Al ser destituido Felipe Solá, asume la cancillería argentina un hombre como Santiago Cafiero, el cual no es diplomático de carrera, y según muchos diplomáticos carece de conocimiento en lo que respecta a las relaciones exteriores del país. Eso sin mencionar que habla solamente un idioma, factor sumamente raro para un hombre que debe forjar vínculos con otras naciones.
Los vínculos del ministerio de relaciones exteriores durante el año anterior se basaron en profundizar las relaciones con Rusia por los envíos de Sputnik, estableciendo una verdadera unión bilateral para hacer frente al bloque occidental encabezado por Estados Unidos.
De igual manera, la cancillería en este periodo fue muy ideologizada, debido a que la asunción de Alberto Fernández cómo presidente de la CELAC, significó unirse con otros países latinoamericanos de tendencia progresista. Aunque la CELAC más que una verdadera unión de países, es una organización política internacional con un gran tinte de izquierda que desea sustituir la Organización de Estados Americanos.
Pero la agenda de la política exterior nacional tuvo que comenzar a girar tras la invasión de Rusia a Ucrania, ya que apoyar a Rusia, significaba estar a favor de un estado agresor, el cual fue repudiado por el mundo entero. Al principio del conflicto, Argentina se comenzó a abstener en las resoluciones en contra de Rusia en la ONU y otros organismos, pero luego se volcó a cambiar lentamente.
Algunos elementos que apoyan esta afirmación están en el pasado abril de este año, donde Argentina votó a favor de la expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas tras las denuncias del presunto genocidio cometido por las tropas del Kremlin en la localidad de Bucha.
Agregando a lo anterior, el pasado 12 de octubre de este mes, en la Asamblea General de Naciones Unidas, Argentina votó a favor de rechazar los referéndums rusos en las regiones ucranianas de Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporizhzhia.
Y por sí fuera poco hemos comenzado a notar cómo los discursos de Alberto Fernández dirigidos a la guerra comenzaron a ser muy críticos con el conflicto, pero nunca viendo a Rusia cómo el culpable de esta, sino que analizaba a la guerra cómo un mal en general.
Entonces, ¿Qué podemos esperar de todo esto? La respuesta es simple, baja confianza internacional. Ningún país dará su confianza a un estado que cada 2 años cambia rotundamente su política exterior. Argentina está comenzando a darse cuenta de que apoyar a gobiernos con poca legitimidad democrática le juega una mala pasada en el ámbito internacional, porque al fin y al cabo ¿Qué países quisieran relacionarse con una nación que apoya gobiernos tiránicos?