El Frente de Todos se prepara para recibir una paliza electoral histórica. Se huele en el aire. El pasado miércoles Máximo Kirchner, en Trelew, reconoció que no hay propuesta, programa y ni estrategia de seducción, aceptando que lo único que los mantiene unidos es “el paraguas de que Mauricio Macri no tiene que volver, o que Cambiemos no puede volver”.
Las noticias internas en poco ayudan a revertir este proceso de descomposición. Desde el entorno de Cristina Fernández de Kirchner trascendió que no sólo a la vicepresidente ni se le cruza por la cabeza la posibilidad de competir en las próximas elecciones, sino que ni siquiera designará ni respaldará explícitamente ninguna candidatura. “Está muy desilusionada por lo que le pasó con Alberto Fernández y siente que en gran medida el fracaso del Gobierno actual es consecuencia de su error al momento de proponerlo”, resaltaron a este medio fuentes oficiales.
Dentro de La Cámpora las cosas no van mejor. Un histórico referente de La Cámpora, que desempeña además un estratégico ministerio provincial, disparó por estos días una frase letal: “Máximo Kirchner quiere ser José López Rega y Eduardo ‘Wado’ de Pedro, Pablo Paladino“.
López Rega, en su momento, quería arrogarse “ser Juan Domingo Perón” al tomar decisiones en su nombre y pretender sucederlo por su influencia sobre Isabel Perón. Paladino, en tanto, quería “jubilar” al difunto ex Presidente, pretendiendo que el ex mandatario Alejandro Lanusse lo designara como su candidato a vicepresidente en la alternativa de presentarse el mismo a una elección que sirviera como salida a su experiencia autoritaria.
Para el ministro, Máximo quiere aprovechar su condición de presidente del Partido Justicialista bonaerense para hacer su propio juego, invocando el paraguas protector de su madre. “Wado”, en tanto, no cesa de generar censuras y cuestionamientos internos por su coqueteo con el CEO de Clarín, con la dirigencia de la Mesa de Enlace o su diálogo fluido con funcionarios norteamericanos.
Nada tiene de casualidad, entonces, que el denominado “operativo clamor” fue prácticamente desechado por La Cámpora a apenas un par de semanas de haber sido lanzado. Esa disputa interna dentro del espacio K le ha impedido postular hasta ahora a un candidato propio.
El argumento de que “no puede hablarse de candidaturas mientras que Cristina siga proscrita”, cuando tienen en claro su decisión de mantenerse prescindente más allá de los condicionamientos que pueda o no sufrir, es la más clara señal de que la agrupación está “jugando a perder en las elecciones nacionales”.
Este es, tal vez, el único punto de coincidencia con Alberto Fernández, quien con su indefinición respecto de su candidatura impide que otras puedan proyectarse, a punto tal que los medios sólo visualizan como presidenciables a los precandidatos de Juntos por el Cambio y a Javier Milei.
El único que mantiene sus expectativas, “con fe y con esperanza” características, es Daniel Scioli, a quién la indefinición de Alberto le está haciendo perder un tiempo precioso para instalar más explícitamente su candidatura. Tampoco recibe respaldo financiero oficial alguno.
A quien quiera escucharlo, Scioli le comunica que su “prioridad es buscar los consensos, lograr los puntos de encuentro y los acuerdos no para ganar una elección sino para hacer un buen Gobierno para todos los argentinos y argentinas”.
Sólo recibe respuestas de ocasión o un misericordioso silencio, sin tomar conciencia de que sólo puede aspirar a ser, una vez más, la cara visible de la derrota. A falta de candidato propio, este miércoles fue recibido por la intendente de Quilmes, la camporista Mayra Mendoza. La visita dejó dos fotos compartidas: una con un cuadro de Néstor Kirchner de fondo; la otra, con uno de María Eva Duarte de Perón y Cristina Fernández de Kirchner abrazadas.
Durante la reunión hablaron de apostar al camino “de crecimiento y desarrollo de la Argentina con generación de puestos de trabajo”, consignas que aparecen huecas en el contexto actual y en la situación de deterioro que experimenta el oficialismo.
Scioli aprovechó la visita para recorrer la empresa Secin, productora de maquinaria industrial y una de las primeras en elaborar tanques de fermentación con recuperación de gas carbónico, en compañía de la intendente.
Y allí se comprometió a redoblar el trabajo y restablecer el vínculo comercial con el mercado brasileño. Más tarde se reunió además con empresarios de la Unión Industrial de Quilmes, para tratar de abonar un perfil productivista que no consigue trascender a la sociedad.
El jueves pasado, la agenda de Scioli lo condujo a reunirse con los gobernadores de Santa Fe, Omar Perotti, y de Entre Ríos, Gustavo Bordet, ubicados en las antípodas del cristinismo. Pero la sensación de estar “arando en el mar”, como lamentó Simón Bolívar poco antes de su muerte, no consiguió disolverse.