30 julio, 2025

El científico argentino que colabora con uno de los ganadores del Nobel destaca grandes avances en biología molecular

Pablo Wappner conoce desde sus comienzos al británico Peter Ratcliffe y publicaron juntos varias investigaciones.
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Pablo Wappner conoce desde sus comienzos al británico Peter Ratcliffe y publicaron juntos varias investigaciones.

La identificación de los mecanismos celulares de adaptación a la falta de oxígeno presentes en todos los animales que le valió hoy el Nobel de Medicina a dos científicos estadounidenses y un británico es un avance “muy importante”, porque “bloqueando o estimulando” estas estrategias “se puede prevenir o tratar distintas enfermedades”, según el especialista en biología molecular Pablo Wappner, quien desde hace 20 años coopera con el inglés.

Wappner, jefe del Laboratorio de Genética y Fisiología Molecular de la Fundación Instituto Leloir (FIL) explicó que lo que William Kaelin (EEUU), Peter Ratcliffe (Reino Unido) y Gregg Semenza (EEUU) “lograron desentrañar” a partir de investigaciones iniciadas “en la década del 80 son los mecanismos que tienen las células de todos los animales, desde el gusanito más primitivo hasta humano, para adaptarse a la hipoxia”.

“Y esto tiene implicancias en diversas enfermedades humanas, incluyendo cáncer, infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares y muchas más”, agregó este especialista que en junio pasado compartió un asado en su casa con Ratcliffe en Buenos Aires y al que ya le envió un mail de felicitación.

“El concepto básico es que en estas enfermedades de una u otra forma las células que forman los tejidos afectados se encuentran en situación de bajo oxígeno por defectos en la irrigación sanguínea, ante la cual se desencadenan mecanismos que les permiten adaptarse”, dijo.

Y así como emplean este mecanismo para sobrevivir las células de los tejidos y órganos sanos, también lo hacen las células tumorales, explicó.

“En el caso del cáncer, las células de la parte más interna de los tumores están en situación de hipoxia: estas células también se adaptan a la baja de oxígeno y el tumor sigue creciendo por el mismo mecanismo que en este caso resulta ser una estrategia maldita”, contó.

En estos casos, “lo que los científicos y las empresas farmacológicas buscan es anular estos mecanismo como forma de combatir el cáncer”. No obstante, la adaptación a la hipoxia celular también suele ser beneficiosa para el organismo

“En el caso de infarto, llega poca sangre al corazón y el miocardio intenta defenderse de la hipoxia adaptándose a través de los mecanismos que descubrieron” los científicos premiados, continuó.

En estos casos, “a los investigadores les interesa lo contrario”, es decir, “ayudar a que esta adaptación a hipoxia sea más eficiente para que el infarto no ocurra o sus efectos sean menos graves”.

“Para un lado o para el otro, lo que uno intenta es manejar estos mecanismos de adaptación a la hipoxia con propósitos terapéuticos, ya sea bloqueándola como estrategia para enfrentar el cáncer o estimulándola como estrategia para mitigar el efecto de un infarto o de un accidente cerebro vascular”, dijo.

Wappner contó que otras aplicaciones posibles son el tratamiento de las “retinopatías diabéticas” que son causa de ceguera, o el denominado “pie diabético”, causa de muchas amputaciones de miembros inferiores.

Este doctor en Ciencias Químicas que tuvo “la suerte de estar colaborando” con Ratcliffe “desde hace 20 años”, durante los cuales “hemos publicado trabajos juntos y compartido subsidios de investigación”. “Lo conocí en el 1996 y desde entonces somos muy amigos”, dijo.

Peter Ratcliffe

En junio pasado, el británico Ratcliffe visitó el Laboratorio de Genética y Fisiología Molecular de la Fundación Instituto Leloir.

Por eso, para Wappner “fue una felicidad enorme” recibir la noticia de este premio, a tal punto que “lo festejamos en el laboratorio”.

“De alguna manera lo esperábamos, porque el Nobel en general es precedido por otros premios y a ello se se los habían otorgado hace 5 o 6 años: se lo veía venir pero el tiempo pasaba y ya empezábamos a pensar que nunca iba a llegar”, dijo.

Redacción

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Luis Brandoni fue distinguido como Personalidad Emérita de la Cultura Nacional y donó el premio a La Casa del Teatro

El actor Luis Brandoni, de 85 años, fue homenajeado en la tarde del lunes en la cúpula del Palacio Libertad y recibió el reconocimiento de la Secretaría de Cultura como “Personalidad Emérita de la Cultura Nacional”. En ese marco, decidió donar el premio monetario de 1 millón de pesos a La Casa del Teatro.

“He decidido que el premio que se me está otorgando en este momento darle un destino distinto a quedármelo”, destacó Brandoni durante la ceremonia. El actor explicó su decisión en el mismo acto junto a la presidente de La Casa del Teatro, Linda Peretz.

Peretz agradeció el gesto y remarcó el impacto para los residentes de la institución. “Muchas gracias, siempre involucrándote para que los compañeros, sus pares, estén contentos, tranquilos, sanos, en una posición digna de que en esta vida la gente que vive en la Casa del Teatro son compañeros de verdad, compañeros míos, que no tuvieron la suerte de tener un pasar o una vejez digna y entonces viven en la Casa del Teatro. Yo agradezco muchísimo que un compañero como Brandoni se involucre de esta manera”.

Redacción

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La Biblioteca de Alejandría y el Smartphone

*Por Rogelio López Guillemain

La Biblioteca de Alejandría fue construida en el siglo III A.C. por Ptolomeo I, quien fue el fundador de la dinastía ptolemaica de Egipto. ¿Y por qué este monarca tenía tanto interés en el saber?  La respuesta se encuentra en su pasado.

Ptolomeo fue uno de los generales de mayor confianza de Alejandro Magno, quien tenía una gran devoción por la cultura y el saber. Estos intereses del macedonio se evidencian cuando repasamos su biografía y observamos que mantuvo siempre una actitud abierta y respetuosa de los usos y costumbres de los pueblos conquistados, incluso cuando esta disposición provocara resistencia entre su estado mayor, y por las remesas de animales y plantas exóticas que le enviaba a su maestro de la juventud, nada más y nada menos que el mismísimo Aristóteles.

La intención de Ptolomeo era la de reunir todo el saber del mundo en un solo lugar. Para ello retenía todo escrito que llegaba al puerto, lo traducía al griego y luego se lo devolvía a su dueño. 

Un detalle interesante acerca de este emprendimiento es que se financiaba, al menos en parte, con la venta de copias de los libros (papiros). En aquella época, el tener una biblioteca era un signo de estatus social muy importante, cuanto más grande fuese ésta, mayor nivel aristocrático de su dueño, por lo que la venta de libros resultaba ser un negocio muy rentable.

– “Alejandro Magno en el Templo de Jerusalén” / Sebastiano Conca

Grandes sabios de la antigüedad se nutrieron del saber en la biblioteca de Alejandría y sus logros influyeron en cientos de científicos a través de los siglos.  Algunos de ellos fueron:

  • Euclides – Matemático, considerado el “padre de la geometría”
  • Eratóstenes – Aseguró que la Tierra era redonda y calculó con bastante precisión su tamaño.  Fue bibliotecario en jefe.
  • Aristarco de Samos – Propuso la teoría heliocéntrica, o sea, aseguraba que la Tierra giraba alrededor del Sol.
  • Apolonio de Rodas – Poeta y estudioso, autor de Las Argonáuticas.

Es interesante saber que la biblioteca no era una institución única y aislada, era el epicentro de algo más grande; la biblioteca era el corazón del Museion, palabra de la que deriva museo y que significa “lugar consagrado a las musas”.

– “Apolo y las musas” / Nicolas Poussin

Las musas eran 9 divinidades que fueron engendradas en 9 encuentros amorosos consecutivos protagonizados por Zeus y su hermana Mnemósine, representaciones del poder y la memoria respectivamente. Las musas eran quienes inspiraban las artes, las ciencias y la memoria.  Estas eran: 

  • Alíope – poesía épica.
  • Clío – historia.
  • Erato – poesía lírica y amorosa.
  • Euterpe – música y poesía lírica.
  • Melpómene – tragedia.
  • Polimnia – himnos y poesía sagrada.
  • Talia – comedia y poesía pastoral.
  • Terpsícore – danza y coro.
  • Urania – astronomía.

Como podemos ver, el proyecto de Ptolomeo era mucho más ambicioso que la simple acumulación de los saberes del mundo. El faraón pretendía aglutinar en su ciudad toda la cultura del orbe.

La relación entre la biblioteca de Alejandría con esta suerte de nueva biblioteca portátil llamada Smartphone, resulta ser más que evidente. Sin embargo, me gustaría puntualizar un par de cosas en esta correlación.

Primero el alcance del contenido. La biblioteca de Alejandría era de uso exclusivo para un grupo selecto de individuos, el resto de las personas podían concurrir a las llamadas “bibliotecas hijas”, una suerte de sucursales que existían fuera del Museiom y que por supuesto tenían mucho menos material que la biblioteca central. 

Otro punto fundamental que debemos considerar con respecto a estas bibliotecas secundarias es el hecho de que muy pocas personas sabían leer, ¡y menos aún en griego! Que estuviesen abiertas al público analfabeto era inútil. Por lo que podemos inferir que la “democratización” actual del saber no se debe al libre acceso a la información, sino al proceso educativo masivo de la población.

Pero no todo lo actual es color de rosa. En aquel entonces, las personas concurrían a la biblioteca en procura de sabiduría. Había en general cierto purismo en la búsqueda del desarrollo personal, tanto material como espiritual. En cambio, hoy el Smartphone nos abre las puertas tanto del cielo como del infierno. 

En su pantalla tenemos acceso a tanto material que no nos alcanzarían 100 vidas para recorrerlo, y gran parte es gratuito. Podemos disfrutar del arte o aprender prácticamente cualquier cosa de cualquier tema; o por el contrario, podemos perder el tiempo en idioteces o peor aún, alimentar nuestros más bajos impulsos.

Con respecto a esto último surge esta pregunta que se repite incesantemente: ¿Debemos regular el contenido de las redes o restringir el uso de los celulares en las aulas? 

Definitivamente no. Estas medidas no solo resultan ineficientes, sino que incluso son contraproducentes: nada resulta más tentador que lo prohibido.

La clave no está en la oferta sino en la demanda. La solución la alcanzaremos cuando todos y cada uno de nosotros nos comportemos como individuos virtuosos y simplemente no consumamos lo que no hay que consumir, cuando invirtamos nuestro tiempo y no lo desperdiciemos. 

Soy consciente de que esto es muy difícil, la dopamina que libera el consumo de las redes es muy adictiva, tan adictiva como el consumo de drogas, tabaco o alcohol.

¿Suena fantasioso esperar que las personas se comporten como adultas y sean responsables de su propio futuro y de su propia salud mental? Quizás lo sea, pero no resulta más fantasioso que el imaginar que las prohibiciones han de funcionar cuando nunca, en ningún tiempo o lugar de la historia de la humanidad lo hicieron.

Redacción

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