Sin embargo, tras el pago de $ 72.774 millones de servicios de la deuda, el rojo financiero escaló a $ 64.247 millones, informó el Gobierno.
Según fuentes oficiales, el superávit primario de octubre fue “mejor al esperado” y “mostró que en el mes de las elecciones, no hubo un desborde del gasto”. Mientras que los ingresos totales crecieron 44,3%, los gastos primarios treparon 31,9%, brecha (12 puntos) que se viene sosteniendo durante todo el año. En cuanto a las erogaciones, las prestaciones sociales crecieron 48,4%, en tanto que el resto subió apenas 12%, debido a una caída del 19,4% en los gastos de capital y un crecimiento del 19,9% de otros gastos corrientes.
En cuanto a los recursos, la recaudación por derechos de exportación fue lo que impulsó su crecimiento, con un alza del 162,6%. También tuvo buena performance el impuesto al cheque, con un aumento del 57,9%. Los ingresos por IVA apenas subieron 31,3%, en tanto que los de Ganancias cayeron 2,8%.
Los datos acumulados enero-octubre muestran un crecimiento de los ingresos del 49,7% ($ 3.179,5 millones) y un alza de los gastos primarios del 37,2% ($ 3.148,1 millones). De esta manera, el superávit fiscal primario fue de $ 31.419 millones, que representa el 0,1% del producto. Con intereses que ascendieron a $1.757 millones (2,5% del PBI), el resultado financiero fue deficitario en $ 520.338 millones, que representa el 2,4% del producto.
El Gobierno cerrará el año prácticamente con equilibrio fiscal primario, pero como es usual quedarán gastos devengados sin pagar. Es lo que se conoce como “deuda flotante”.
A septiembre, este pasivo ascendía a $ 76.720 millones, que equivale al 0,4% del PBI. “La deuda flotante va a ser la mitad que la que encontramos en 2015”, dicen en el Gobierno, además de remarcar que entre la deuda registrada y la sin registrar, el monto alcanzaba el
1,7% del producto. La expectativa es que para diciembre, esta deuda represente entre el 0,5% y el 0,6% del PBI, agregaron las fuentes.