Sam Altman, director de la empresa creadora del viral programa de inteligencia artificial (IA), ChatGPT, pidió ante el Senado norteamericano que establezca normas de licencia para mitigar los riesgos que los modelos “cada vez más potentes” de IA pueden infringir en las personas. Si dicha tecnología fallara, afirmó, “podría llegar a ser bastante problemática”.
OpenAI es una compañía de investigación de inteligencia artificial que el propio Altman creó junto a Elon Musk en 2015. A fines del año pasado, lanzaron ChatGTP, un programa informático que funciona por IA y que revolucionó el mundo: en dos meses alcanzó los 100 millones de usuarios. Grandes compañías como Google y Microsoft ya lo han incorporado en sus aplicaciones.
En la apertura de la sesión del martes, el presidente del subgrupo de asuntos tecnológicos del Comité Judicial del Senado, Richard Blumenthal, pronunció un particular discurso. “Si estuvieras escuchando desde casa, podrías haber pensado que esta voz era mía, y las palabras, mías; pero no es así”, dijo. Resulta que la prédica constaba de un chat elaborado por ChatGTP y leído por un software entrenado con su voz real. “Las tecnologías de IA ya no son fantasías de ciencia ficción”, reflexionó.
En este marco, Josh Hawley, senador republicano por Misuri, planteó la siguiente pregunta, que no recibió ninguna respuesta concreta y fundada: “¿Lograremos un equilibrio entre la innovación tecnológica y nuestra responsabilidad ética y moral?”.
Altman también se refirió a los beneficios de la IA y dijo que cree posible trabajar para gestionar sus desventajas y disfrutar de las “tremendas ventajas” que ofrece. Sustentó su confianza citando como ejemplo el caso de una persona disléxica, que es capaz de redactar correos gramaticalmente correctos gracias a la inteligencia artificial.
Existe en el Senado un proyecto de ley bipartidista que buscará garantizar el uso responsable y transparente de la IA. Según Chuck Schumer, líder de la mayoría en el Senado, se trata de un trabajo en curso que “mantendrá el liderazgo estadounidense en innovación”. Para Altman el riesgo no pasa por la pérdida de tal predominio, sino que, como consideró sinceramente frente al Senado, su mayor miedo es “causar un daño significativo al mundo”.