El cultivo más afectado sería la soja, cuya intención de siembra disminuiría en 680 mil hectáreas como consecuencia del nuevo aumento en los derechos de exportación al complejo.
Lo que sucede es que al disminuir los precios recibidos domésticos y modificar las rentabilidades relativas, los actores modifican sus planes de negocios ante los nuevos escenarios.
El nuevo esquema modifica especialmente la situación esperada al interno del área sembrada. Con el Decreto 230/20 es el cultivo de soja el que explica casi la totalidad de la caída del área.
En relación a lo previsto para el Decreto 37/2019, mejora la situación para el resto de los cultivos. En el caso de maíz, se espera incluso un leve incremento en el área respecto del escenario Base. Esto no se debe a beneficios otorgados a estas producciones, si no a la peor situación que enfrenta el cultivo de soja con mayores alícuotas.
En este sentido, sin efectos para el área sembrada de la campaña en curso, las nuevas alícuotas sí tendrían un impacto significativo en el área sembrada y la producción durante la campaña 2020/21.
El área total se reduciría en 636 mil hectáreas en relación a lo que se hubiese obtenido en la Base (con el anterior esquema de 4 pesos por dólar), casi 120 mil hectáreas más a la caída prevista con el Decreto 37/2019.
En términos de cultivos, el más afectado sería la soja, cuya intención de siembra disminuiría en 680 mil hectáreas como consecuencia del nuevo aumento en los derechos de exportación al complejo.
Como consecuencia, los cambios recientes tendrán un costo en términos de producción, exportaciones y producto bruto. Mientras la recaudación fiscal aumentaría en US$ 1.395 millones durante la campaña 2020/21 en relación a lo que se hubiese obtenido en el escenario Base, el valor de exportaciones se reduciría en US$ 843 millones y el valor agregado en US$ 813 millones.
Tanto soja como trigo y maíz ven comprometida su rentabilidad a medida que nos alejamos de la zona núcleo. Sin embargo, el impacto de las alícuotas continúa siendo mayor en trigo y maíz, que tienen un valor por tonelada más bajo y, por lo tanto, sufren en mayor medida el peso de los costos logísticos, además de mayores costos de implantación.
En gran parte de las regiones, especialmente en aquellas más alejadas de los puertos y con menor potencial de rendimiento, deberán conseguirse rendimientos relativamente altos para la zona, para cubrir los costos y alcanzar una rentabilidad positiva.
En resumen, bajo el escenario actual apenas el 47% del área sembrada con maíz a nivel nacional tendría una probabilidad mayor a 50% de cubrir costos durante este campaña, llegando al 49,1% y 63,5% en trigo y soja, respectivamente.
En el trabajo de diciembre, la superficie de soja con relativamente alta probabilidad de cubrir costos superaba el 70%.