El nombre de la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal para el distrito porteño se instaló en el círculo íntimo de Mauricio Macri, donde preocupa la forma en que su candidato para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Jorge Macri, quedó desdibujado luego de que Horacio Rodríguez Larreta sacó a la cancha a tres rivales (Fernán Quirós, Soledad Acuña y Emmanuel Ferrario) para evitar que sea el único referente “amarillo” para competir con el radical Martín Lousteau.
En realidad, hace meses que Macri pensó en la ex gobernadora como la candidata ideal para disputar la Jefatura de Gobierno y llegó a sondearla para conocer su opinión, pero ella dijo que no e insistió en que prefería apostar a su proyecto presidencial.

Así fue que el ex mandatario apoyó su decisión y, desde entonces, puso a su postulación para la Casa Rosada en un plano de igualdad con las de Larreta y Patricia Bullrich. Dicen que Vidal se enteró de que el macrismo piensa nuevamente en su candidatura para pacificar la dura interna del PRO porteño, pero en su entorno aclararon que no cambió de opinión.
En el larretismo aseguraron que el jefe de Gobierno fue el primero que contempló la candidatura de Vidal y que el ex Presidente anticipó que aceptaría esa variante como prenda de paz interna.

Hay quiénes creen que la fórmula del PRO para CABA será Vidal junto al ministro porteño Fernán Quirós, como una forma de que estén representados en el binomio los elegidos del ex mandatario nacional y Rodríguez Larreta. En este escenario hipotético, la duda es qué pasará con Jorge Macri.
Con la idea de forzar a Larreta a tomar decisiones electorales, el ex Presidente apuró a su primo a sacarse la foto con Bullrich y a aceptar su apoyo como candidato. La imagen dinamitó la red de apoyos que podría haber tenido Jorge Macri. Se convirtió en el postulante elegido sólo por su primo y la titular del PRO.

No sólo se quedó sin el decisivo aparato porteño de su lado sino que en pocos días aparecieron fuertes rivales internos como Quirós, Acuña y Ferrario. Toda una pesadilla. El problema inesperado es que, ante la falta de consenso interno, en el entorno del ex presidente empiezan a mirar nuevamente a Vidal para disputarle a Lousteau la postulación de jefe de Gobierno.
Mientras, la ex gobernadora, entonada por la mejora en las encuestas y un perfil político digno de los “Halcones”, mantiene sus recorridas por el país y la provincia de Buenos Aires, en este último caso de la mano de su amigo Cristian Ritondo, uno de los precandidatos a gobernador por el PRO, en el ojo de la tormenta en las últimas horas por sus gritos y sus gestos en Diputados, cuando el oficialismo buscaba avanzar con la creación de nueve universidades nacionales.

Néstor Grindetti, intendente de Lanús y otro precandidato a suceder a Axel Kicillof, no tuvo el Congreso como escenario, aunque está decidido a levantar su perfil para apuntalar su postulación bonaerense, para la que cuenta con un guiño de Macri y un acuerdo con Bullrich.
Sus allegados aseguraron que su proyecto “no tiene marcha atrás”: busca mostrar su gestión comunal como un modelo de lo que haría si gana las elecciones y en el verano reforzará sus recorridas por el conurbano y el interior bonaerense para hablar con los vecinos y contarles su propuesta de Gobierno.

Como un espejo de lo que está sucediendo de manera subterránea en el distrito porteño, también en la provincia de Buenos Aires empiezan a gestarse señales favorables en el PRO hacia un acuerdo que evite un enfrentamiento que sería perjudicial para todo Juntos por el Cambio (JxC) en 2023.
Hay consenso en que la boleta nacional suele arrastrar a la de los candidatos provinciales en las urnas, por lo que, según razonan en el macrismo y el bullrichismo no es tan importante quién compita por la Gobernación si en los comicios se produce una oleada de votos en favor del postulante presidencial de JxC.

En el larretismo admitieron que es cierto, pero advirtieron que en un escenario de una elección más reñida en la provincia, con 2 o 3 puntos de diferencia con Kicillof, quien no está mal en las encuestas, llevar a un candidato que lidera la mayoría de las encuestas como Diego Santilli puede afianzar un triunfo electoral. Fue lo mismo que sucedió en las últimas elecciones legislativas.
Por eso los postulantes presidenciales del PRO ya no descartan un acuerdo: tanto Rodríguez Larreta como Bullrich, e incluso Macri si confirma su “segundo tiempo” para 2023, necesitan un candidato competitivo que asegure ganar las elecciones bonaerenses y también garantizar la gobernabilidad: como nunca, el próximo Presidente deberá tener alineado al mandatario de la provincia más decisiva.

Más allá de la espuma venenosa de las peleas internas que son exhibidas impúdicamente, la máxima dirigencia del PRO se da cuenta de que una cosa es que Larreta y Bullrich se enfrenten en las PASO, pero una muy distinta (y riesgosa en términos electorales) es que dividan el voto para dirimir en las primarias las candidaturas a jefe de Gobierno porteño y a gobernador bonaerense.