Con la revelación del dato inflacionario del mes de abril, los alimentos y los productos básicos continúan incrementado su valor y la mayoría de los argentinos han optado por reemplazar productos de primera marca por otros de segunda o tercera marca, pero también hay gran parte de los ciudadanos que dejaron de adquirir dichos productos, ¿Qué sucede?
Los inestables niveles de inflación han incrementado el consumo de manera irracional. Los consumidores se apresuran para deshacerse de los pesos y tratar de ganarle a las remarcaciones de precios.
Según los datos del INDEC, la inflación del mes de abril fue del 6%, posicionando a los últimos 12 meses como la inflación más alta de los últimos 30 años, con un 58%. Por el momento desde el Gobierno no realizaron declaraciones en cuanto a posibles cambios en e equipo económico.
Un informe lanzado por Delphos Investment, alertó sobre el dato que expuso el INDEC y diagnosticó: “Las presiones inflacionarias están muy difundidas a lo largo de la economía ante la volatilidad de las expectativas y la rápida propagación de los shocks externos. Por eso, aumentamos nuestra proyección es al 75% para fines de 2022”.
Los productos básicos que más sufrieron las remarcaciones, fueron, las harinas (16%), aceite (13,5%), pan francés (11%), pollo (12%), yerba (10%), entre tantos otros.
La respuesta del Gobierno
Ante la evidente baja del poder adquisitivo, el ciudadano promedio quedó expuesto y vulnerabilizado, fue por ello que en un intento de aplacar esta necesidad, el Gobierno optó por distribuir nuevamente un “refuerzo de ingresos” a modo IFE.
Desde ANSES se dará un bono de $18.000 en dos cuotas de $9.000, lo que finalmente, no solo parece una burla para los argentinos, sino que tampoco ayuda a erradicar la problemática desde la raíz al contrario, la agrava.
Finalmente, más de 13,6 millones de argentinos recibirán este IFE, y al Estado argentino le costará 206.000.000,00.