Néstor Miguel Bustamante es un nombre conocido en el Puerto de Mar del Plata, pero no por su desempeño frente a la Secretaría de Pesca de Nación o su labor en el Consejo Federal Pesquero, más bien destaca por sus sucios negocios en dichos sitios. Actualmente asesora la Asociación de la Flota Amarilla de Chubut, liderada por otro oscuro empresario Roberto Valle.
En sus primeros años de creación de poder, ofició como abogado de los ‘‘dueños monopólicos’’ del Puerto de La Feliz: Oscar Fortunato, los hermanos Antonio Solimeno y Luis Solimeno, José Moscuzza y Alberto Valastro. Las empresas más ilegales del Mar Argentino son nacionales y marplatenses, los cuales pertenecen al Grupo CEPA. Se trataría de expertos en triangulación de ventas a través de empresas “off shore fantasmas”, las cuales terciarizarían su objeto. Vale recalcar que está prohibido por la ley de sociedades, sin embargo estos evitarían así el costo social de sus trabajadores, precarizados miserablemente en cooperativas o esclavizados en cuevas.
Quien se encarga de que el oscuro negocio se efectivice, además de darle acceso incluso a las cuotas sociales, sería su ex empleado, Miguel Bustamante. Todo esto se realizaría sin controles, en un puerto que tiene una entrada y una salida con la AFIP-ADUANA-SENASA en la puerta, fiscalizadores de capturas de nación y provincia, cantidad de funcionarios que no ven ni controlan nada. Todo estaría arancelado.
El funcionamiento lubricado de toda esta danza de millones corruptos, sirve a sabiendas de un mecanismo que supo engendrar Bustamante. Y para que nadie hable, dejó un legado bastante férreo a su poder, el cual ya en otra nota profundizaremos desde Data 24.
Bustamante los amenazaría privadamente y los mantendría a raya porque dependen de su voluntad para seguir en sus cargos. Nada dicen de los camiones sin trazabilidad, ni publican las toneladas al año que descargan, ni cuantas toneladas de sus empleados cooperativizados les compra empresa mixta, ni la venta de las cargas de los buques en negro en la banquina, ni tampoco publican la renta del filetero, ni cuantas veces cobra garantía horaria, ni el destino exportable de ese mismo elaborado en tierra, etcétera.
En la misma línea, tampoco comparten en las redes sociales sus ingresos ni las imágenes de las cuevas sucias del fileteo en súper negro. Ni una denuncia lleva su nombre. No hablan del blanqueo a través de sus cooperativas. Callan porque son parte. De lo que callan es de lo que cobran como hace 20 años.
“¿Qué paso con las multas millonarias de Carlos Tomada y Noemí Rial a las cooperativas truchas?”, interroga una de las fuentes oficiales a este medio. Y añade: “Uno prefiere solamente denunciar cosas graves, pero mejor no meterse en el mercado del narcotráfico que tanto hay y todos sabemos”. El abogado, hoy integrante de AFAChu, ya no goza de las mieles del poder en el CFP ni la Secretaría de Pesca, pero entendió como seguir gobernando desde las sombras. Al nombrar su apellido en el Puerto de Mar del Plata, muchos poderosos comienzan a secar su transpiración.