La semana pasada, el dueño de Space X, Tesla y Twitter dio una entrevista con la cadena americana CNBC en la que redobló su devoción por la libre expresión, criticó con dureza al presidente Joe Biden y a la Reserva Federal de Estados Unidos, pero fue particularmente pasivo cuando habló del conflicto China-Taiwán.
En línea con lo que su personalidad ha demostrado en el último tiempo, Musk no dudó al referirse a Joe Biden, presidente de los Estados Unidos: “Ojalá tuviéramos a un ser humano normal de presidente”. Y, como justificación de sus dichos, insistió en promover la libertad de expresión, por más absolutista y prepotente que sea: “Diré lo que tenga que decir, y si la consecuencia de ello es perder plata, que así sea.”
En un momento de la entrevista, cuando se le preguntó por el conflicto entre China y Taiwán, el magnate fue llamativamente pasivo con sus declaraciones: “No hace falta ser adivino para entender que la política oficial de China es que Taiwán debería integrarse. Solo digo que esa es su política oficial y, como tal, debería ser tomada seriamente”, dijo al respecto.
Algo similar había manifestado meses atrás, cuando fue consultado por el mismo tema, y respondió que Taiwán debería aceptar convertirse en una zona “administrativa”, como habían hecho Macao y Hong Kong. En su momento, había sido elogiado por el embajador Chino en EE.UU., Qin Gang, por su “llamado a la paz”. Esta vez, dijo que la anexión era “inevitable”, en otra frase amigable para el embajador.
La parsimonia con la que Musk habla de China es llamativa si se tiene en cuenta la verborragia con la que se ha dirigido sobre temas mucho polémicos. Para entenderlo, es pertinente destacar que el 20% de las ventas de Tesla se dan en el país chino. Y que, por ejemplo, en junio del año pasado, en ese país, se vendieron más de 78.000 autos de su marca, lo que significó un récord de ventas mensual para Tesla.
En la entrevista, Elon Musk demostró ser tan fervoroso como sagaz para declarar. Desmesurado en sus críticas contra Joe Biden, otros medios, figuras públicas, políticos estadounidenses, entre otros, fue benigno para con un país como China, que demuestra ser contrario a sus valores, sobre todo en lo que respecta a la libertad de expresión. Bradley Tusk, inversionista norteamericano, explicó sobre Musk: “Sabe que en Estados Unidos puede decir lo que quiera porque en realidad no le va a pasar nada, pero en países donde el imperio de la ley es el más dudoso el juego cambia”.