Mientras desde el Municipio de General Pueyrredón (MGP) estuvieron ofreciendo entradas para los teatros a los sectores más carenciados, con la idea de poder darle cierto dinamismo a la temporada invernal, varios gremios pudieron beneficiarse de ello sin importar los colores políticos.
En este aglomerado se encontró la Unión de trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA), en su seccional local. El cual no tuvo un comportamiento decente desde el inicio, como toda la oposición local de Mar del Plata.
Pablo Santín, titular de la entidad, gozó de dicho privilegio. A pesar de encontrarse muy relacionado con el kirchnerismo y cierta parte de los hilos sindicalistas más oscuros, como es el caso de su amigo y mentor, Facundo Moyano. A pesar de ello, la Comuna hizo tripa y corazón para no dejarlo de lado al flamante gremialista.
Ahora bien, el líder gastronómico de Mar del Plata no tuvo mejor idea que deshacerse de las entradas que le hicieron llegar desde Juntos, y cambiarlas por unas parecidas con el sello del ente que representa.
Todo para hacerle creer a las familias que componen el gremio, que él mismo se las estaba “obsequiando” (ya que las cobraba a un monto accesible para poder incrementar su caja sindical). Sin ir más lejos, Santín fue protagonista de su presunta malversación, cuando en las afueras del Centro de Arte Radio City Roxy Melany de San Luis al 1750 muchas familias se estaban quedando imposibilitadas de poder ingresar a las obras infantiles con sus chicos.
Las autoridades del espacio recreativo dieron aviso al MGP que no tardó en llamar al referente gastronómico y sentenciarle: “¿Cómo pudiste hacernos semejante ‘hijaputez’?”. El intendente Guillermo Montenegro quedó sumamente enojado, pero no escatimó en darle el ingreso a las familias gastronómicas, pero iniciar un llamado de atención a Santín por su “puenteada”, o más bien llamada “avivada”.
Por lo que el jefe comunal lo dejó todo en manos del director general de Cultura, Christian Rabe, el cual lo insultó por llamada telefónica. Desde la Comuna terminaron arreglando la “piolada” de Santín con una multa de 200 mil pesos por la malversación con las entradas. Amén de propinarle un rosario de insultos por todo lo que realizó y la incomodidad que les hizo pasar a las familias.
Ante todo lo referido, esta no fue más que otra de las avivadas propinadas por el secretario general gastronómico, quién no se cansa de hacerle pasar malos momentos a las familias gastronómicas. ¿No era tan fácil al final gestionar un gremio?