Inflación | ¿Cuántos billetes imprimió el Banco Central?

El Gobierno recurrió a la "maquinita" como nunca debido a la crisis económica acentuada por la llegada de la pandemia. Todos los detalles.
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*Por: Candelaria de la Sota

Nadie duda que 2020 ha sido un año en el que el Gobierno necesitó recurrir a la “maquinita” como nunca.

Pandemia, cuarentena, economía estancada y auxilio económico estatal para los sectores más golpeados obligaron al Banco Central a:

  • Emitir la friolera de $1,5 billones para asistir al Tesoro sólo en los primeros ocho meses del año.
  • En cuanto a papeles físicos, significan poco más de 1.250 millones de billetes de distintas denominaciones.

Otro dato que cobra relevancia es la cantidad de papeles de mayor denominación que la “maquinita dio a luz”: 363 millones de billetes de $ 1.000 (solo de enero a agosto).

¿Y qué ocurrió con el billete de $100? ¿Cuántos salieron del “horno”? “No se imprimieron este año”, aclaran desde el Banco Central a iProUP.

Entonces, ¿de dónde salieron los 743 millones de papeles extra que al comenzar el 2020 no estaban en las calles? Desde el organismo que preside Miguel Pesce indican que ya estaban “encanutados” en las arcas de la autoridad monetaria.

“El Banco Central siempre tiene un stock que no saca a circulación. Ese stock es parte de la información reservada”, añaden.

Lo que sí confirmaron desde entidada es que la mayoría de esos billetes guardados llevan la imagen de Evita y pertenecen a un rezago de imprenta que en 2017 Federico Sturzenegger compró más baratos ya que le sobraron a la firma alemana contratada por el gobierno de Cristina Fernández para sacar esta tanda en 2015 antes de las elecciones presidenciales.

BILLETE POR BILLETE

Los de $100 son los que más abundan o hay en circulación, y hoy se pueden encontrar cualquiera de las tres versiones:

  • El de Julio Argentino Roca (se dejó de imprimir en 2012)
  • El de Evita (se discontinuó en 2017)
  • El de la Taruca (un venado andino que forma parte de la familia de animales que imprimió el gobierno de Macri)

Como el stock disponible no resultó suficiente, el Banco Central encargó de $1.000 y $500 para abastecer la demanda en un año en que el Gobierno necesitó fondos para los sectores afectados por la crisis sanitaria. Además, las familias también requirieron de una mayor dosis de efectivo como resguardo ante el temor y la incertidumbre que generó la pandemia.

Así, el Gobierno puso a funcionar a todo vapor la máquinita. Y eligieron los de mayor denominación porque resultan más eficientes cuando la inflación hace que el dinero pierda poder de compra.

  • Primero fueron los de $500, segundo en el ranking de circulación con casi 1.000 millones de billetes.
  • Luego le tocó el turno a los de $1.000: a mediados de agosto esa cantidad se duplicó hasta las casi 750 millones de unidades.

Esto reinstauró un debate sobre la necesidad de un papel de mayor denominación. Si bien el presidente Alberto Fernández descartó la posibilidad de lanzar uno de $5.000, la gran cantidad de $1.000 emitidos este año “pide a gritos” que se revea la decisión.

La idea de imprimirlo comenzó con la instauración de la cuarentena. En ese momento, el Banco Central había avanzado en el diseño y las tareas preliminares para lanzar un papel moneda que tuviera en el frente las imágenes de Ramón Carrillo, primer ministro de Salud de Juan Domingo Perón; y Cecilia Grierson, primera médica argentina. En el reverso, estaría la figura del Instituto Malbrán.

El proyecto contó con el aval de los bancos, que se quejan con frecuencia y en voz baja de que el Central les envía papeles de $100 y guarda para sí los de $500 y de $1.000, más demandados por el público. Con uno de mayor denominación, las entidades ahorrarían en transporte y almacenaje, además de aportarles más facilidad y celeridad a la recarga de cajeros automáticos.

No es casual que fuera precisamente un banquero quien alzara la voz pidiendo el nuevo billete. Jorge Brito, presidente del Macro y ex titular de ADEBA, argumenta: “La gente duplicó la cantidad de efectivo que tenía y como lamentablemente no hay suficientes billetes de 1.000, porque la Casa de Moneda hace lo que puede pero no alcanza, lo más adecuado sería emitir uno de mayor denominación”.

Además, el banquero pronostica que si no se avanza en ese sentido habrá problemas serios “en los próximos meses, en especial, cuando haya que pagar los aguinaldos en diciembre”.

Sin embargo, desde el BCRA niegan que el de $5.000 avance en el corto plazo. “Alberto Fernández ya dijo que se estudió y se resolvió no hacerlo. Hasta ahora no hubo ningún cambio sobre esa decisión”, afirman.

La decisión del Gobierno de dar marcha atrás con la idea se basó fundamentalmente en que desde el equipo económico advirtieron que podría generar mayores “expectativas inflacionarias”, en el marco de un índice de precios que rozará el 40% anual, según consultoras y analistas.

DÓLAR Y PRECIOS

Pero poner a andar la maquinita es un fenómeno que pone en alerta tanto a todos los economistas. Incluyendo a los del riñón kirchnerista. Si bien el economista Emmanuel Álvarez Agis asegura que “la emisión actual no llevará a un desborde inflacionario producto de una presión sobre una economía que está en pleno empleo”, advierte que la mayor tenencia de pesos tiene como destino final el dólar.

“Cuando eso ocurra, será cierto que la <emisión habrá generado inflación>”, advierte Álvarez Agis, viceministro de Economía en la última fase del gobierno de Cristina Kirchner.

Pablo Goldín, de la consultora Macroview, cree que recién cuando la economía vuelva a su ritmo prepandemia se verán a plenos los efectos de los desbalances fiscal y monetario acumulados. “Ahí la inflación tomará otra dinámica, habrá un salto”, destaca.

Así, los argentinos están atrapados en un círculo perfecto, pero no virtuoso: no se lanza un papel moneda más alto por temor a generar inflación, pero el aumento de precios le quita valor a esos billetes, por lo que se necesitan los de mayor denominación.

Durante la primera mitad del año, el costo de vida avanzó 16% y superó el 42% interanual, mientras que el dólar oficial aumentó 24% en lo que va del año: de $63 a los $78 actuales.

Hoy, un billete de $1.000 equivale a 7,40 dólares a la cotización blue y u$s9,87 al solidario. Cuando salió el “hornero”, en diciembre de 2017, significaban u$s56 dólares. Queda claro, que el peso ha perdido valor. Y por eso hace falta seguir emitiendo billetes.

*Fuente: iProUP


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El recorte del Estado fue el mayor de los últimos 30 años

El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) detalló acerca del recorte interanual de gasto público que lleva adelante el gobierno de Javier Milei: fue el mayor de los últimos 30 años. El gasto primario (suma de los gastos corrientes y de capital, excluidos los pagos en concepto de intereses de la deuda pública) se redujo un 39,4% interanual real.

El informe de IARAF

24-02-25-En-enero-se-ejecuto-uno-de-los-menores-gastos-de-inversion-publica-de-los-ultimos-31-anos

Los sectores que aportaron a la reducción del gasto primario, que tuvieron la mayor caída real, fueron:

  • Transferencias de capital a provincias (- 98,3%).
  • Subsidios a otras funciones (-92,2%).
  • Inversión real directa (-81,2%).
  • Subsidios a la energía (-77,2%).
  • Transferencias corrientes a provincias (-72%).

Las jubilaciones y pensiones contributivas con el 33% de participación (unos -$885.074 millones), fueron el sector que más aportó a la reducción del gasto.

Si se suman esos recortes se llega a que la cifra ahorrada es de $1.883.000 millones a moneda de enero de 2024. Las cuentas públicas terminaron, entonces, con un superávit fiscal de $518.400 millones. En el mismo mes del 2023, se había registrado un déficit de $537.970 millones.

Redacción

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Milei entregó el control de los fondos fiduciarios a Caputo: Se realizará una “auditoría integral de gestión”

A través del Decreto 215/2024, y en medio de la convocatoria a los gobernadores para ser parte del “Pacto del 25 de Mayo”, Javier Milei entregó el control de los fondos fiduciarios al titular de la cartera de Economía, Luis “Toto” Caputo.

El documento del Boletín Oficial —que cuenta con la firma del Presidente y del jefe de Gabinete, Nicolás Posse— designa a Caputo como “fiduciante en representación del Estado Nacional, en todos los fondos fiduciarios integrados total o parcialmente con bienes y/o fondos del Estado Nacional, ejerciendo en ese carácter la dirección y conducción de dichos fondos fiduciarios”.

El Ministerio de Economía contará con la asistencia del la Sindicatura General de la Nación (SIGEN). En el plazo estipulado, de 60 días, “deberá realizar una auditoría integral de gestión de los fondos fiduciarios integrados total o parcialmente con bienes y/o fondos del Estado Nacional”.

“Los organismos y reparticiones con responsabilidad primaria en las materias involucradas en cada uno de los fondos fiduciarios objeto de la presente medida deben prestar colaboración y asistencia al Ministerio de Economía, a los fines del mejor cumplimiento de las disposiciones y fines del presente decreto”, indicó el Gobierno.

Desde el Gobierno plantean que en la mayoría de los 29 fondos fiduciarios existentes, contemplados en el Presupuesto 2023 —el cual fue extendido por el Ejecutivo para 2024— “hay números que no cierran”, que no son del todo transparentes y que concentran un presupuesto anual cercano a los $1,5 billones: aproximadamente dos puntos porcentuales del PBI.

La idea del Ejecutivo es la de reducir y —sobre todo— controlar los fondos destinados a los privilegios de la política. Fuentes oficiales explicaron a La Nación que “la idea es revisarlos, analizar las irregularidades, pedir actualizaciones de las auditorias a la SIGEN, para determinar el camino a seguir e ir cerrando los fideicomisos que corresponda, que van a ser casi todos. Algunos no pueden ser cerrados por decreto, sino por ley; en esos casos demoraremos un poco más, pero lo que vamos a hacer es intervenirlos”.

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