En la última década los niveles de pobreza e indigencia aumentaron de manera contundente, a pesar de los planes sociales que prometen ayudar a los más necesitados e impulsarlos a salir adelante.
Esta semana, las cifras del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) marcaron que desde el 2021 al 2022 el panorama para los dos sectores mencionados se agravó por la fragilidad de las condiciones macroeconómicas y, en particular, la alta inflación que este año cerrará con un índice de tres cifras, según estimaron los economistas.
El informe de la UCA determinó que hay 18 millones de personas que están debajo de la línea de la pobreza y 3,3 millones que son indigentes. Lo que significa que, la pobreza aumentó del 42,4% al 43,1%, pero la indigencia se vio reducida de un año al otro, del 9 al 8,1%.
Al presentar los resultados del relevamiento sobre deudas sociales en la Argentina, Agustín Salvia, director del Observatorio, explicó que todos los indicadores macro mostraron un retroceso desde el comienzo del segundo mandato de la presidente Cristina Kirchner a fines del 2011: Creación del empleo registrado; poder adquisitivo; precarización del empleo, PBI y PBI per cápita, entre otros.
En plena pandemia la situación empeoró, pero tras la apertura y normalización cotidiana, la situación mejoró levemente, pero nuevamente este tercer trimestre de este año volvieron a caer los números.
Esto se debe a que hay un mayor porcentaje de ciudadanos con empleo formal, pero que continúa siendo pobre, asimismo también hay mas gente que acuden al Estado por una ayuda económica. Este último dato, del que el Gobierno se enorgullece y vende como un logro, es en realidad la contracara del empeoramiento de las condiciones en el mercado laboral y también la evidente pérdida del poder adquisitivo, según explican los datos de la UCA difundidos por Salvia.
Salvia afirmó que se “la relación entre empleo y PBI se está volviendo regresiva y eso se compensa con transferencias sociales”. Además, advirtió que “hay una fuerte heterogeneidad al interior de los salarios: aumentó la desigualdad entre los asalariados”.
Pero, en paralelo, si no fuera por las ayudas estatales la pobreza hubiera escalado al 50% y la indigencia a 20%. Aún así estos datos resultan poco verídicos en el marco de una inflación que crece al 7% mensual y una canasta básica que aumentó más que los precios en general durante todo el año.
“La indigencia se sostuvo por el aumento de los planes sociales, mientras que desde 2013 aumentó la pobreza en forma sistemática”, concluyó Salvia.