*Por Christian Sanz
¿Quién hubiera imaginado hace 15 años una situación como la vivida esta semana por Cristina Kirchner, desautorizada por un funcionario de menor cuantía como Aníbal Fernández?
Ocurrió en el contexto del Día de la Militancia, a 50 años del regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina. Allí la vicepresidenta habló ante sus siempre fieles acólitos -que cada vez son menos- en una suerte de remake de su propio “regreso”, el cual jamás confirmó.
Como sea, en La Plata Cristina hizo una dura crítica a las fuerzas de seguridad, asegurando que “son una parte de la solución, pero también son una parte del problema si no se subordinan al poder civil”.
Acto seguido, pidió que Gendarmería abandone La Patagonia y custodie al conurbano bonaerense, acaso temiendo incidentes derivados de la situación social que se vive en estas horas en el terruño de Axel Kicillof. Sabiendo que la cuestión, no solo no se resolverá, sino que empeorará en el mediano plazo.
Quien la cruzó de inmediato fue el siempre verborrágico Aníbal: “No comparto lo que dice ella. Nosotros tenemos 2.780.400 kilómetros cuadrados que están pensados. Estas fuerzas, estas cuatro, no son conducidas per se, son conducidas por un civil y ese civil soy yo, entonces lo que dice Cristina no es verdad”.
Más allá de la desautorización de Aníbal, que sorprendió a propios y ajenos, la gran pregunta que quedó flotando en el aire fue: ¿El acto de La Plata fue el formal lanzamiento de Cristina a la presidencia para 2023? Nadie puede responder ese interrogante con certeza aún.
Sin embargo, quienes conocen a la vicepresidenta juran que no tiene ningún interés en postularse para volver a ocupar el sillón de Rivadavia. Ni por asomo. Más aún: aseguran que persistirá en ser senadora por la provincia de Buenos Aires. Por el temita de los fueros, que la mantienen zafando de las garras de la Justicia.
Entonces, ¿para qué hizo aquel acto descomunal en La Plata? Los mismos informantes dicen que se trató de una elocuente muestra de poder ante los amagues de Alberto Fernández de buscar la reelección presidencial. Una demostración de fuerza cuya convocatoria el presidente jamás podría imitar.
Hablando del jefe de Estado, preocupó esta semana lo ocurrido con su salud, las derivaciones de su gastritis sangrante, cuyo cuadro fue peor de lo que se contó. “Casi no la cuenta, fue más grave de lo que dijeron”, revelaron desde el entorno albertista a Tribuna de Periodistas.
De paso, descartaron cualquier pretensión de que busque ser reelecto para un nuevo mandato. “Lo que dice lo dice para no mostrarse débil en el último tramo de su mandato, no quiere sufrir el síndrome de pato rengo, pero sabe que está acabado por completo”, admitieron ante este portal.
Entretanto, crece fuerte otra pelea dentro del peronismo, que explotó por el lugar menos esperado: los planes sociales. Ello a raíz de una supuesta investigación periodística que reveló que muchos de los que cobraban el Potenciar Trabajo lo hacían de manera irregular, ya que sabían comprar dólares o tenían bienes que los invalidaban a la hora de recibir tal beneficio.
En tal sentido, Victoria Tolosa Paz, titular de la cartera de Desarrollo Social, sospecha de Carlos Castagneto, el cristinista titular de la AFIP. No solo porque es el único que pudo haber filtrado aquella información a la prensa, sino que además la denuncia impacta de lleno en el neo enemigo K, Emilio Pérsico, que maneja ese millonario beneficio.
En buen romance: todo parece indicar que se trata de una incipiente guerra entre La Cámpora y el peronismo tradicional. El principio de la ruptura que todos temían.
La respuesta de Tolosa Paz agregó más picante al condimento de los planes: decidió minimizar los señalamientos y aseguró que solo el 0,3% de los beneficiarios del Potenciar Trabajo tenían alguna irregularidad. Un número muy menor al que advierten los papeles de la AFIP.
Por su parte, el Gobierno de Alberto Fernández respaldó a su funcionaria -y al propio Pérsico- al otorgar un aumento récord en el Presupuesto 2023 a ese beneficio. Casi un 120% de aumento.
En otro orden de cosas, se aproxima un escándalo de proporciones referido al siempre intocable Sergio Massa: refiere a una caja millonaria, la de la Dirección de Sentencias Judiciales. Allí, el hoy ministro de Economía ha logrado “colocar” a un amigo como titular, quien sabe liquidar millonadas de plata a estudios jurídicos propios. Otro negociado a ambos lados del mostrador, de los cuales es experto el siempre intocable Massa.
Finalmente, mencionar que crece otro escándalo, el que involucra a Oscar Félix González, hombre de confianza de Juan Schiaretti, quien chocó de frente y mató a una mujer en una ruta de Córdoba hace algunas semanas.
Como reveló Tribuna de Periodistas, con fotografías que lo respaldan, el hombre hizo retirar al momento del accidente unos voluminosos bolsos con dinero del vehículo que conducía, un BMW X1 que le fue otorgado oportunamente por el Estado, en un trámite que no carece de sospechas.
Pero no es esa la novedad, sino el hecho de que le fueron otorgados otros tres autos de alta gama, a pesar del irresponsable accidente que provocó al cruzarse de carril.
En Córdoba, muchos piden explicaciones. Del lado de Schiaretti, solo hay suspicaz silencio.
*Fuente: Periódico Tribuna de Periodistas