16 julio, 2024

1 DÓLAR, 1.000 PESOS | Entre la irresponsabilidad y la incompetencia

Estamos atrapados en una de las más peligrosas trampas que existen: la irresponsabilidad de los que apuestan al “cuanto peor mejor” y la incompetencia de los que no pueden bajar el número más picante del país: el dólar.
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10 Years Experiences

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*Por Felipe Montes de Oca

Hace unos días, y frente a la escalada de la divisa norteamericana, Milei decía —cuando lo consultaban— “cuanto más alto esté el precio del dólar, más fácil es dolarizar”. La divisa paralela en los días que siguieron no paró de trepar hasta fulminar finalmente al hornero. Sería injusto dar a entender que esto es producto de la singular irresponsabilidad de un solo individuo, por más relevante que sea en la política.

El Ministro de Economía tiene que hacerse cargo. Sin embargo, ayer cantaba en un programa militante como si la Argentina tuviera la estabilidad económica de Noruega. El valor del peso es el reflejo de la confianza que tiene el mercado, que no es lo mismo que el pueblo. Nadie le cree a este gobierno, porque han hecho fiestas en cuarentena, porque han arrojado bolsos en los conventos, porque han hecho fiestas en yates con la plata que se robaron.

¿En qué país del mundo un candidato a presidente asalta con tanta violencia a una institución del país? ¿Qué esperamos que pase con el valor de esa institución? El peso es una institución, puede fallar, pero lo que hacemos cuando las cosas no funcionan, no es descartarlas, es arreglarlas. Porque esa es la diferencia entre el Estadista y el farsante: el Estadista construye desde los escombros para elevar el país que ama. El farsante se apura a juntarlos para poder pararse más alto, él solo, mientras el resto sigue hundido.

Atacar tan ferozmente al peso es meterse con la plata de la gente porque hoy, en tu bolsillo, lo que hay son pesos. La mejor política económica que puede tener un país es la reputación de sus dirigentes. En algún momento, tendremos que darnos cuenta de que no hay moneda que valga sin patriotismo y amor por los colores. Tal vez entendamos que no hay plan económico de equilibrio que tenga sentido si los que lo aplican no tienen credibilidad. Soy plenamente consciente de cuán fuera de contexto suenan estas palabras, por eso mismo, es importante que sean escritas.

En la encrucijada del “Dólar 1000,” nos enfrentamos a una elección crítica. Podemos seguir permitiendo que la irresponsabilidad y la incompetencia corroan la confianza en nuestra moneda y en nuestra dirigencia o bien podemos optar por una transformación valiente, donde tengamos políticos que se comporten como líderes que se hacen cargo de los problemas, tomen las decisiones que corresponden a una moneda sana, en lugar de entregar el problema para que lo resuelva otro país.

Yo sé que a esta altura al argentino no le importa tener pesos, porque le demostraron que siempre fracasaron. No le interesa, con justa razón, nada más que dejar de ser pobre. Yo no te llamo a defender el peso solo porque es nuestro, te invito a que demandemos soluciones duraderas. Para eso tenemos que exigir, de una vez y para siempre, dirigentes honestos e idoneos, porque esa es la única condición real para dejar de ser pobres.

Hoy con el “Dólar 1000,” la verdadera riqueza de una nación no se mide en dólares, sino en la determinación de su gente y en la integridad de sus líderes. Esta es la hora de elegir. Esta es la hora de construir desde las cenizas, de rescatar a la Argentina que amamos. En un mundo turbulento, nuestras decisiones importan más que nunca. La historia nos juzgará por la dirección que elijamos. La Argentina merece líderes que la eleven, no que la hundan en la decadencia. La elección es nuestra y el tiempo corre.

Redacción

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“Las ideas por sobre el partido” | La reflexión de un dirigente del PRO en medio de la feroz interna

*Por Walter Klix – Director Nacional de Precursores Químicos del Ministerio de Seguridad y referente político en Escobar, Prov. de Buenos Aires

Cada mañana cuando salgo de mi casa me cruzo con una pequeña bandera con el lema “Fuerza Mauricio”. Recuerdo que la tenía colgada sobre mis hombros en la última marcha del “Si se puede” en la ciudad de Buenos Aires posterior a la contundente victoria en las PASO de Alberto Fernández. Volvían ellos y con ellos lo inevitable.

Acababa de ser padre primerizo y me preguntaba a qué país estaba trayendo a Delfina.

En esa marcha, estaba defendiendo un proyecto de país, mis valores, mis ideas. No sé si son las acertadas, pero son en las que creo y las que considero mejor para mi país y, por ende, para que todos vivamos mejor.

Hace varios meses, a raíz del distanciamiento político entre Patricia Bullrich y Mauricio Macri, me vienen preguntando de qué lado estoy. Hago política desde los 19 años, desde el 2003. Siempre lo hice al lado de Macri, pero no por una cuestión de fanatismo, porque fanatizarse con un político es carecer de ideas propias. Confíe siempre (y lo sigo haciendo) en el proyecto de país que planteaba y plantea Mauricio, y si eso significaba ser del PRO, bueno soy un “chico PRO” (como nos decían promediando el primer mandato en la ciudad de Escobar, Entre Ríos).

El PRO, las ideas de Macri, siempre se caracterizó por reglas básicas como el respeto a las instituciones, los valores morales, el respeto a las ideas y las opiniones del otro, la democracia. Y, por supuesto, luchar contra quienes se oponen a todo eso, llámese en este caso “Kirchnerismo”

La democracia siempre tiene razón, y en las últimas elecciones decidió que el PRO no fuera parte del balotaje. Y allí estuvimos, sin mezquindades de por medio ni solicitud de cargos apoyando a quien iba a enfrentar al Kirchnerismo, en este caso Javier Milei. Y lo ayudamos a que pudiera ganar, y por suerte ganó y evitó la continuidad del modelo K.

Y ahora toca ayudarlo a gobernar, en caso que el presidente desee ser ayudado, y entiendo que así debe ser, NOSOTROS MÁS QUE NADIE SABEMOS A DÓNDE CONDUCE LA ARROGANCIA Y LA SOBERBIA. Los del club del helicóptero están siempre preparados para abrirle la puerta de salida al presidente de turno. El desafío entonces es doble, requiere de una enorme grandeza de quien conduce el barco, llámese Milei, como de quien quiere colaborar a llegar a buen puerto.

¿Es coherente entonces que el presidente elija a la mejor ministra del gobierno de Mauricio para ir a su gabinete al mismo lugar en el que ya supo lucirse? Por supuesto que sí, y eso no debiera generar malestar alguno y en nadie, menos en quienes decimos defender una idea de país.

Por otra parte, entiendo también que existan a contrapuntos con algunas acciones o formas del gobierno de Milei, y que desde la buena leche tratemos de colaborar con una crítica constructiva, porque en definitiva no somos lo mismo, somos parecidos pero no lo mismo, por eso fuimos en listas separadas en las elecciones. Pero esa crítica, además de ser con altura, debe estar basada y fundada en la coherencia. ¿Es coherente pedir que se restituya el porcentaje de coparticipación qué le corresponde a la ciudad de Buenos Aires y que tiene además fallo positivo de la corte suprema? Por supuesto que sí. ¿Es coherente hacer esa crítica desde una fundación cuya cúpula directiva en el balotaje apoyó abiertamente a Massa? Definitivamente no.

Soy y seré del PRO mientras sus ideas no se tergiversen. Porque en definitiva ser de un partido político no es ser hincha de un club de fútbol donde por supuesto uno se deja llevar por la pasión. Ser parte de un espacio político nos obliga a actuar con la razón.

Celebro y acompaño que nuestro líder quiera presidir el partido y por ende las ideas, pero siempre respetando lo que hemos pregonado, el valor de la palabra. Por eso no me gustó en absoluto que no se respete lo acordado y que desplacen a Patricia de la presidencia de la asamblea, por más mal rodeada y asesorada qué esté. Patricia fue la cara visible de nuestro espacio los últimos 4 años y encabezó la lucha contra el avasallamiento K en cada rincón del país, no merece semejante destrato.

El kirchnerismo perdió las elecciones, pero aún está. Está en el Senado, está en diputados, está en la provincia más grande del país, está en la Justicia. Está agazapado esperando que volvamos a equivocarnos.

Nosotros tenemos algo que el presidente Milei aún no tiene, y es la experiencia de verlos volver a causa de errores propios. La Argentina nos pone de nuevo el desafío de estar a la altura de la historia, porque estamos en ese punto de inflexión en el que salimos definitivamente de la debacle o nos sumergimos en ella para siempre.

Estar a la altura requiere grandeza, por supuesto en primer lugar de quien gobierna, pero también de quienes queremos que a Milei le vaya bien para que en definitiva nuestras ideas triunfen. Porque eso es en definitiva lo que debería importar, qué ganen nuestras ideas más allá de si las enarbola el PRO o no.

Apelo a la grandeza de los 3 grandes líderes qué tuvo la política no Kirchnerista del siglo 21 como lo son Mauricio, Patricia y Milei, para que las ideas le ganen a la soberbia y podamos definitivamente encontrar el rumbo que saque a la Argentina de la pobreza, la desidia y el abandono al cual nos ha llevado el Kirchnerismo.

Redacción

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