En las últimas horas, Gisela se acercó a la fiscalía de General Rodríguez a realizar una denuncia que, según asegura, intentó durante mucho tiempo no hacer, confiando en que las amenazas cesarían en algún momento. Pero no fue así. Llevó como prueba decenas de mails, mensajes de texto y de redes sociales en las que cobardes escudados en el anonimato amenazan con terminar su vida.
La historia comenzó cuando dos mujeres, militantes de La Cámpora, se acercaron a ella para pedirle ayuda por un caso de violencia de género y acoso por parte del concejal local y amigo de Máximo Kirchner, Diego Escobedo. “Si una mujer me pide ayuda, desde mi espacio trato de estar. Es así que cubrí la situación, sobre todo porque estaban siendo hostigadas hasta en sus propias casas”, explicó Gisela a REALPOLITIK.
“Soy una mujer que trabaja en medios de comunicación desde hace unos siete años en General Rodríguez, y llegué a ser una de las más escuchadas en el distrito”, explicó, justificando así la razón por la que las dos víctimas buscaron su ayuda. “Las ayudé porque sé lo que es vivir a diario de este modo. Es horrible. Pensar que en algún momento te van a matar, y no sabés si será cuando dormís o cuando estás haciendo las compras. Te sangra el alma todos los días”.
Fue entonces que Gisela utilizó los medios de comunicación a su disposición para hacer pública la situación de las víctimas de Escobedo. Al tiempo que ocurría esto, el dirigente de La Cámpora era denunciado en la UFI Nro. 9 por violencia de género, hostigamiento y maltratos. No sólo ello, sino que también fue denunciado por exigirle a las mujeres que militaban con él que tengan relaciones sexuales con gente de otras agrupaciones a cambio de información.
Lejos de sostener una postura de contención con las víctimas, los militantes de La Cámpora reaccionaron de forma demagoga y cobarde. Comenzaron a atacar a cualquiera que insinuara que lo que hizo Escobedo estuvo mal, y se ensañaron particularmente con Gisela por hacer pública la alarmante situación.
“Comenzaron con el reparto de mi número personal. Me llegaban mensajes desde números que desconocía. Los bloqueaba y aparecían más. Me enviaban notas de otros medios periodísticos en los que Escobedo aseguraba que las víctimas mentían. Como no les respondí, comenzaron las amenazas por mensajes”, explicó Gisela a este medio.
Pronto la situación comenzó a escalar. “Pocos días después se sumaron las llamadas telefónicas a todas horas del día. Yo no las atendía, y se multiplicaban, todas desde números desconocidos. Tengo reiteradas llamadas hasta la madrugada. Instalé aplicaciones bloqueadoras de llamadas, hice lo que pude. Fue una verdadera tortura”.
Los mensajes no dejaban lugar a dudas. Todos afirmaban que acabarían con su vida, de distintas maneras y con expresiones con distintos grados de agresividad. Crearon incluso perfiles falsos suyos en las redes sociales, lo que multiplicó los ataques hacia su persona.
Gisela intentó como pudo que los hostigadores se cansen y que el tormento cese, pero nunca ocurrió. Los ataques continuaron y no le quedó otra opción que recurrir a la fiscalía. “Estoy muy cansada. ¿Qué debo esperar? ¿A que efectivicen las denuncias?”.
*Fuente: REALPOLITIK
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