Labardén es un pequeño pueblo de Buenos Aires de poco más de 1.000 habitantes, situado a 300 kilómetros de Capital Federal (tomando en cuenta el trayecto comprendido por la RP2) y perteneciente al partido de General Guido. Los vecinos tienen un peculiar problema: El acceso más importante del pueblo no está asfaltado, por lo que, prácticamente, se podría decir que están “aislados” del mundo.
Hace más de 70 años esperan que el camino se asfalte. Ese tramo (catalogado como 037-01 por el Estado bonaerense) es el que une al pueblo con la localidad próxima, Maipú. Sucede que, si los vecinos labardenenses necesitan atención médica compleja o hacer un trámite, deben transitar un camino de tierra de poco más de aproximadamente 18 kilómetros.
“Nos dicen que no hay plata, que todos los trámites no sirven para nada y que hay que empezar de nuevo”, comentó un vecino a La Nación en el año 2000. Licitaciones hubo varias, pero se asfaltaron apenas 7 kilómetros (desde Labardén a Maipú) durante el período 2015 – 2019, cuando la provincia estuvo a cargo de María Eugenia Vidal.
“Hacer solamente un tercio del camino necesario es prácticamente no hacer nada. El problema serio que tenemos es el tránsito, por las propias características del terreno, que cuando lleve se ponen cenagosos”, argumenta el precandidato a intendente de General Guido, Walter Arias, que en diálogo con este medio, detalló los enormes inconvenientes de los labardenses, “un problema enorme, más en los tiempos en los que vivimos”. Esa obra, asfaltar el tramo Labardén-Maipú, es uno de los ejes principales de su campaña. “Sobre ese camino hubo mil promesas de la política para asfaltarlo. La obra, que es simple, le solucionaría la vida a los vecinos”, pero nunca se hizo nada.
Además, Arias comentó una insólita acción del gobernador Axel Kicillof, quien inauguró, hace unos meses, un frigorífico municipal. La obra, que contó con una inversión de $7 millones, busca “facilitar el acceso a una faena segura y evitar recorridos de más de 100 km hasta los frigoríficos más cercanos”. El problema es que, justamente, a falta de camino, hace imposible el traslado del ganado. “Nadie quiere contratar, porque es inviable”, afirmó Arias.