Durante la primera sesión virtual en la Cámara de Diputados ayer por la tarde, la congresista del Frente de Todos presentó un proyecto de ley para que la Cámara baja se llame “Honorable Cámara de Diputadas y Diputados de la Nación” ya que, según argumentó, las mujeres no están siendo “reconocidas” pese a estar en la cámara desde 1952.
“Se trata de nombrarnos a nosotras, que no figuramos en ningún lado y somos parte del sistema político de la Argentina. Participamos desde hace casi 70 años en la Cámara y no estamos nombradas oficialmente en ningún lado”, explica López a Clarín.
“La historia de las mujeres e identidades femeneizadas que luchamos por acceder, pertenecer y permanecer en el Congreso Nacional, es el reflejo de la ardua tarea y conquista de nuestros derechos a ejercer una ciudadanía plena, en igualdad de condiciones”, comienzan los argumentos del proyecto de resolución que lleva la firma de más de 30 diputadas y diputados de diferentes partidos.
“Los relatos de nuestra historia toman la Asamblea del 22 de mayo de 1810 y la Asamblea del Año XIII como el nacimiento del Poder Legislativo Nacional. Ese punto de partida nos muestra que a las mujeres nos llevó 140 años poder ingresar al Congreso Nacional; casi un siglo y medio para poder ejercer el derecho a representar y ser representadas, porque ni siquiera éramos consideradas capaces de elegir el destino de nuestras vidas -siguen los fundamentos-. Hace 68 años que ocupamos bancas y habitamos esta Cámara, como resultado de la histórica sesión del 11 de noviembre de 1951, donde las mujeres pudimos ejercer nuestro derecho al voto. En 1952, asumieron diputadas nacionales por primera vez”.
Dice el proyecto que la presencia de legisladoras es lo que hace que haya “legislación más igualitaria y con perspectiva de género”. Entre 1989 y 2007 fueron introducidos por legisladoras el 79% de los proyectos sobre cuotas de género; y el 69% de las propuestas en materia de violencia de género.
“Bien sabemos que lo que no se nombra no existe. Nombrarnos es la manera de ejercer plenamente y, en igualdad, nuestros derechos políticos. El lenguaje no es sexista ni excluyente, pero sí el uso que las personas hacemos de él al proyectar estereotipos culturales androcéntricos que sitúan la mirada masculina como universal y generalizable de toda la humanidad. El lenguaje que usamos no es inocente. El uso universal que nombra a la humanidad como lo masculino provoca una desigualdad simbólica de la percepción que se construye sobre las mujeres, como subsidiarias, secundarias y prescindibles”, dicen los argumentos del proyecto, que habla de violencia simbólica.
En julio de 2015 la Cámara Baja publicó la “Guía para el uso de un lenguaje no sexista e igualitario en la HCDN”, que plantea el “derecho inalienable de poder nombrar y ser nombrado y nombrada con respeto a la propia identidad. Cambiar el uso del lenguaje implica también un cambio cultural, y nos convoca a construir otro sistema de valores, otra forma de entender, de pensar y de representar al mundo”. dice la Guía. “Hacerlo en el propio nombre de la Cámara significará no sólo el reconocimiento de quienes ya somos casi la mitad de su composición, sino una transformación cultural para el resto de las instituciones y la sociedad toda”, agrega el proyecto.