13 marzo, 2025

DÓLAR EN ALERTA | Peligro de hiperinflación “si el Congreso no avala el cambio de rumbo que votó la mayoría”

La creciente brecha cambiaria, impulsada por incertidumbres políticas y demoras legislativas, destaca la importancia de la confianza en las decisiones del Congreso para evitar riesgos de hiperinflación.
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Un informe de la Fundación Libertad y Progreso, en base a estadísticas oficiales, señala que el continuo aumento de la brecha cambiaria deja al tipo de cambio financiero, Contado con Liquidación (CCL en adelante), en niveles reales semejantes a febrero de 1989, seis meses antes del primer pico hiperinflacionario y del valor dicho dólar en agosto del mismo año. Según los especialistas, las razones del aumento en la actualidad tienen que ver con las dudas sobre la posibilidad de un cambio de rumbo que votó la mayoría de la gente, de parte de un sector del arco opositor al proyecto de Ley que propuso el Poder Ejecutivo.

Entre las primeras medidas del actual gobierno, se destacó el salto del tipo de cambio oficial de 118%, que generó una drástica caída de la brecha desde el 182% inicial hasta un 8% a finales de diciembre. A buena parte de los analistas les llamó la atención que no subieran los dólares paralelos, pero fue un claro indicador de la confianza que se tenía entonces sobre que habría un cambio de rumbo. Sin embargo, este cambio de rumbo se fue diluyendo en las últimas semanas. La brecha superó el 50% y el CCL se incrementó 30% desde el inicio del mandato, alcanzando un nuevo récord nominal.

Medido en términos reales, el tipo de cambio financiero se mantiene en niveles similares a la previa de la hiperinflación
Medido en términos reales, el tipo de cambio financiero se mantiene en niveles similares a la previa de la hiperinflación

Ahora bien, medido en términos reales, es decir ajustado tanto por la inflación local como la de Estados Unidos, el valor del dólar expresado en pesos continúa en valores históricamente altos. Estos datos sólo pueden encontrarse antes o después de alguna de las tres hiperinflaciones que tuvo Argentina. Como aún no nos encontramos en un estallido hiperinflacionario, los analistas señalan que es necesario prestar atención a períodos anteriores. En los meses previos a la hiperinflación de 1989, el tipo de cambio financiero saltó desde $636 en enero a $2.274 durante junio, en valor presente. Tras el pico en junio de 1989, el tipo de cambio real cayó a unos $750, pero en febrero de 1990 volvió a escalar hasta $1500. Un paso hacia adelante en el tiempo, con la salida de la convertibilidad, a principios de 2002, el tipo de cambio saltó al equivalente de unos $1032 actuales.

El promedio del último mes arroja un tipo de cambio de $1158, el cual se encuentra en niveles similares, aunque ligeramente por debajo, del valor promedio de octubre. El equipo de economía de la Fundación Libertad y progreso explica que lo que ocurre es que, si bien se produjo un giro político muy importante desde las últimas elecciones, la economía continúa en estado crítico y eso no puede cambiar “de la noche a la mañana”. Esto nos lleva a pensar qué debería ocurrir para volver a valores que tiendan a bajar y alejarse de los que se registraron antes de la hiperinflación. En este sentido, Aldo Abram, director ejecutivo de mencionada fundación, señala como principal responsable a la demora del Congreso en avalar el cambio de rumbo que, según el economista, brindarían la certeza que el mercado necesita y que el cambio de rumbo que Argentina necesita no quede en expresiones de deseo.

El economista expresó que “cuanto mayor la incertidumbre sobre si vamos a empezar a transitar el camino a ser un país normal, más nos acercamos a una hiperinflación. La confianza en que este cambio se dará es lo que ha moderado la huida del peso y la fuga de capitales. Además de las decisiones que están tomando nuestros legisladores depende que haya que volver a emitir para pagar los déficits del Estado. Esto no es solamente grave porque el impuesto inflacionario empobrece a todos, pero sobre todo a los más pobres, sino porque nos puede poner camino a una hiperinflación”. Y agregó que “es increíble que para algunos legisladores prevalezcan los intereses de algunas corporaciones, en vez del bienestar del conjunto de los argentinos. Los votantes deberían tomar cuenta de quiénes están defendiendo privilegios y subsidios a costa del nivel de vida de su familia”.

La confianza es todo

Según el equipo económico de la Fundación Libertad y Progreso, la promesa de equilibrio financiero y las reformas estructurales son pilares fundamentales del actual programa económico. Aunque, para cumplir con esto, no alcanzan las “buenas intenciones” y será necesario el acompañamiento político del Congreso para mantener en pie el DNU y la aprobación de la Ley Ómnibus. Más allá de las modificaciones que pueda sufrir esta última, será inevitable conservar el núcleo que sustenta el plan fiscal para el 2024 y que le permitirá al Gobierno Nacional llegar al equilibrio.

Al respecto, Lautaro Moschet, también economista miembro de la fundación, señaló que “la crisis económica que estamos atravesando presenta varios frentes de batallas y el tipo de cambio es una medida de la salud que presenta la economía. En la medida en la cual comencemos a ver que efectivamente el gobierno logra encausar las cuentas fiscales y sanear el banco central, el mercado interpretará que el riesgo de un estallido es menor y que la nueva administración se mueve en sentido acorde a fortalecer nuestra moneda, provocando un descenso del tipo de cambio en términos reales”.

*Fuente: Fundación Libertad y Progreso

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La soja, el cultivo con la mayor caída de poder adquisitivo

La campaña agrícola 2024/2025 atraviesa un panorama complejo marcado por la baja de los precios internacionales, un factor que impacta directamente en la capacidad de los productores para afrontar insumos, costos e inversiones. En su informe mensual, CONINAGRO advierte que la soja es el producto que más poder de compra ha perdido en el último año y también en comparación con el promedio de los últimos cinco años.

El documento, que analiza el poder de compra de seis productos agropecuarios —soja, maíz, trigo, ternero, novillito y leche—, mide la capacidad de estos cultivos para adquirir una amplia gama de costos, insumos y servicios del sector, como herbicidas, fletes, maquinaria y otras 20 variables. El objetivo principal de este indicador es evaluar la competitividad de los productores a través de un análisis insumo-producto que relaciona los precios de los bienes con los costos que estos deben cubrir.

La soja, además de ser una referencia para la producción agrícola, “es el cultivo que mayor pérdida de poder adquisitivo ha tenido en el último año y respecto al promedio de los últimos 5 años”. El informe destaca, por ejemplo, la comparación con la maquinaria agrícola: en enero de 2025 se necesitaron un 20% más de toneladas de soja para adquirir una cosechadora que en el mismo mes del año previo. En términos absolutos, se requieren 1.650 toneladas, 270 más que un año antes.

Si se toma en cuenta el promedio de los últimos cinco años, el panorama es aún más negativo: se precisa un 39% más de soja para comprar una cosechadora, 42% más para una sembradora y 38% más para un tractor.

La apreciación cambiaria encarece en dólares algunos componentes de la estructura de costos que se expresan en pesos, como los fletes. Según el informe, en enero de 2025 se necesitó un 34% más de kilos de soja para costear un flete que en enero de 2024. Parte de esta suba se vincula al aumento en el precio del gasoil: se requirieron un 40% más de kilos de soja para adquirir un litro de combustible respecto al año anterior.

En el caso de los fertilizantes, la relación de intercambio entre soja y DAP (fosfato diamónico) muestra una leve mejora con respecto a 2024: en enero de 2025 se necesitaron 2,9 kg de soja para obtener 1 kg de DAP, frente a los 3,1 kg de un año antes, lo que implica una disminución del 6%. Sin embargo, en comparación con el promedio de los últimos cinco años, la diferencia sigue siendo desfavorable, con un 14% más de soja requerida.

Entre los pocos insumos que registran una mejora relativa para la soja, el glifosato sobresale: “En enero de 2025 se requirieron 34% menos kilos de soja respecto a enero de 2024, y cayó 22% con respecto al promedio de los últimos 5 años”. Este comportamiento responde a la baja internacional en los precios del herbicida, tras los récords alcanzados en 2022.

También destaca la reducción en el costo relativo de la tierra: en enero de 2025 se necesitaron 58,9 toneladas de soja para adquirir una hectárea, una mejora respecto de las 61,4 toneladas de un año antes (-4%). Al confrontar los valores actuales con el promedio de los últimos cinco años (65,2 toneladas), la disminución llega al 10%. Este fenómeno se explica en buena medida por la reducción de la brecha cambiaria, que mantiene el precio de los campos (en dólares MEP/Blue) relativamente estable frente al valor oficial de la soja.

Con este panorama, la soja se consolida como el cultivo más afectado por la pérdida de poder adquisitivo dentro de la producción agropecuaria argentina, reflejando el desafío que enfrentarán los productores durante la campaña 2024/2025 para mantener su competitividad. El informe de CONINAGRO ofrece una valiosa herramienta de análisis y alerta sobre la necesidad de estrategias que contemplen los efectos de la baja de precios y la apreciación cambiaria en los costos del sector.

Redacción

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Caputo defendió el nuevo acuerdo con el FMI: “Podremos finalmente terminar de derrotar la inflación”

El Gobierno nacional firmó un Decreto de Necesidad y Urgencia que aprobó un nuevo acuerdo de Facilidades Extendidas (Extended Fund Facility, EFF) con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con un plazo de amortización de diez años y un período de gracia de cuatro años y medio antes de comenzar los pagos. Según el texto oficial, este esquema buscó “cancelar letras intransferibles en dólares estadounidenses en poder del Banco Central de la República Argentina (BCRA)” y cubrir “obligaciones derivadas del Programa de Facilidades Extendidas firmado en 2022, cuyos vencimientos operen en los próximos cuatro años”.

La decisión, impulsada por el presidente Javier Milei, generó críticas de gran parte del arco político opositor y de algunos aliados, quienes cuestionaron la suscripción de una nueva deuda sin debate parlamentario. Mauricio Macri objetó que se recurriera a un decreto en lugar de pasar por el Congreso. Sin embargo, las autoridades defendieron la medida. Entre ellas, el ministro de Economía, Luis Caputo, celebró el DNU y afirmó que la refinanciación ayudaría a “sanear el Banco Central” y a trazar “un sendero de crecimiento económico sostenible en el tiempo”.

– El presidente Javier Milei y el equipo económico de Luis Caputo en Olivos

“Es la primera vez que se hará un acuerdo con el Fondo para reparar el daño que la política le ha provocado a los ciudadanos vía el abuso del gasto público y consecuente déficit fiscal”, expresó Caputo desde su cuenta de X. Sostuvo que este nuevo crédito resolvería “el problema de los stocks (déficits acumulados del pasado), que derivaron en la apropiación de las reservas del Banco Central vía deuda del Tesoro Nacional”. Además, aseguró: “Saneado el desequilibrio del flujo y del stock, podremos finalmente terminar de derrotar la inflación”.

El DNU explicó que el programa con el FMI se extendería hasta 2035 y cubriría los pagos de la deuda en los próximos cuatro años, dejando la posibilidad de una renegociación futura. Según se detalló, en diciembre de 2023 las reservas netas del BCRA eran negativas por 11.200 millones de dólares y, al 6 de marzo de 2025, habían aumentado en 7.034 millones, aunque todavía se mantuvieron por debajo de cero en más de 3.000 millones.

El texto oficial defendió la medida para “fortalecer las reservas internacionales, garantizar la estabilidad macroeconómica y reducir la volatilidad financiera”. También indicó que el ajuste fiscal y la política de déficit cero provocaron una baja de la inflación interanual a 84,5 % en enero de 2025 y una disminución de la pobreza del 54,8 % al 38,9 % en el primer año de gestión, según estimaciones del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales basadas en datos del Indec.

No obstante, el decreto omitió detalles relevantes sobre la magnitud y el cronograma de los desembolsos, las tasas de interés aplicables y las metas macroeconómicas. “Omite todos los detalles clave, como la magnitud y el cronograma de desembolsos, las metas y las condicionalidades, entre otros aspectos”, apuntó el economista Gabriel Caamaño, de la Consultora Ledesma. Jorge Neyro, por su parte, resaltó que “el DNU reconoce que el programa con el FMI va a ser uno de facilidades extendidas, no un stand by, lo cual le da más plazo de pago al Gobierno por los fondos que tome”. En tanto, Andrés Reschini, de F2 Finanzas, afirmó que “el texto omite detalles tácticos, como metas específicas y el plan para liberar el cepo”.

– Gita Gopinath, subdirectora del Fondo Monetario Internacional

Otro punto crucial quedó vinculado a la posibilidad de recibir fondos adicionales. La consultora UBS aseguró que el FMI otorgaría 8.000 millones de dólares extra, algo que no figuró en el decreto. De acuerdo con su análisis, esta inyección adicional resultaría clave para que Argentina enfrentara sus próximos compromisos de deuda y fortaleciera las reservas del BCRA.

Caputo, quien también ocupó el Ministerio de Economía durante el gobierno de Cambiemos, confirmó que retomaría las negociaciones con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, para definir los términos finales y las condiciones de pago. El decreto en cuestión delegó en el Ministerio de Economía la firma de los acuerdos y especificó que sería remitido a la Comisión Bicameral Permanente del Congreso para su tratamiento legislativo.

Redacción

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La inflación de enero fue la más baja desde julio de 2020: La caída “es inevitable y esperamos que siga sorprendiendo”

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que la inflación de enero se ubicó en 2,2%: una cifra que marcó la suba mensual más baja desde julio de 2020 y llevó la variación interanual al 84,5%. El índice desaceleró frente al 2,7% de diciembre y continuó la tendencia descendente de los últimos meses, un proceso que el Gobierno de Milei vinculó con su política fiscal, monetaria y cambiaria.

La división de mayor aumento en el mes fue Restaurantes y hoteles (5,3%), impulsada por subas estacionales en servicios de hotelería. Le siguió Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (4,0%), principalmente por ajustes en alquileres. En contrapartida, los menores incrementos se registraron en Educación (0,5%) y en Prendas de vestir y calzado, rubro que mostró una deflación de -0,7%. A nivel de categorías, “los precios regulados (2,6%) lideraron el incremento, seguidos del IPC núcleo (2,4%), mientras que los Estacionales aumentaron 0,6%”, detalló el organismo. Además, se mantuvo la brecha entre la inflación de bienes (1,5%) y la de servicios (3,8%).

Desde el Ministerio de Economía destacaron que “este sendero de reducción en la inflación se dio en un contexto de crecimiento del nivel de actividad (+6,4% acumulado entre abril y noviembre según el EMAE desestacionalizado) y suba en los ingresos de la población, destacándose los incrementos en términos reales en diciembre de 18% i.a. en el salario promedio del sector privado registrado (SIPA), 12,8% i.a. en el haber jubilatorio y 107% i.a. en la Asignación Universal por Hijo”.

El ministro de Economía, Luis Caputo, celebró el dato y escribió en su cuenta de X: “El 2,2% es la inflación más baja en casi 5 años. Bienes 1,5%. Canasta Básica 0,9%. El proceso de desinflación continúa”. Además, el funcionario había adelantado días atrás la posibilidad de perforar la línea del 2% en febrero y afirmó: “Ojalá empiece en febrero con 1, el proceso de desinflación va a continuar, el orden macro va a continuar. El proceso es inevitable y esperamos que siga sorprendiendo”.

La expectativa oficial se basó en la modificación del ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial, que en enero aún avanzó al 2% mensual, pero que pasó al 1% desde febrero. El Gobierno buscó que los bienes, que representan alrededor del 65% de la canasta del INDEC, convergieran a ese ritmo de incremento.

Ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo: “Ojalá empiece en febrero con 1, el proceso de desinflación va a continuar, el orden macro va a continuar. El proceso es inevitable y esperamos que siga sorprendiendo”

No obstante, dos consultoras privadas que relevaron precios en la primera semana de febrero detectaron incrementos más pronunciados en alimentos y bebidas, especialmente por la suba de la carne. LCG sostuvo que “a comparación de la semana pasada, la primera semana de febrero presentó un fuerte incremento en el porcentaje de productos con aumentos de precios: 10 puntos porcentuales, abarcando al 21% de la canasta relevada”, con una variación semanal de 2,3%, “el número más alto para esta serie desde la segunda semana de marzo”. La firma aseguró: “Febrero comienza con una inflación semanal de 2,3% en nuestro Relevamiento de Precios de Alimentos y Bebidas. Se sostuvo la estacionalidad de las primeras semanas de cada mes con subas por encima de las semanas previas”.

Por su parte, Equilibra registró en el mismo período un incremento semanal de 1,1% tras la suba de 2,6% en “Carnes y otros derivados” (3,7% en carne vacuna). “La suba estacional de la carne vacuna ya se sintió en el mercado minorista”, precisó el informe, y proyectó que la inflación de febrero podría ubicarse cerca del 2%, en línea con lo estimado previamente para enero.

El relevamiento mensual del INDEC mostró además que la inflación núcleo de enero fue de 2,4%, con bienes y servicios en un sendero de desaceleración sostenida. “La profundización del sendero de desinflación puede apreciarse también en el análisis de medias móviles de la variación del IPC, que permitió extraer tendencias más allá de la volatilidad de muy corto plazo”, indicaron desde la cartera económica. Según la misma fuente, la media móvil de tres meses se ubicó en 2,4% mensual, el menor registro desde agosto de 2020, mientras que la de seis meses se colocó en 2,9%, el menor nivel desde noviembre de ese mismo año.

Las previsiones del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) habían calculado para enero un 2,3%. Para febrero y marzo, los analistas también estimaron un número cercano al 2%, con la posibilidad de reducirlo al 1,5% hacia mediados de año. De acuerdo con las proyecciones oficiales y privadas, la estabilidad cambiaria resultó clave para sostener el proceso de desinflación, que acumuló cuatro meses consecutivos con registros por debajo de 3%.

La variación de precios de enero también fue la más baja desde que Javier Milei asumió la Presidencia: en noviembre se había registrado 2,4% y en diciembre 2,7%. En términos interanuales, la cifra alcanzó 84,5%, la menor desde 2022 y muy por debajo del 211,4% que se observó al cierre del último año de la gestión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. El primer año de Milei finalizó con un acumulado de 117,8%.

El índice porteño, que sirvió de termómetro anticipado, arrojó una baja de 3,3% en diciembre a 3,1% en enero, mientras que su inflación núcleo recortó de 3,7% a 2,7%. “En enero de 2025, Alimentos y bebidas no alcohólicas aportó la mayor incidencia sobre la variación mensual en todas las regiones del país, excepto en Gran Buenos Aires y Cuyo, donde lideró Restaurantes y hoteles”, aclaró el Indec en su informe.

Entre los desafíos inmediatos para febrero, analistas y funcionarios coincidieron en la importancia del comportamiento de la carne, que incidió en el alza de los precios por su elevado peso en la canasta total. Para el Gran Buenos Aires, ese rubro explicó casi un 7% del total, mientras que en el Noreste y Noroeste escaló al 13,2% y 12,5%, respectivamente.

La desaceleración inflacionaria se convirtió en una de las principales banderas del Gobierno en un año marcado por las elecciones legislativas. Aun con el debate en torno a la paridad cambiaria, el Banco Central continuó con su esquema de microdevaluaciones reducidas y el Ministerio de Economía reiteró su objetivo de llevar la inflación por debajo del 2% mensual en el corto plazo, apuntalado por el crecimiento de la actividad y la recuperación de los ingresos reales, según sus propias cifras.

“La variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) registrada en enero de 2025 fue del 2,2%, la más baja desde el inicio de la administración del Presidente Javier Milei y la menor desde julio de 2020”, resumió un comunicado oficial. El Gobierno apostó así a sostener la desinflación y confió en que el recorte del ritmo devaluatorio a 1% mensual consolidara la tendencia en los próximos registros.

Redacción

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La baja de retenciones impulsó las ventas de soja, pero la liquidación de divisas registró un crecimiento limitado en febrero

La reciente baja transitoria de los Derechos de Exportación establecida por el Decreto 38/2025 generó un aumento en las operaciones de granos, especialmente soja, aunque el ritmo de liquidación de divisas no mostró una suba marcada. Según la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), las agroexportaciones ingresaron USD 2.181 millones durante febrero, lo que significó un incremento del 45% en comparación con el mismo mes de 2024 y un alza mensual de 5,2% respecto de enero. Con este aporte, el acumulado de divisas en lo que iba del año ascendió a USD 4.254.787.089.

Las entidades explicaron que “el ingreso de divisas del mes de febrero es el resultado del inicio del Decreto 38/25 que implica una baja transitoria de derechos de exportación para el complejo cerealero-oleaginoso y que recién empezó a tener efectos a mediados de mes cuando se finalizó con las reglamentaciones del mencionado Decreto”. También señalaron que “el crecimiento de las compras de soja a precio y a fijar durante el mes de febrero marcaron el ritmo de ventas del productor”. El precio pizarra de la oleaginosa alcanzó los $331.000 por tonelada.

La reducción en las alícuotas de exportación se aplicó de forma diferenciada. El poroto de soja pasó de un 33% a un 26%, mientras que sus derivados retrocedieron del 31% al 24,5%. El maíz, el trigo, el sorgo y la cebada se redujeron del 12% al 9,5%, y en el caso del girasol, la semilla y el aceite bajaron del 7% al 5,5%; para los pellets, la tasa cayó del 5% al 4%.

Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario indicó que, desde la publicación del decreto en el Boletín Oficial el 27 de enero, el volumen promedio semanal negociado de trigo, soja y maíz pasó de 1,82 a 1,98 millones de toneladas, lo que implicó una suba del 8,5% en comparación con las 10 semanas previas. El crecimiento se evidenció de manera dispar: en el caso del trigo, el volumen semanal descendió cerca de un 30%, con alrededor de 320.000 toneladas frente a las 460.000 anteriores. “La medida fue anunciada cuando ya se habían trillado casi la totalidad de los lotes y el arribo masivo de granos al mercado ya había cesado su presión. Además, el mercado internacional del trigo se enfrentó a una demanda poco dinámica”, explicaron.

– REUNIÓN, 27 de febrero: el Canciller, Gerardo Werthein junto al presidente del Consejo Agroindustrial Argentino, José Martins.

Por su parte, el maíz registró un alza del 13,6% en su volumen semanal, al pasar de 795.000 a 905.000 toneladas. Este incremento respondió al buen desempeño exportador, que dominó destinos en Sudamérica, norte de África, Oriente Medio y Sudeste Asiático, además del comienzo anticipado de la cosecha del maíz temprano. La soja, en tanto, mostró un crecimiento del 32% en el volumen semanal, con más de 185.000 toneladas adicionales en las últimas diez semanas.

A pesar de este repunte en las ventas, un estudio de Portfolio Personal Inversiones observó que “pese a que la baja de retenciones al agro entró en vigor el 27 de enero, la buena performance del BCRA no se explicó por una aceleración en la liquidación del sector. Por el contrario, la media móvil de cinco días de la liquidación del agro recortó de USD 117 millones la semana previa a anunciarse la medida a USD 107 millones en la última semana”. Según este reporte, la reducción del plazo de 365 a 15 días para acogerse a las menores alícuotas “habría trabado en cierta medida la liquidación del sector, ya que evitó la liquidación anticipada de la cosecha gruesa”.

CIARA y CEC aclararon que no existieron retrasos en la liquidación de divisas y remarcaron que el complejo oleaginoso-cerealero aportó el 45% del total de las exportaciones argentinas. “El principal producto de exportación del país es la harina de soja, seguido por el aceite de soja, y el maíz”, precisaron los exportadores. También recordaron que “la mayor parte del ingreso de divisas en este sector se produce con bastante antelación a la exportación, anticipación que ronda los 30 días en el caso de los granos y alcanza hasta 90 días para aceites y harinas proteicas”.

Según los datos empresariales, el volumen de ventas de soja, acompañado por la baja transitoria de retenciones, impulsó la comercialización de los productores. Aun así, CIARA y CEC destacaron que la Argentina continuó estancada en su producción y en su crecimiento exportador, dependiendo de las fluctuaciones de los valores internacionales para modificar su estructura de ventas al exterior.

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