Funcionarios europeos revelaron que Xi Jinping le dijo al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que las protestas en su país se deben a la “frustración” de la población luego de tres años de pandemia y sugirió una mayor flexibilización de las medidas anti COVID.
De acuerdo con la fuente, Xi Jinping señaló que la variante Ómicron, menos letal, podría permitir una flexibilización en las estrictas restricciones vigentes en China. Michel sugirió a Xi que China siga el camino europeo de priorizar la vacunación y no los confinamientos.
Un día antes, la viceprimera ministra Sun Chunlan reconoció ante la comisión nacional de salud que la variante Ómicron del coronavirus era menos peligrosa y afirmó que la tasa de vacunación había mejorado, según la agencia oficial de noticias Xinhua.
La forma de China de encarar el virus se encuentra “ante nuevas circunstancias”, declaró.
Figura central de la estrategia china ante la pandemia, Sun no hizo ninguna mención a la política de “cero COVID”, dando a entender que quizás esta estrategia, que desde hace tres años impacta la vida de la población china y su economía, podría suavizarse próximamente. Lo cierto es que, después de las históricas manifestaciones, varias ciudades empezaron a suavizar las restricciones sanitarias.
En China se han producido varios decesos por los retrasos en los tratamientos médicos causados por las medidas anti COVID, entre ellos un bebé de cuatro meses que falleció recientemente por tener que estar en cuarentena con su padre.
En las manifestaciones de este fin de semana, estas muertes volvieron a cobrar actualidad, y en las redes sociales se hizo viral un mensaje con todos los nombres de las personas fallecidas por negligencias debidas a las restricciones sanitarias.
Muchas otras ciudades, afectadas por nuevos brotes de coronavirus, comenzaron a autorizar la reapertura de restaurantes, centros comerciales y escuelas, dejando de lado las estrictas medidas que regían hasta ahora.
En la ciudad de Urumqi, capital de la región de Xinjiang (noroeste), donde se produjo un incendio mortal que desató las primeras manifestaciones, las autoridades anunciaron que supermercados, hoteles, restaurantes y estaciones de esquí serían abiertos de forma progresiva. Esta ciudad, de más de 4 millones de habitantes, tuvo uno de los confinamientos más largos de China. Algunos de sus barrios permanecieron cerrados desde agosto.
El 26 de noviembre, un incendio en un edificio de viviendas causó 10 muertos, y muchos ciudadanos dijeron que la labor de los bomberos se vio entorpecida por la normativa sanitaria.
En un análisis publicado el viernes en el Diario del Pueblo (órgano del Partido Comunista en el poder) varios “expertos en salud” apoyaron las medidas tomadas por algunas autoridades locales para permitir que los casos positivos efectúen la cuarentena en casa.
Es un cambio radical respecto a las normas que prevalecen en gran parte del país, que exigen que las personas contagiadas sean confinadas en instalaciones gubernamentales. A nivel nacional, responsables del gobierno también apuntaron que podría plantearse ablandar las restricciones.