Llamó mucho la atención que Alberto Fernández, que constantemente reafirmó su voluntad de evitar cambios en su gabinete, no hiciera nada para convencer a Daniel Arroyo para que permaneciera al frente del ministerio de Desarrollo Social. Es cierto que el funcionario venía golpeado, deshilachado ante la opinión pública, ya que en realidad de ministro sólo tuvo la lapicera para firmar las decisiones que le imponían las organizaciones sociales que se habían instalado en su funcionariado. Pero el presidente no movió un dedo. Más aún, pareció satisfecho cuando se enteró que las únicas que sostenían a Arroyo eran las organizaciones sociales que habían colonizado la cartera.
Tampoco Cristina Kirchner consiguió convencer al ministro de Defensa, Agustín Rossi, de que desistiera de armarle una lista competitiva en las PASO a Omar Perotti. Por más que intentaron convencerlo por todos los medios de que desistiera, se reveló y mantuvo su posición firme. No quiere legitimar el liderazgo del gobernador, ni aunque el alfil de Cristina, Sacnun, haya llevado al legislador provincial Armando Traferri –acusado por narcotráfico- para tratar de convencerlo. La interna santafesina es destructiva, con el juego clandestino y el narcotráfico operando no siempre a la sombra. ¿Otro ministro que se va de un Gabinete que no se toca?
No por casualidad Juan Grabois salió a tirarle munición pesada al gobierno nacional, y que el Movimiento Evita llevara a cabo una serie de acuerdos electorales que implican una señal de confrontación muy explícita con Alberto Fernández.
El más destacado, sin lugar a dudas, fue el acuerdo que el “Chino” Navarro y Emilio Pérsico –dos funcionarios nacionales- cerraron con el peronismo cordobés que lidera Juan Schiaretti, y que va por fuera del Frente de Todos, para integrar sus listas. Pero no es menos significativo el que alcanzaron con Agustín Rossi, para integrar la lista opositora a la presentada por Omar Perotti en Santa Fe, y que fue bendecida por Cristina y Alberto. O la decisión de armarle una lista competitiva a Fernando Espinoza en las PASO de La Matanza. Cuando el río suena…
La jugada cordobesa del Evita consistió en cerrar acuerdo con Schiaretti para que Rosalía Cáceres fuera incluida como candidata a diputada nacional en la lista del “cordobesismo”, que va por fuera del Frente de Todos. Esa lista enfrentará a la de Carlos Caserio y Martín Gill, que fue armada con la supervisión personal del presidente, a quien le costó bastante convencer al secretario de Obras Públicas de abandonar su cargo para sumergirse en una elección provincial poco prometedora.
Lo más llamativo fue la publicación del “Chino” Navarro felicitando a Cáceres, con un comentario que sonó a disparo bajo la línea de flotación del gobierno nacional. “Hay que persistir en la unidad del peronismo en la provincia y el país”, expresó el secretario parlamentario de la Nación.
En Santa Fe, el Evita cerró acuerdo con la lista de Agustín Rossi y la vicegobernadora Alejandra Rodenas, quien confrontará abiertamente contra el gobernador Perotti, quien también se reservó un cargo como senador suplente en la boleta que auspicia. La lista de Rossi y Rodenas llevará como primer candidato a Eduardo Toniolli, dirigente del Movimiento Evita. A diferencia de Córdoba, aquí el movimiento social competirá en las PASO del Frente de Todos, pero también en oposición a la lista avalada por el gobierno nacional.
En La Matanza, finalmente, Pérsico y su esposa -la diputada provincial Patricia “Colo” Cubría– armaron una lista de concejales que competirá con la del intendente. Y para que quedara en claro la voluntad de confrontar, irán aliados a Heraldo Cayuqueo, un tradicional enemigo de Espinoza.
No sólo en La Matanza el Evita confrontará con el intendente. También en Florencio Varela armó una lista para competir con el alcalde local, Andrés Watson.
Es que el Evita sacó no recibió ninguna candidatura “entrable” en las listas del Frente de Todos. En la boleta de provincia, Daniel Menéndez irá décimo sexto, en tanto que Cecilia Barros fue ubicada sexta en la de la CABA. Y a esto debe sumarse la incógnita sobre el sucesor de Arroyo, que ha motivado una virulenta disputa dentro de los socios de la coalición, aunque es seguro que el elegido no tendrá la misma deferencia con los movimientos sociales que manifestó el ministro saliente.
El gobierno nacional se fijó como norte conseguir la unidad en la composición de las listas. Ese objetivo fue logrado. El problema es que ahora la amenaza de que se convierta en una victoria pírrica está más presente que nunca y el riesgo de estallido suena cada vez más próximo.
*Fuente: REALPOLITIK
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