Turquía se encuentra atravesando el estallido inflacionario más importante de las últimas décadas en el país y, como consecuencia, el índice de precios minoristas aumentó un 4,95% en junio y la inflación interanual subió al 78,62% en comparación a junio de 2021.
Este es el valor más alto desde 1998, año en el que Turquía atravesaba una severa crisis financiera en el contexto mundial de la corrida contra los mercados emergentes, que también hizo estragos en Argentina ese año.
A pesar de ser uno de los peores resultados registrados para el país, las cifras oficiales son cuestionadas por economistas independientes tanto locales como internacionales y muchos analistas aseguran que en realidad la suba de precios sería aún más elevada.
Para el Grupo de Investigación sobre la Inflación (Enag), dedicado a la medición de los precios y conformado por economistas apartidarios, el verdadero nivel de inflación habría alcanzado el 175,5% en junio.
Aunque el país de Medio Oriente nunca logró perforar el piso de 10% de inflación en la última década, esta catástrofe de precios inició luego de que el Presidente Recep Tayyip Erdogan interviniera el Banco Central turco para forzar un recorte en las tasas de interés de referencia.
Según el Presidente turco, la elevación de tasas de interés genera inflación, visión que contradice el accionar de gran parte de los bancos centrales del mundo.
Erdogan se negó a aceptar “la remuneración excesiva por el interés” e impuso un programa al Banco Central turco que bautizó como su propio “nuevo modelo económico”.
Con esta imposición, los resultados son desastrosos: la inflación saltó 57 puntos porcentuales entre noviembre de 2021 y junio de 2022. Considerando que la inflación interanual alcanzaba solo el 15% para junio de 2021, el 78% actual es aún más violento.
Como compensación por el recorte de tasas, el Gobierno decretó que garantizaría el diferencial entre las tasas de interés de los plazos fijos en los bancos y el salto inflacionario en el tipo de cambio. Pero las medidas fueron insostenibles y no provocaron ningún impacto sustancial a largo plazo.
La tasa de política monetaria del Banco Central turco continúa situada en el 14% y se encuentra completamente alejada de la evolución inflacionaria. Ninguna corrección fue realizada desde que Erdogan intervino para rebajar el interés de corto plazo del 19% al 14%.
La crisis no solo causó suba de precios, sino que también llevó al despido sin explicación de Sait Erdal Dincer, responsable de la agencia estatal de estadísticas (TUIK), el pasado enero y quien fue objeto de críticas después de publicar los datos de precios al consumo de ese mes.