Los días previos a la presentación de alianzas imprimieron a la inestable política argentina una vorágine en la que nada queda claro y todo podría suceder. De este modo, no resulta absurdo especular con la posibilidad de estallidos drásticos en el tablero, que permitan configurar un escenario totalmente diferente.
La semana se inició con el papelón de la reunión del lunes de los presidentes de los partidos que integran Juntos por el Cambio. A la salida de un encuentro que duró apenas 8 minutos, ni el más optimista podría descartar la ruptura de la coalición.
Lo anticipó Elisa “Lilita” Carrió al aludir al “lado más oscuro” de Mauricio Macri, que lo induciría a jugar a favor de la derrota para recuperar su liderazgo perdido, o bien lo conduciría a una alianza con Javier Milei, de la que participaría como actriz protagónica Patricia Bullrich. Tan es así que esta alternativa fue considerada como “probable” por el presidente de la UCR, Gerardo Morales, este martes por la tarde.
Pero “Lilita” fue aún más lejos, y en el cruce de agresiones, denuncias y traiciones mutuas planteó un panorama francamente preocupante, al acusar a Macri de ser el instrumento de un ajuste inédito que hará correr sangre por las calles de la Argentina. “La noción de orden es que hay que reprimir hasta matar, si es necesario”, pronosticó.
Ý no contenta con eso, argumentó: “Ese espacio liderado por Mauricio Macri, a quien yo acompañé y donde el acuerdo era para hacer un espacio de centro, se ha corrido a un espacio más cercano al de Javier Milei. Lo dijo expresamente. ‘Nosotros queremos ganar para hacer una alianza con ‘Peluca’‘”. Para finalmente sentenciar que: “Ese espacio va por un ajuste muy brutal sobre las clases medias en 4 meses”.
Entre uno y otro lado de JxC (Horacio Rodríguez Larreta, Morales, Carrió y Martín Loustau de un lado; Macri, Bullrich, Alfredo Cornejo y Ricardo López Murphy del otro; y Miguel Ángel Pichetto siempre pivoteando entre ambos extremos) el hartazgo y el odio personal se han instalado.
El resto de la semana se dedicó fue un ring de boxeo en el que las partes se tiraban munición pesada para forzar a quienes se ubicaban del otro lado de la grieta interna a abandonar la coalición, haciéndoles pagar el costo de la ruptura. Las incorporaciones de Juan Schiaretti, José Luis Espert, Margarita Stolbizer, Florencio Randazzo y Diego Bossio eran la excusa; la cuestión de fondo los excedía ampliamente.
De un lado se argumentaba la necesidad de aumentar la musculatura política para posibilitar el cambio estructural que demanda la Argentina. Del otro, que los “moderados” están cayendo a pique en las encuestas, y que recurren al “amontonamiento”, convocando a nuevos dirigentes para atraer el favor de los votantes. Nada los une. Si finalmente terminaran compitiendo en una interna y alguno de estos sectores consiguiera imponerse en las generales, ni el más optimista podría garantizar la gobernanza a partir del 10 de diciembre.
El paso al costado de Cristina Fernández de Kirchner fue una nueva jugada maestra que les quitó el único factor de unión que tenían sus enemigos. Rodríguez Larreta quedó debilitado tras haber aceptado la candidatura única del PRO para Jorge Macri en la CABA. Si no consigue concretar la incorporación de Schiaretti y de Espert, las comparaciones con Fernando De la Rúa y Alberto Fernández a las que recurren sus adversarios internos se multiplicarán. Allí debería forzar el quiebre y componer una nueva alianza contra reloj.
Si esa ruptura tuviera lugar, y el Frente de Todos terminara optando por una interna competitiva, nadie podría garantizar la continuidad de Sergio Massa como ministro. Ni siquiera que el gobierno actual consiga terminar su mandato. ¿Seguirá el Frente Renovador en el Frente de Todos?
Los gobernadores peronistas exigieron lista única y que uno de ellos integre la fórmula presidencial, en sintonía con Massa. ¿Será finalmente candidato a Presidente por el oficialismo, o pegará el portazo para integrar una eventual coalición “de centro” con Morales, Carrió, Rodríguez Larreta y los vetados por los “Halcones” de JxC?
Tampoco convencen las respuestas que se dan para el diálogo fluido entre el círculo de Eduardo “Wado” de Pedro con el de Facundo Manes, para sumarlo como candidato a vicepresidente en ese eventual escenario reciclado. La paradoja es que, en caso de que las cosas sigan como hasta ahora, el radical podría ir como vice de Patricia Bullrich. A el elegido por CFK y “Pato” sólo los unen los años ’70, pero en lados opuestos de las trincheras.
La paradoja es que CFK, con su paso al costado, provocó un terremoto en la política argentina. Macri hizo lo propio dentro de la oposición. ¿Y Alberto Fernández? Más modesto, es la piedra en el zapato para la unidad del Frente de Todos.
Al día de hoy nadie podría asegurar con certeza tampoco qué es lo que le espera al peronismo en el caso de que el apocalipsis se consume finalmente. ¿Iría por una opción propia, tratando de proyectarse una vez despojado del yugo que le impuso Cristina durante casi una década y media, o se fraccionaría en tantos segmentos como coaliciones electorales se conformarán?