El gobernador Axel Kicillof le abrió a Julio Alak, una de las puertas de la ingeniería preelectoral en el distrito que gestionó durante 16 años: 4 mandatos continuos entre 1991 y 2007, cuando fue sustituido en el Palacio Municipal por el insistente Pablo Bruera, que se despegó de su ex jefe para jugar con un sello vecinalista, el cual consiguió desplazar por acumulación de insistencia después de un par de elecciones.
La decadencia del bruerismo se coronó tras un tweet desafortunado, innecesario y demagógico difundido por el equipo de comunicación a cargo, por entonces, de su hermano, el ex diputado bonaerense Gabriel Bruera, desplazado por el macrista Julio Garro en el 2015.



Si es por Kicillof, se impulsaría la candidatura de su ministro de Justicia bonaerense, que no necesita carta de presentación en la capital provincial. Sin embargo, su alejamiento del territorio le hizo perder fuego electoral.
Tras perder la Intendencia, fue obligado a las urnas por pedido expreso de Néstor Kirchner, el destino del “Turco” fue Nación, donde el ala dura del kirchnerismo usó sus servicios en la gerencia de la deficiente Aerolíneas Argentinas, y luego, como ministro de Justicia del cristinismo.



Kicillof sabe que Alak no jugará por la Intendencia. Conocedor del paño, al oriundo de Benito Juárez le conviene el doble rol de gestor en Justicia y armador en las sombras. Se dijo: su poder territorial no es ni por asomo el de antes, pero el ministro conservó una dosis relativa de influencia en el armado de las listas.
Desde su eyección de la Comuna pudo acomodar piezas en el inefable tablero político del kirchnerismo, que no lo consideró nunca como “propio”, pero supo utilizar su pragmatismo y rodaje político. En los últimos días, el ex jefe comunal deslizó que no definirá hasta última hora su “candidatura”. Mientras tanto, ejercerá el arte de tejer acuerdos y consensos en el hormiguero pateado del Frente de Todos (FdT) platense.



Un presente distinto
En tiempos de bonanza, Alak supo ostentar una superpoblada “mesa chica”, que conformaron, entre otros, el ahora operador massista Raúl “Cabezón” Pérez, Carlos “El Negro” Bonicatto, el ex senador Juan Amondarain, el ex diputado nacional Carlos Martínez, Alberto Delgado, Darío González, entre otros.
Alak se mudó a diferentes rumbos políticos conforme a la coyuntura del momento. La mesa de hoy tiene nombres de menor peso, aunque dirigentes leales, de otra generación.



Dos casos: los ex ediles Sebastián Tangorra (asesor judicial) y Norberto “Chucho” Gómez (ANSeS), 2 “puros” sin el protagonismo de antaño. Y en el entorno de confianza, otros que no pueden garantizar territorialidad, porque como dicen en su círculo íntimo “esos eran otros tiempos”. Un caso es el de Lucía Iañez, a quién logró colar en la Cámara de Diputados en la última elección.
Las 3 cartas del Frente de Todos
Pero la muñeca política no se pierde y en ese rol, al ministro bonaerense puede oficiar de ordenador en el panperonismo de la capital provincial, que, como se describió en reiteradas oportunidades, tiene para pelear la intendencia a la funcionaria albertista Victoria Tolosa Paz y la titular del Instituto Cultural Florencia Saintout, rivales políticas acérrimas. Ambas ya empezaron a armar por si la bendición llega desde la Casa Rosada.



Tampoco se descarta la participación en las internas peronistas, del actual concejal y ex juez Luis Federico Arias, quién en elecciones anteriores ha formulado una excelente performance sin aparato político ni respaldo de dirigentes de peso.