Tras la muerte de Don Féliz Etchevehere, se inició un proceso sucesorio que incluyó un inventario completo de todos los bienes, entre ganado, acciones, vehículos, departamentos y terrenos. En líneas generales, el 50 por ciento de la herencia quedó en manos de su cónyuge, Leonor Barbero Marcial, y el resto fue repartido en partes iguales (un 12,5 por ciento) para cada uno de los cuatro hermanos: Luis Miguel, Arturo Sebastián, Dolores y Juan Diego.
Poco tiempo después, Dolores inició acciones legales contra sus hermanos por un terreno en disputa, en la zona de Casa Nueva en Entre Ríos. Mientras los reclamos cursaban el camino habitual dentro de los marcos legales, Dolores cambió de abogado y comenzó a ser patrocinada por el dirigente social Juan Grabois, que ni lento ni perezoso vio una oportunidad para volver a las primeras planas.
Pocas horas después, un nutrido grupo de militantes se acercó en una imponente caravana de autos, cargados con palos, banderas y pancartas de ATE y la CTA, y ocuparon una parte importante del predio, ubicando su “base de operaciones” a unos 200 metros del casco de estancia. Del otro lado, se acomodaron los hermanos Etchevehere junto a un conjunto de ruralistas.
Grabois se apresuró a tomar el micrófono y asegurar que “los Etchevehere son la expresión más clara de las minorías que manejan la Argentina como si fuera su estancia o su empresa”. Ataviado con su habitual disfraz de dirigente social, con las zapatillas gastadas, despeinado, con la barba de varios días y la ropa sucia.
Nada de su imagen, sin embargo, se condice con la realidad de su familia.
Juan es hijo de Roberto Arnoldo “Pajarito” Grabois, un reconocido dirigente peronista que tuvo su momento de gloria en la década del 60, cuando fundó un movimiento estudiantil, escribió un libro y trató personalmente con Juan Domingo Perón. Desde entonces, se conoce poco y nada de él.
Sin embargo, “Pajarito” supo progresar económicamente hasta convertirse él mismo en una de esas minorías de las que habla su hijo. Según los registros a los que pudo acceder REALPOLITIK, actualmente poseería seis propiedades, algunas de ellas de imponente tamaño, y él mismo vive sobre la calle Malabia en el coqueto barrio de Palermo, en Capital Federal.
A pesar de que su hijo Juan no tuvo reparos en burlarse de una manifestante de la oposición que se paseó en un Audi por el que debía 170 mil pesos de patente, “Pajarito” debe más de 206 mil pesos del impuesto automotor de su elegante Mercedes Benz GLK300 4Matic, cuyo valor aproximado es de 3.8 millones de pesos.
Algunas de su media docena de propiedades tienen grandes dimensiones, hay de 700 m2, 800 m2 y hasta de 1.508 m2, y están excelentemente ubicadas entre Palermo y la avenida Santa Fe.
En la Central de Deudores del Sistema Financiero, Roberto Arnoldo figura con una abultada deuda de 545 mil pesos, repartidos entre el Banco Galicia, el HSBC, el Concosud, el Patagonia y la tarjeta American Express. Su madre, Olga Isabel Gismondi, también vivió del estado, como empleada en el Honorable Senado de la Nación. Actualmente, cobra una jubilación de 40 mil pesos y maneja una Suzuki Grand Vitara. Beneficios de vivir del estado.
Hoy, tanto los padres de Grabois son monotributistas.
Lejos de la imagen que intenta plasmar entre sus militantes, más lejos aún de la identificación como dirigente social representando a los cartoneros, la vida de Juan Grabois gravita entre las lujosas propiedades de Palermo, los Mercedes Benz y las deudas impositivas.
Contrastada con la realidad, poco y nada queda de su impronta humilde, sus discursos sobre la dignidad de los pobres y la revolución agraria con la que, casi como un vendedor de espejos de colores o un encantador de serpientes, supo atraer a centenares de ingenuos militantes.
*Fuente: REALPOLITIK