Hace algunos días Carlos III fue proclamado rey en el Reino Unido y ya estalló la primer gran polémica: despidió a más de 100 empleados en Clarence House, la antigua residencia oficial del nuevo monarca. La decisión de echar al personal en pleno periodo de luto por la muerte de la reina Isabel II fue tildada de “despiadada” por sindicatos británicos, mientras que desde la monarquía se defendieron diciendo que era una situación “inevitable”.
Muchos de los miembros del personal de Clarence House que recibieron su carta de despido, según consigna el diario The Guardian, trabajaban desde hace décadas, por eso también, el repudio desde muchos sectores.
Tras la ascensión al trono la semana pasada, las operaciones de residencia del antiguo príncipe de Gales y de la antigua duquesa de Cornualles cesaron y, como exige la ley, comenzó un “proceso de consulta”, indicó Clarence House y agrega: “Nuestro personal ha prestado un largo y leal servicio y, aunque algunos despidos son inevitables, trabajamos de urgencia para identificar funciones alternativas para el mayor número de empleados”.
Por otra parte, desde el sindicato PCS condenaron en un comunicado la “despiadada” decisión de despedir gente “en período de luto” por la muerte de Isabel II: “Si bien se esperaban algunos cambios en las residencias oficiales, a medida que cambian los roles en la familia real, la escala y la velocidad a la que esto se ha anunciado es insensible en extremo. Y aún más porque no sabemos qué personal podría necesitar el Príncipe de Gales entrante y su familia”
Todos los empleados despedidos recibirán indemnizaciones “mejoradas” y la medida entrará en vigor no antes de tres meses, según fuentes reales.