Las diferencias dentro del Gobierno son abrumadoras. Recientemente, el ministro de Economía, Martín Guzmán, expresó que analiza abandonar su puesto debido a las diferencias existentes con el subsecretario de Energía, Federico Basualdo. “Martín está más afuera que adentro. No está dispuesto a continuar en estas condiciones porque percibe que se quedó sin autoridad para marcar el rumbo económico”, comentaron fuentes del Gobierno a La Nación.
El ministro de Economía fue duramente presionado por el ala kircherista del Gobierno. Ese núcleo duro lo apretó en reiteradas oportunidades. Por ejemplo, vale recordar que, mientras éste intentaba renegociar la deuda en Estados Unidos, Cristina señaló en un discurso que “con estos plazos y tasas no podemos pagar la deuda”.
En este sentido, Guzmán regresó de su gira europea con dos metas claras: que las medidas económicas ganen legitimidad y conseguir equilibrio fiscal. Planteó entonces al Presidente no volver al encierro total (como aconseja el keynesianismo bonaerense) y aumentar progresivamente las tarifas para evitar el despilfarro de los subsidios (idea que no es apoyada por el camporismo). Guzmán comentó esto sabiendo que se maneja por la cornisa…
En paralelo, Guzmán se reunió con Cafiero para acordar la salida de Basualdo, que como representante directo de La Cámpora expresaba la mayor resistencia a la reducción de los subsidios a la electricidad. No iba a trabajar bajo sus condiciones. Consideró que esta era la forma de conseguir subir las tarifas de manera escalonada, oponiéndose de esta manera a Cristina Kirchner.
En la mañana del viernes Alberto Fernández emitió su discurso sobre las medidas para la pandemia. Y un rato después, el Gobierno comunicó en forma semioficial que Basualdo dejaba su cargo por “incompetencia”, ya que no había avanzado con el estudio de segmentación de tarifas que le habían pedido. El emisario había sido el secretario del área, Darío Martínez. Al mediodía Guzmán había logrado sus dos objetivos.
Sin embargo, vio dificultades en el tema tarifas… recordemos que, el ministro se está enfrentando a Cristina. Durante esa tarde, La Cámpora difundió un comunicado semioficial en el cual se planteaba que Basualdo seguía en su cargo y que nadie le había pedido la renuncia. No solo eso, con total autoridad se señalaba que “habrá UN SOLO incremento del 8%. Es falsa la versión de un segundo aumento”. Cristina en persona se había encargado de habilitar la contraofensiva que dejó en una situación ridícula a Guzmán, pero que también puso como nunca en jaque a Alberto Fernández.
En La Cámpora florece un resentimiento con el ministro porque lo bancaron en sus disputas internas y ahora él se muestra inflexible con su representante energético. “Cristina lo recibió dos veces en El Calafate, algo que no hace con muchos. Y ni siquiera pudo controlar la inflación”, marcaban con ánimo despechado. Está claro que lo que está en juego no es el rol de Basualdo sino la definición de la política económica. El debate por las tarifas demostró la disputa entre dos modelos: la heterodoxia dialoguista de Guzmán y la heterodoxia totalitaria de los sectores camporistas.
Tras lo ocurrido, Guzmán le planteó al Presidente que, si no era respaldado en su decisión, tenía pensado dejar el cargo. Expresó claramente que no estaba dispuesto a continuar como un ministro devaluado. En un momento pensó en ofrecer un gesto de compensación, pero después transmitió su convicción de que lo de Basualdo “es innegociable”.
“La salida de Basualdo va a suceder. No ya, sino cuando le encontremos un reemplazante. Va a llevar un tiempo. Alberto no se va a apurar”, dijeron en el entorno presidencial, en un intento por enfriar el conflicto. Pero con el correr de las horas Guzmán transmitió a su entorno la sensación de que la promesa de Alberto corría el riesgo de licuarse y dio señales de estar pensando seriamente su salida. “Si se queda Basualdo yo no tengo nada más que hacer”, expresó.
Mientras el Gobierno está en jaque por la pandemia, el confinamiento, la economía y un cada vez más cercano estallido social, no existió comunicación entre Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Martín Guzmán; acaso, los funcionarios “más importantes” del país. La posible renuncia de Guzmán sería vista como una enorme pérdida política para el gabinete de Alberto. Sin embargo, tras bambalinas, ya empezó a correr el nombre de su posible reemplazo: la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca.