, que salían desordenados a pedir la renuncia de Massa a Economía para centrarse exclusivamente en la campaña electoral. Hacía falta que saliera el capitán al campo de batalla. Y así fue, a partir del miércoles por la noche. Tras la aparición del “superministro” en la señal de TN, los melones comenzaron a dar las primeras señales de estar comenzando a acomodarse sobre la marcha.
Ayudó, sin lugar a dudas, la comparación con las intervenciones de los otros 2 invitados precedentes: una Patricia Bullrich cuyo mayor mérito parece consistir en ser “abuela” (porque su precariedad conceptual desespera) y un desquiciado fanático como Javier Milei, acompañado por su candidata a vicepresidente Victoria Villarruel, que pareció encargada de desempeñar un rol de acompañante terapéutica para tratar de ponerle límites a sus afirmaciones apocalípticas, pero que terminó disintiendo con él y demostrando que su salud psíquica es equivalente a la de su candidato a Presidente.
Ante tantas fugas que registra el oficialismo, con intendentes y gobernadores que, por acción u omisión, contribuyeron a la victoria de Javier Milei, una dupla ejecutiva que hace rato que renunció a la responsabilidad que le confirió el pueblo argentino, y varios ultraísmos internos que parecen empecinados en abonar la derrota, Sergio Massa dio garantías de compromiso con la gestión. “No le sacó el culo a la jeringa”, fue la conclusión mayoritaria en la, hasta ahora, desalentada base social de UxP.
Mientras el progresismo se lamenta, se esconde bajo la almohada y consulta a sus terapeutas, el peronismo salió a bancar la parada. La ministra de Trabajo, Kelly Olmos, quien tendrá en su órbita la dura tarea de supervisar las paritarias en un contexto complejísimo, estuvo presente en el acto de la CGE en celebración del Día de la Industria.
En la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof entendió claramente por dónde viene la mano y prometió la construcción de una importantísima cantidad de establecimientos educativos públicos contra reloj. Y este jueves, después de la energizante reaparición del candidato tras las PASO, Andrés “Cuervo” Larroque salió a advertir sobre la catástrofe que implicaría una victoria de Milei y reclamó salir a militar el voto y a encolumnarse sólidamente detrás de la candidatura presidencial de UxP.
Son sólo algunas señales, pero no muy alentadoras. No es sencillo lo que vendrá, pero al menos comienza a dibujarse una luz al final del túnel, que permite abrigar que la Argentina puede tener futuro. Claro está que también las pésimas señales y decisiones que vino adoptando la política republicana pueden convertir esa luz en un tren que se nos viene encima a máxima velocidad.
La reaparición enjundiosa de Sergio Massa invita a albergar expectativas de que la Argentina no terminará de caer en el infierno. Las próximas jugadas resultarán determinantes.