Este 15 de mayo finalizó la 47° edición de la Feria del Libro de Buenos Aires después de 19 días, con ganancias superiores a la última antes de la cuarentena y muy cercanas al éxito del 2022, y una concurrencia que superó el millón de personas. Las grandes editoriales vendieron hasta un 15% más que el año pasado, aunque los grupos más independientes están preocupados por la escasez y el cada vez más alto precio del papel.
El éxito de una nueva edición de la Feria se debió a varias iniciativas, algunas repetidas, mas otras realmente novedosas, que convocaron no solo a adultos y niños, sino también a miles de jóvenes que, gracias al impulso de Cris Alemany y su “movida juvenil”, son cada vez más. Además, gracias a Conabip, que permite la compra de libros a mitad de precio para “embajadores” de bibliotecas populares, entre el 5 y el 7 de mayo hubo más de mil ventas.
Las más de 2.000 actividades culturales y el centenario de la publicación del poemario de Jorge Luis Borges, Fervor de Buenos Aires, se sumaron al espectáculo Santiago de Chile canta a Buenos Aires en la Noche de la Feria como algunos de los mayores atractivos en las casi tres semanas.
Como conmemoración de los cuarenta años de la democracia en Argentina, entre los pabellones de la Feria existió un túnel con 40 fotos (una de cada año) representativas de nuestro país. Era larguísima la fila que hacían los más chicos para sacarse fotos junto a la última de ellas: Messi levantando la Copa del Mundo en Qatar 2022.
Por otra parte, las editoriales más populares, como Planeta, Penguin Random House, o Galerna, reconocieron haber tenido resultados más que satisfactorios. Carolina Di Bella, gerenta editorial de la tercera de ellas, reflexionó acerca del éxito no solo económico: “Para los editores, cada Feria del Libro es una oportunidad para encontrarnos de manera directa con nuestros lectores, conocerlos y dialogar. Desde esta mirada, el balance de cada edición es siempre positivo”.
La contracara se plasma en el caso de las editoriales más pequeñas, a quienes les preocupa el alto costo del papel y su escasez, como le sucede a El Cuenco de Plata. Julio Patricio Rovelli López, editor, destacó que están “contentos de haber participado en esta edición, en la que cumplieron 20 años”. Pero se sinceró y aceptó: “Para las editoriales independientes con lo vendido difícilmente lleguemos a pagar la reimpresión de los libros, teniendo en cuenta la inflación de tintes alfonsinistas”.
Benjamín Vicuña y Carlos Pagni, con Blanca, la niña que quería volar y El Nudo, respectivamente, fueron dos de las figuras más descollantes de la Feria. Y otro de los ejemplares más vendidos le corresponde al flamante Premio Pulitzer, Hernán Díaz, y se titula Fortuna. Ariel Granica, expresidente de la Fundación El Libro, destacó el “vigor excepcional” que recuperó la Feria, y concluyó: “Las ventas han acompañado satisfactoriamente. En un contexto económico tenso, los lectores volvieron a entregarse a los libros”.