El año pasado, el Gobierno dijo que aseguraría la conexión a internet para 45.000 de las 50.000 escuelas estatales del país (el 90%). Un informe realizado por dos ONG, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y la Amnistía Internacional Argentina, evidenció que solo fueron 28.000 las instituciones educativas que gozaron de internet durante el año pasado (un 56,5%)
El informe exige una educación “de calidad y en condiciones de equidad”, en un país donde el acceso a internet es “bastante irregular”. Según datos preliminares del Ministerio de Educación, mientras Buenos Aires y San Luis contaban con un 100% de escuelas estatales conectadas a internet en 2022, Santiago del Estero tenía el 25%, y Entre Ríos, el 35%.
Varios investigadores pedagógicos coincidieron en la disparidad del acceso a internet según la urbanidad de las escuelas. Fabio Tarasow, coordinador académico del Proyecto Educación y Nuevas Tecnologías (PENT) de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), dijo que se trata de un “espejo de la conectividad en el país”. Y agregó: “En los centros urbanos la conectividad es mejor; si te alejás, es peor, o no hay”.
Entre las principales causas de esta deficiencia, el informe delata que existió un recorte presupuestario en el programa Conectar Igualdad. El Estado invirtió 43.000 millones de pesos de los 90.000 millones pactados en el 2022. Y del millón y medio de computadoras que se suponía que se entregarían, solo 610.000 dispositivos llegaron a manos de los alumnos.
La conectividad total no es sencilla de alcanzar, según Tarasow: “No es algo que llega y ya está. Hay que mantenerla”, dijo. Y remarcó que las políticas argentinas de conectividad han sido “ambivalentes”. Al respecto, Alejandro Artopoulos, director de Investigación y Desarrollo del Centro de Innovación Pedagógica de la Universidad de San Andrés (UdeSA) propuso observar como ejemplo a Uruguay, que con el Plan Ceibal de 2008 logró conectar todas las escuelas primarias del país en cinco años.
De todos modos, la conexión a internet no es la completa respuesta a la crisis educativa nacional. Incluso puede ser perjudicial si no se le da el debido lugar. Tanto así que, según Tarasow, también es responsabilidad de los docentes formar a los estudiantes para que sean “capaces de cuestionar las respuestas de la inteligencia artificial”. Y concluyó: “La cuestión más importante es qué se hace con la conectividad. Tiene que haber una propuesta pedagógica que le dé sentido a esa conectividad”.