Como consecuencia de la bajante histórica que está sufriendo el río Paraná, el Gobierno se vio obligado a buscar alternativas para evitar una abrupta caída de la oferta de energía. Por esto, instó al Ministerio de Economía a “asegurar el normal abastecimiento de la demanda de energía eléctrica”, como parte de la “Emergencia Hídrica”, para mantener los servicios de gas natural y electricidad.
En realidad, el proceso ya arrancó el mes pasado y las importaciones de combustibles (esencialmente fuel y gas oil) llegaron a U$S 710 millones, lo que representó un aumento de 210% respecto al año anterior, para abastecer las centrales térmicas tras la caída de la generación hidroeléctrica. Esto llevó a las importaciones totales del mes a superar los U$S 5.900 millones, cuando venían apenas superando los U$S 5.000 millones, siendo el primer impacto notorio, pero esto se volverá a repetir en el mes de julio.


Desde el Banco Central, reconocen a la emergencia hídrica como un verdadero “cisne negro” en la política cambiaria, ya que confluyen en simultáneo dos fenómenos negativos: una reducción en el ingreso de dólares de la cosecha gruesa y un fuerte aumento de importaciones de energía, que representa una salida adicional de divisas.
Para el Banco Central la demanda de importaciones de energía pasó a ser un dato relevante de la política cambiaria, ya que la consecuencia es un saldo comercial que se verá afectado en los próximos meses, volviendo mucho más complicada la acumulación de reservas que está intentando llevar a cabo Miguel Pesce, presidente del BCRA. Ahora el stock llegó a U$S 43.000 millones, pero el nivel de reservas netas apenas supera los U$S 7.000 millones.
-Especial para Data24.com.ar-
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