El peronismo bonaerense todavía no se recupera del cimbronazo que significó el triunfo de Javier Milei a nivel nacional y, más allá de que en la provincia respiraron con la victoria de Axel Kicillof, reina la preocupación en el seno de Unión por la Patria. Para dar vuelta la ecuación, se apostará por más territorio para empujar desde abajo hacia arriba.
De cara a las Generales de octubre próximo, en el entorno de Kicillof pusieron manos a la obra para intentar ampliar la corta brecha que lo separa de Juntos por el Cambio. Con Néstor Grindetti como su contrincante confirmado y Carloina Píparo con chances de desplazar a los amarillos y quedarse con el segundo lugar, comenzó el nuevo camino hacia las urnas.
La diferencia de votos no fue demasiado amplia como para que en la Gobernación se relajen, por lo que apenas se conocieron los resultados, hubo poco tiempo para la algarabía. De esta forma, ya se trazaron líneas de lo que será una nueva etapa de recorridas por varios distritos en los próximos 2 meses, haciendo eje en la gestión de estos 4 años.
Al día siguiente de los comicios, el mandatario inició la primera de sus reuniones con su Gabinete y luego hizo lo propia con Verónica Magario, quien junto a Fernando Espinoza aportaron un enorme caudal de votos de La Matanza para inclinar la balanza hacia UxP. De esta forma, sin descanso, ya trabajan para profundizar y ensanchar los números cosechados en las PASO.

Pero, ahora, Kicillof tendrá una doble responsabilidad. Atentos a los magros porcentajes obtenidos por el oficialismo a nivel nacional, será fundamental lo que se puede lograr desde el territorio bonaerense. Si las elecciones del último domingo hubieran arrojado definiciones certeras, hoy el peronismo estaría afuera de la segunda vuelta.
El factor Mile fue determinante en los municipios ya que, en la enorme mayoría de los casos, los votantes metieron la boleta completa en el sobre para luego colocarla en la urna. De esta manera, hubo varias sorpresas incluso hasta en el cuerpo de intendentes en varias ciudades, que contaron con el arrastre del siempre polémico economista liberal.

Para revertir esa situación, al igual que otros gobernadores, Axel deberá empujar del carro para que Sergio Massa y Agustín Rossi lleguen con vida al ballotage. Con las medidas económicas y en medio de un contexto de grave crisis financiera, la fórmula oficialista llega con poca nafta a la etapa final de la elección y dependen casi exclusivamente de lo que suceda en la provincia de Buenos Aires.
En otras provincias se desdoblaron los comicios y el peso de la parte central de la boleta no estuvo latente. Caso contrario a lo que ocurrió con Kicillof que, al competir anclado a las elecciones nacionales, tuvo un efecto positivo de arrastre para que la derrota del oficialismo no sea todavía mucho más dura, aun cuando haya quedado en tercer lugar.

En este escenario, una de las prioridades pensadas desde el entorno del gobernador es bajar a los territorios que hoy están en menos de Juntos por el Cambio, para intentar arrebatarles la gestión o, al menos, emparejar los números. Hay casos emblemáticos como La Plata, con una feroz interna peronista entre 5 candidatos, a la que se suman otros distritos grandes como Mar del Plata o Bahía Blanca.
Pero, además, también se buscará que en aquellos municipios que hoy están en manos del viejo Frente de Todos y que en las PASO hayan ratificado ese dominio, aporten todavía muchos más votos de lo que ya lo hicieron. Este empuje desde abajo hacia no solamente beneficiaría a Kicillof para su reelección, sino que además lo posicionaría como una figura trascendental para el salvataje de la Nación en medio del naufragio.

Es por ello que el gobernador impulsará la boleta completa para fortalecer a Massa y, de esta forma, garantizar su propia reelección y hacer su aporte para Unión por la Patria llegue a la segunda vuelta, con un ínfima esperanza de poder obtener de nuevo un triunfo.