“Sálvese quien pueda” es la consigna que prevalece, sobre todo entre los intendentes y el cristinismo. Muchos sufren ataques de pánico, otros tratan de pasar desapercibidos.
Los más, como “Juanchi” Zabaleta o Enrique Cresto, decidieron volver a sus territorios de Hurlingham y de Concordia para tratar de reconstruir su base de poder. No serán los únicos: de no prosperar alguna iniciativa que les permita aspirar a la reelección en sus distritos, el gabinete de Axel Kicillof quedaría vaciado por la fuga masiva.
Salvo el entorno de Alberto, para el resto de los componentes del Frente de Todos consideran al presidente como “a un loco al que siempre hay que darle la razón”. Saben que es rencoroso y vengativo, y la falta de aptitud para hacer el bien se contrapone a su enorme capacidad para hacer daño. Nadie quiere “perder cinco minutos con él”.
Lo mismo pasa con Máximo. La diferencia es que el líder de La Cámpora tendrá sobrevida política, por lo que atienden sus llamados y concurren a sus convocatorias.
Gabriel Katopodis es quien mejor ha conseguido navegar en aguas turbulentas, pero no trasunta optimismo alguno por el futuro. “La campaña se endurecerá y los discursos se radicalizarán”, asegura.
Jorge Ferraresi todavía lamenta su salto al gobierno nacional. Quedó un poco descolocado en la interna, y sabe que el futuro no será bondadoso con él. “Algunos seguirán dando clases en las universidades (del exterior) y otros deberemos peregrinar por tribunales y terminar presos”, repite hace rato.
Tampoco reina la satisfacción en los movimientos sociales, sobre todo en el siempre bien ubicado Movimiento Evita, más allá del signo político del gobierno de turno. A pesar de haberse beneficiado sistemáticamente con la gestión de Alberto, reclaman que las cooperativas, no sólo las que ellos conducen sino las otras, como las de la CCC de Juan Carlos Alderete, merecen el mismo trato que las empresas contratistas en las licitaciones oficiales.
Al fin y al cabo, todo se reduce a lo mismo: acceder a cajas para acumular recursos y retener territorios adonde resguardarse cuando llegue la hora de la derrota.
Nadie duda de que la radicalización interna llevará al estallido del Frente de Todos. Sólo resta que alguno toque la campana de largada para el “Sálvese quien pueda” desenfrenado y explícito.
Fuente: REALPOLITIK