No hubo banderas ni bombos, mucho menos la Marcha Peronista. No se acercaron funcionarios ni legisladores locales del oficialismo y, aún cuando hay líneas internas, ni siquiera se necesitó estar pendientes del protocolo para resolver eventuales disputas por ubicación bien cerca del estrado. Por sobre todo, en la segunda visita que hace este año a Mar del Plata, no hubo apoyo político al presidente Alberto Fernández.
Como nunca antes se había visto aquí con Fernández o cualquier otro jefe del Estado, su presencia al frente de un acto oficial de Gobierno no tuvo más compañía que la de sus colaboradores que viajaron con él desde Casa Rosada: el ministro de Ciencia, Daniel Filmus , y su portavoz, Gabriela Cerruti.
En esta inauguración de la sede del Instituto Nacional de Tecnología de Materiales (INTeMa) se vio quizás el vacío más explícito de tropa propia que se haya visto aquí ante un mandatario nacional. No hubo concejales ni primeras líneas de organismos nacionales locales, mucho menos de líderes de agrupaciones o líneas internas del Partido Justicialista (PJ). Los únicos nombres políticos que lo rodearon habían llegado con él en el helicóptero presidencial.
Autoridades de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) y algunos referentes del sector privado vinculados a la cuestión científica desde sus emprendimientos industriales fueron la mayoritaria y reducida platea en la presentación en sociedad de esta obra de 13.500 metros cuadrados donde se concentra buena parte del poderío científico especializado en ciencias duras.
A la ausencia de dirigencia política partidaria, que tuvo su efecto multiplicador con nulo acompañamiento de militancia, se le sumó un grupo reducido con varios reclamos que se instaló en el acceso al edificio de INTeMa para insultar al Presidente.
Allí coincidieron un sector de docentes universitarios que es minoritario dentro del gremio y reclaman por sueldos, un puñado de representantes del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) que pedía por beneficios y algunos ambientalistas que, megáfono en mano, acusaban a Fernández de “ecocida” por permitir la futura exploración de hidrocarburos frente a las playas marplatenses.
Los que protestaban, que no superaban el medio centenar entre todos, alcanzaron con sus tibios y lejanos gritos para que se dispusieran un cambio de escenario para el acto. Se había programado al aire libre, bajo un sol abrasador tanto para autoridades como la platea con sillas sobre un sector parquizado. Apenas llegó el Presidente se seguro todos adentro, en una sala de no más de 15×15 metros y casi 200 personas entre personal del lugar, invitados y prensa.