27 julio, 2024

Cristina le soltó la mano a Berni

La golpiza muestra el hartazgo social. La política no da respuestas y la sociedad podría tratar de resolver los problemas con violencia. El Estado es cada vez más voluminoso, pero menos eficiente.
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10 Years Experiences

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*Por Christian Sanz (Tribuna de Periodistas)

La golpiza que recibió Sergio Berni esta semana fue mucho más que una manifestación de catarsis por parte de un grupo de colectiveros molestos por el crimen de “uno de los suyos”. Fue una muestra de hartazgo social que no se veía desde fines de 2001, con el tristemente célebre “que se vayan todos”.

En esta oportunidad, promete ser una movida más persistente y agresiva que la de aquellos días, en los cuales gobernaba Fernando De La Rúa. La sociedad venía mostrando una paciencia pocas veces vista ante los problemas que la aquejan, principalmente la inflación, el desempleo y la inseguridad. Y terminó percibiendo que la clase política se mofaba de sus inquietudes. Ello explica el estallido de bronca.

No solo la política no da respuesta alguna, sino que encima se caga de risa en la cara de la gente. De un lado y del otro de la grieta.

Los que gobiernan no atinan a hacer nada para solucionar los problemas de los ciudadanos de a pie. Y la oposición solo parece eficaz en redes sociales, donde la chicana se ha vuelto parte de la nueva política. Ni los unos ni los otros terminan resolviendo nada de nada.

Ese es el caldo de cultivo que derivó en la golpiza contra Berni, que podría replicarse contra otros funcionarios y ex funcionarios en el corto/mediano plazo. A menos que la política actúe rápido y de manera eficiente. Con mensajes claros, de cara a la sociedad.

Sino ocurrirá lo inevitable: ante la ausencia del Estado, la sociedad tratará de resolver los problemas de la manera que mejor le sale, por motu proprio. Apelando a herramientas como la violencia física.

Hay que otear lo que ocurre en países como Bolivia, donde los ciudadanos son los que golpean y linchan a los delincuentes como consecuencia de la inacción de las fuerzas de seguridad y la Justicia.

Es una solución que nunca sirve, no solo porque no disminuye el delito en el largo plazo, sino porque en muchos casos terminan siendo agredidas -y asesinadas- personas inocentes, que carecen de la posibilidad de alegar a su favor ante la turba furibunda de los indignados de turno.

Como se dijo, la Argentina se encamina en ese mismo rumbo, ante un Estado que no atina a solucionar las necesidades básicas de sus habitantes. Con gobernantes que, uno tras otro, a su turno, van profundizando la decadencia del país y solo mejoran sus propios patrimonios.

Compiten para ver quién es más inútil, sin solución de continuidad. Por caso, ¿Quién iba a imaginar que Alberto Fernández podría superar a Fernando De la Rúa en lo que a anomia y vacío de poder respecta?

El caso del actual presidente de la Nación es digno de un estudio sociológico. Se trata de un lumpen, que no genera el más mínimo respeto de nadie, ni propios ni ajenos. Cuyas órdenes nadie cumple, y que no logra siquiera convocar a una simple reunión de gabinete.

Hoy en día, el gobierno nacional es un barco que boya en medio de la nada, a la merced del viento. Cada Ministerio hace la suya, sin consultar a nadie. Porque no hay nadie a quien consultar. Todo es pura desorganización y anarquía.

“Estamos todos encima de una balsa en medio del mar, y no la mueve ni el viento”, definió a Tribuna de Periodistas un funcionario de segunda línea del gabinete de Alberto para graficar la situación.

Lo insólito es que el Estado cada vez es más voluminoso, pero menos eficiente. Cada mes ingresan cientos de nuevos empleados públicos a la planta estatal, pero ello no gravita en mejora alguna. Solo son contratados ñoquis, que sirven para generar más gasto y déficit fiscal en el marco de una economía ya quebrada por demás.

Tal situación va generando una olla a presión que siempre termina de explotar por el lugar menos esperado. En este caso, fue la golpiza a Berni, que desnudó otras incomodidades de la política.

Baste observar quiénes se solidarizaron con el ministro de Seguridad bonaerense, quiénes lo ignoraron y quiénes lo criticaron. Entre los que hicieron silencio se dejó ver a Axel Kicillof. A su vez, entre quienes lo denostaron aparece la figura de Cristina Kirchner.

Ello tiene una explicación: en conversaciones que interceptó la AFI de manera ilegal, Berni muestra ínfulas de ser el próximo gobernador de la provincia de Buenos Aires y lanza gruesos dardos contra Kicillof. Ese hallazgo enfureció a la vicepresidenta, que trabaja para que este último sea reelecto como mandatario bonaerense.

En ese escenario, la irrupción del hoy ministro de Seguridad podría restarle votos al candidato de Cristina. Sería la remake de lo sucedido en 2015, cuando Florencio Randazzo le quitó votos al peronismo y terminó beneficiando a María Eugenia Vidal.

El terruño bonaerense, hoy en día, se ha convertido en el más importante en los planes de la vicepresidenta. Ninguna novedad: Cristina piensa en el repliegue del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires. Donde competiría para ser senadora bonaerense.

Antes deberá resolver varias cuestiones. No solo referidas a la interna política, sino también a la ostensible inseguridad que se vive en el conurbano bonaerense. Principalmente en su principal distrito, La Matanza.

Nadie pareciera en estas horas interesado en resolver lo que allí ocurre, ni siquiera el intendente Fernando Espinoza, que se pasó una semana entera “de joda” en el hotel Esplendor by Wyndham, de Maipú, provincia de Mendoza. Lo reveló quien escribe estas líneas en su cuenta de Twitter y generó enorme repercusión.

Sea como fuere, está claro que esa desconexión entre la política y los problemas de la gente es lo que terminará haciendo implosionar al kirchnerismo.

Y será todo un mensaje para la oposición, que deberá tomar en serio los problemas ciudadanos en caso de vencer en las elecciones de este año.

No habrá lugar para los errores, ni siquiera mínimos. El horno ya no está para bollos.

Redacción

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Larreta y los Moyano, una trama de basura y mafias

*Por Darío Lopérfido

Según Macri, se descubrió que la licitación que entregaba el negocio del acarreo de vehículos en la Ciudad había sido otorgada a la empresa Ashira -vinculada a la familia Moyano, compañía que también ostenta el negocio de la recolección de residuos en parte de la capital-, se había firmado el 11 de diciembre de 2023, cuando el cambio de Gobierno se había producido el 7.

Lo que siguió fue un video que se volvió viral en el que un camión de basura arroja toda su carga en medio de una calle porteña, a modo de represalia.

En diálogo con Newsweek Argentina, Darío Lopérfido, exsecretario de Cultura argentino y actual coordinador de la Cátedra Vargas Llosa, analizó este episodio que vincula la corrupción, el financiamiento de la política y los “manejos mafiosos”.

“A LAS MAFIAS HAY QUE COMBATIRLAS SIEMPRE”

El análisis de Darío Lopérfido, desde España

Para el intelectual argentino, se trató sin dudas de “un mensaje mafioso” por parte de los Moyano, tal vez los dirigentes más poderosos del mundo sindical. “El video en el que se ve cómo tiran un camión de basura en el medio de la calle y el episodio completo en el que se enmarca eso confirman una vez más qué pasa con las mafias cuando no se las combate. Y no solo cuando no se las combate, sino sobre todo cuando se las beneficia”.

En ese sentido, continuó: “El conflicto que inician los Moyano -tirando basura, creando un problema de salud pública, de olor, un problema enorme-, es una respuesta mafiosa a una decisión que tomó Jorge Macri de cancelar una licitación que había hecho la gestión Larreta. ¿Cómo se explica esto?”. Y responde: “La licitación era por los acarreos de autos, es decir, cuando la grúa se lleva un auto porque está mal estacionado. ¿Y cómo se vincula? Una de las empresas ganadoras había sido una empresa vinculada a los Moyano, que se llama Ashira y que, a su vez, tiene la recolección de residuos en una parte de la Ciudad de Buenos Aires”.

“Esto, a todas luces, muestra un manejo mafioso por parte de los Moyano, porque ahí había un acuerdo para darle ese acarreo a ellos y muestra una presunción muy seria de corrupción de la gestión de Larreta, enfatizó.

De acuerdo a Lopérfido, no sería una práctica novedosa. “Yo lo he dicho en alguna oportunidad: era inexplicable el dinero que gastó Larreta en esa absurda campaña electoral en la que sacó el 6%, si no era gracias a la corrupción. Solo se explica a partir del dinero de los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires, a partir de tener negocios arreglados”, recordó.

Pero volviendo a esta licitación puntual, el exdirector del teatro Colón, agregó: “Allí parecía haber ‘un negocio’, según Jorge Macri (no lo digo yo), porque esa licitación por el acarreo de vehículos se la dejaron firmada cuando él ya era jefe de Gobierno porteño: estaba firmado el 11 de diciembre, cuando él había asumido el 7. O sea, todo indica que se trataba de un compromiso por el cual alguien había cobrado dinero de la corrupción y tenía que firmar eso. Si no, no se entiende semejante disparate”.

Siguiendo esa línea, también subrayó: “El otro tema es que a los Moyano les daban el acarreo de autos por 10 años. Pero no hay licitaciones por 10 años. Las licitaciones son por 4 años. Hay casos excepcionales, como el de la basura, que sí puede ser por 10 años, pero no el acarreo de autos”. Y añadió: “Además, nos enteramos de que el negocio que Larreta les había dado a los Moyano implicaba un dinero de la Ciudad para que la empresa realice un número determinado de acarreos y para que se equipe; pero si en algún momento ese número no se cumplía, la Ciudad le pagaba igual”.

Al darle de baja a esta licitación al menos “sospechosa”, sostuvo Lopérfido, “Jorge Macri explicó que si se implementaba esta licitación el acarreo, que hoy cuesta $25.000 iba a pasar a costar casi $190.000”. “¿Quién iba a pagar un negocio de corrupción de los Moyano con la contraparte del gobierno de Larreta? Lo iban a pagar los ciudadanos”, sintetizó.

“Fue muy buena la decisión de Jorge Macri de cancelar eso. Pero no nos olvidemos de que a las mafias, como los Moyano, hay que combatirlas siempre. Y lo que no hay que hacer jamás es hacer negocios con ellos. No hay que utilizar la corrupción para tenerlos tranquilos, porque la respuesta es esta: perjudicar a todos los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires que tienen que pagar más por esa corrupción”, aseveró el intelectual.

Y expresó: “Duele ver a los vecinos que, de pronto, observan cómo un camión de basura vacía su carga en medio de la calle. Por eso, lo peor que se puede hacer es amparar la corrupción”.

Finalmente, insistió en cuál debe ser el rol de un Gobierno como administrador del Estado. “A la corrupción hay que perseguirla. Y a los Moyano hay que tratar de denunciarlos, hay que tratar de meterlos presos, porque son mafiosos. Si no se hace eso, ya es grave. Pero si encima se hace lo que hizo la administración de Larreta (hacer negocios con ellos) ya la cosa es gravísima. Así muren los países”, señaló.

Y concluyó: “Las mafias pueden corromper a todos los políticos. Y cuando logran corromper a todos los políticos, el país se empieza a manejar por el poder de esas mafias. Esto es lo que ha pasado con los Moyano, y este episodio en el que Jorge Macri cancela dicha licitación lo muestra de manera clarísima”.

*Artículo publicado en Newsweek Argentina

Redacción

info@data24.com.ar

“Las ideas por sobre el partido” | La reflexión de un dirigente del PRO en medio de la feroz interna

*Por Walter Klix – Director Nacional de Precursores Químicos del Ministerio de Seguridad y referente político en Escobar, Prov. de Buenos Aires

Cada mañana cuando salgo de mi casa me cruzo con una pequeña bandera con el lema “Fuerza Mauricio”. Recuerdo que la tenía colgada sobre mis hombros en la última marcha del “Si se puede” en la ciudad de Buenos Aires posterior a la contundente victoria en las PASO de Alberto Fernández. Volvían ellos y con ellos lo inevitable.

Acababa de ser padre primerizo y me preguntaba a qué país estaba trayendo a Delfina.

En esa marcha, estaba defendiendo un proyecto de país, mis valores, mis ideas. No sé si son las acertadas, pero son en las que creo y las que considero mejor para mi país y, por ende, para que todos vivamos mejor.

Hace varios meses, a raíz del distanciamiento político entre Patricia Bullrich y Mauricio Macri, me vienen preguntando de qué lado estoy. Hago política desde los 19 años, desde el 2003. Siempre lo hice al lado de Macri, pero no por una cuestión de fanatismo, porque fanatizarse con un político es carecer de ideas propias. Confíe siempre (y lo sigo haciendo) en el proyecto de país que planteaba y plantea Mauricio, y si eso significaba ser del PRO, bueno soy un “chico PRO” (como nos decían promediando el primer mandato en la ciudad de Escobar, Entre Ríos).

El PRO, las ideas de Macri, siempre se caracterizó por reglas básicas como el respeto a las instituciones, los valores morales, el respeto a las ideas y las opiniones del otro, la democracia. Y, por supuesto, luchar contra quienes se oponen a todo eso, llámese en este caso “Kirchnerismo”

La democracia siempre tiene razón, y en las últimas elecciones decidió que el PRO no fuera parte del balotaje. Y allí estuvimos, sin mezquindades de por medio ni solicitud de cargos apoyando a quien iba a enfrentar al Kirchnerismo, en este caso Javier Milei. Y lo ayudamos a que pudiera ganar, y por suerte ganó y evitó la continuidad del modelo K.

Y ahora toca ayudarlo a gobernar, en caso que el presidente desee ser ayudado, y entiendo que así debe ser, NOSOTROS MÁS QUE NADIE SABEMOS A DÓNDE CONDUCE LA ARROGANCIA Y LA SOBERBIA. Los del club del helicóptero están siempre preparados para abrirle la puerta de salida al presidente de turno. El desafío entonces es doble, requiere de una enorme grandeza de quien conduce el barco, llámese Milei, como de quien quiere colaborar a llegar a buen puerto.

¿Es coherente entonces que el presidente elija a la mejor ministra del gobierno de Mauricio para ir a su gabinete al mismo lugar en el que ya supo lucirse? Por supuesto que sí, y eso no debiera generar malestar alguno y en nadie, menos en quienes decimos defender una idea de país.

Por otra parte, entiendo también que existan a contrapuntos con algunas acciones o formas del gobierno de Milei, y que desde la buena leche tratemos de colaborar con una crítica constructiva, porque en definitiva no somos lo mismo, somos parecidos pero no lo mismo, por eso fuimos en listas separadas en las elecciones. Pero esa crítica, además de ser con altura, debe estar basada y fundada en la coherencia. ¿Es coherente pedir que se restituya el porcentaje de coparticipación qué le corresponde a la ciudad de Buenos Aires y que tiene además fallo positivo de la corte suprema? Por supuesto que sí. ¿Es coherente hacer esa crítica desde una fundación cuya cúpula directiva en el balotaje apoyó abiertamente a Massa? Definitivamente no.

Soy y seré del PRO mientras sus ideas no se tergiversen. Porque en definitiva ser de un partido político no es ser hincha de un club de fútbol donde por supuesto uno se deja llevar por la pasión. Ser parte de un espacio político nos obliga a actuar con la razón.

Celebro y acompaño que nuestro líder quiera presidir el partido y por ende las ideas, pero siempre respetando lo que hemos pregonado, el valor de la palabra. Por eso no me gustó en absoluto que no se respete lo acordado y que desplacen a Patricia de la presidencia de la asamblea, por más mal rodeada y asesorada qué esté. Patricia fue la cara visible de nuestro espacio los últimos 4 años y encabezó la lucha contra el avasallamiento K en cada rincón del país, no merece semejante destrato.

El kirchnerismo perdió las elecciones, pero aún está. Está en el Senado, está en diputados, está en la provincia más grande del país, está en la Justicia. Está agazapado esperando que volvamos a equivocarnos.

Nosotros tenemos algo que el presidente Milei aún no tiene, y es la experiencia de verlos volver a causa de errores propios. La Argentina nos pone de nuevo el desafío de estar a la altura de la historia, porque estamos en ese punto de inflexión en el que salimos definitivamente de la debacle o nos sumergimos en ella para siempre.

Estar a la altura requiere grandeza, por supuesto en primer lugar de quien gobierna, pero también de quienes queremos que a Milei le vaya bien para que en definitiva nuestras ideas triunfen. Porque eso es en definitiva lo que debería importar, qué ganen nuestras ideas más allá de si las enarbola el PRO o no.

Apelo a la grandeza de los 3 grandes líderes qué tuvo la política no Kirchnerista del siglo 21 como lo son Mauricio, Patricia y Milei, para que las ideas le ganen a la soberbia y podamos definitivamente encontrar el rumbo que saque a la Argentina de la pobreza, la desidia y el abandono al cual nos ha llevado el Kirchnerismo.

Redacción

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