Disney, atravesada por una crisis de reputación, decidió tomar caminos separados respecto a las políticas de diversidad e inclusión que mantenía desde 2020. “Nuestra misión principal será entretener y vender entradas. No nos guiaremos por ninguna agenda”, afirmó el directivo a días de la toma de posesión de Donald Trump. La decisión fue acompañada con la eliminación de una trama sobre un atleta trans en la serie animada Ganar o perder, bajo el argumento de que muchos padres prefieren abordar estos temas con sus hijos según sus propios valores.
Fracasos comerciales como La Sirenita, The Marvels y She-Hulk, entre otras producciones que apostaron a temáticas de género, identidad y diversidad racial, derivaron en un desplome del 25 % en el valor bursátil de Disney durante los últimos cinco años. Esta situación llevó a los directivos de la compañía a replantear su estrategia de contenido, relegando el activismo a un lugar secundario en sus prioridades. “Buscamos reconectar con una audiencia más amplia”, señaló el CEO, Robert Iger.
No solo los fracasos de taquilla o audiencia explican la situación de la compañía. Iger acordó con Donald Trump el pago de un millón de dólares, además de una donación de otros 15 millones para la futura biblioteca presidencial del exmandatario, tras una demanda presentada contra ABC News. La demanda surgió por declaraciones del presentador George Stephanopoulos, quien aseguró que Trump había sido “responsable de violación” de la escritora E. Jean Carroll, contradiciendo el fallo de un jurado de Nueva York que lo declaró culpable de “abuso sexual”.
El giro en la estrategia de Disney también responde a cuestiones políticas, como las críticas del gobernador de Florida, Ron DeSantis, hacia el anterior CEO de la compañía, Bob Chapek, por su oposición a una ley estatal que prohíbe discutir temas de identidad sexual en las aulas. DeSantis llegó a centrar parte de su campaña en ataques contra la empresa, una postura inusual para un candidato republicano, según destacaron fuentes del diario.
La compañía decidió alinearse con el movimiento woke tras las protestas desencadenadas por el homicidio de George Floyd el 25 de mayo de 2020 en Minneapolis, Estados Unidos. En ese contexto, los ejecutivos de entonces buscaron reforzar su compromiso con la diversidad y la inclusión, apostando a generar un cambio real mediante medidas como la censura y la cancelación. Los primeros intentos de reflejar estos valores se vieron en películas como Lightyear y Strange World, que incluyeron personajes LGBTQ+. Además, introdujeron cambios en tradiciones de parques como Magic Kingdom, donde el clásico saludo de “damas y caballeros, niños y niñas” fue reemplazado por una fórmula más neutral: “soñadores de todas las edades”.
Más allá de este cambio de enfoque, desde el seno de la compañía se asegura que no se abandonarán los valores de representación cultural y social. Por su parte, Iger remarcó que las historias deben conectar con un público diverso: “El público es muy variado, y debemos ser cuidadosos para no dividir a nuestra audiencia”, explicó. Disney busca volver a ser el líder del entretenimiento global con un enfoque fuera de polémicas que buscará unir a los espectadores.
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