Allí, donde encabezó una misión comercial junto a 400 empresarios, la hoy vicepresidenta no se privó siquiera de bailar una danza típica africana. Ciertamente, fue impactante.
Sin embargo, hasta el día de hoy nadie ha logrado descifrar cuál fue el verdadero motivo por el cual la entonces jefa de Estado llegó hasta ese lejano país. Es lo que develará esta nota, ocho años después.
Para empezar, hay que recordar la pasión de Cristina por las joyas, la cual supo satisfacer comprando de manera “crónica” en la joyería Jean-Pierre de la Ciudad de Buenos Aires. Según Sergio Hovaghimian, empleado de ese local, la entonces mandataria enviaba a una mujer que retiraba joyas y pagaba en negro en operaciones anuales valuadas en un millón de euros.
Dicho esto, hay que trasladarse a Ginebra, donde se encuentra la casa central de De Grisogono, una importante red mundial de joyerías fundada por un empresario Italiano Libanés llamado Fawaz Gruosi. Para quien no la conozca, baste mencionar que está entre las más importantes del mundo y supo participar en los grandes eventos de lujo en Europa junto a estrellas del cine.
Como misión, De Grisogono siempre buscó competir con los grandes de la industria de los diamantes como De Beers. Y ahí viene el quid de la cuestión: esta red de joyería comercializa joyas hechas con diamantes de Angola.
En febrero del año 2012, Sindika Dokolo, esposo de Isabel Dos Santos —hija del expresidente de Angola— inició la adquisición y control de De Grisogono. Para esto, afrontó una mínima parte del pago del capital mayoritario y el resto fue financiado y garantizado por empresas públicas angoleñas controladas por su esposa y su suegro, el entonces jefe de Estado.
La adquisición se hizo mediante el uso de una compleja estructura de sociedades offshore y se concretó con la compra de un 90% de la firma. Esto garantizó el control absoluto de la empresa y la comercialización casi exclusiva de los diamantes angoleños.
Un 10% restante de la participación accionaria quedó en manos de Riogersa, perteneciente a un controvertido empresario español llamado Moisés Mauricio Toledano, quien, a través de otra empresa llamada Eurofinsa —que también está registrada y opera en Argentina— es uno de los principales donantes a la fundación de la que vive el ex juez Baltasar Garzón y se vio envuelto en casos de corrupción en Angola.
Según pudo comprobar Tribuna de Periodistas a través de la consulta a dos fuentes altamente calificadas —una de ellas del propio entorno de la expresidenta—, es que Toledano sería el nexo entre el gobierno angoleño, la joyería De Grisogono y Cristina Kirchner.
No es el único: quien también actuó como nexo ha sido el polémico empresario portugués Helder Bataglia, cuyos contactos en Argentina son Jorge Do Amaral, de la cámara Argentina Portuguesa y Julio De Vido.
Este empresario es dueño de múltiples compañías y era socio de los empresarios Sam Pa —empresario con múltiples nacionalidades y ligado a los servicios secretos de China que manejaba los millonarios fondos de 88 Queensway Group para financiar proyectos faraónicos en África y Venezuela— y Pierre Falcone.
Para los menos avispados, Bataglia encabezó junto a Sam Pa el falso anuncio de inversiones chinas en Argentina en el año 2005 y presentadas oficialmente pero luego desmentidas por el gobierno Chino. Este empresario portugués fue muy amigo del presidente de Congo Denis Sassou Nguesso y de su par de Angola Eduardo Dos Santos.
En síntesis: la misión comercial de Cristina fue solo una excusa para viajar a Angola y transportar una considerable suma de dinero en efectivo para adquirir joyas.
Como ella misma no podía pagar y retirar las joyas —ya que en el mercado de las joyas de lujo y diamantes las adquisiciones van acompañadas de certificados de autenticidad y este certificado solo lo expiden los “dealers” (1)—, la entonces presidenta pergeñó el viaje que hizo Amado Boudou a Ginebra.
La excusa que se pergeñó para justificar el viaje del exvicepresidente fue la de “pedir ayuda” a la Cruz Roja para realizar ADN de los soldados caídos en Malvinas. Ciertamente, fue poco creíble, ya que la propia Cristina había recibido la negativa por parte de la misma entidad, quien le envió una misiva afirmando que no realizaba ese tipo de estudios.
No obstante, el viaje de Boudou coincidió con el hecho de que la hoy vicepresidenta había sido elegida para recibir un premio llamado “Las mujeres y las niñas en las Tecnologías de la Comunicación” por parte de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), un organismo dependiente de las Naciones Unidas. Casualmente, ambas oficinas, la UIT y la joyería De Grisogono, se encuentran a 6 minutos en automóvil.
De acuerdo a los mismos informantes con los que habló este portal, el dinero “en negro” aportado por Cristina en Angola habría sido canalizado a través del Banco Bic, de raigambre portuguesa, controlado por Isabel Dos Santos.
Es el mismo banco que le concedió un crédito a la empresa pública Angoleña SODIAM para la adquisición la joyería De Grisogono por U$S400 millones.
Como sea, debe decirse que fue más que llamativo que se haya decidido el viaje de Cristina hacia un país y el vicepresidente a otro en forma simultánea, ello por motivos que no acreditaban urgencia alguna, quedando el país al mando de Beatriz Liliana Rojkés de Alperovich.
- (1) A su vez, en Angola existe una empresa pública llamada SODIAM que tiene la exclusividad de comercialización mayorista. Ergo, los diamantes angoleños no se pueden vender al por mayor en su lugar de origen sino que son distribuidos por joyerías que los adquieren, les dan valor agregado y los comercializan al por menor y como parte de alhajas.
*Fuente: Periódico Tribuna de Periodistas – Christian Sanz