El Ejército israelí confirmó en la madrugada del día de ayer que dos de los cuatro cuerpos entregados por Hamas correspondían a los hermanos Ariel (4 años) y Kfir Bibas (10 meses), pero reveló que el tercer féretro –supuestamente con los restos de su madre Shiri Bibas– contenía “un cuerpo anónimo no identificado”, casi sin poseer características humanas.
Tras el análisis exhaustivo que tomó 18 horas, llevado a cabo por el Instituto Nacional de Medicina Forense en colaboración con la Policía, se logró conocer con certeza que los dos menores fueron “brutalmente asesinados” en noviembre del 2023.
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El cadáver atribuido a la madre de los infantes, mostró discrepancias biométricas a simple vista, siendo de una estatura 12 cm menor, con una estructura ósea incompatible con rezagos de partos y ausencia de cicatriz de apendicectomía documentada en su historial médico.
“Se trata de una violación extrema por parte de la organización terrorista Hamas a la que el acuerdo exige devolver a cuatro rehenes muertos. Exigimos que Hamas devuelva a Shiri a casa junto con todos nuestros rehenes”, denunciaron fuentes del Ejército de Israel.
La tragedia de los Bibas se remonta al 7 de octubre de 2023, cuando militantes de la organización terrorista por el Movimiento de Resistencia Islámico, irrumpieron en la comunidad agrícola de Nir Oz, cerca de la Franja de Gaza. Shiri Silberman-Bibas (32) de ascendencia argentina y peruana, su esposo Yarden (34) y sus dos hijos fueron secuestrados en lo que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) calificaron como “uno de los casos más emblemáticos por la edad de las víctimas”, volviéndose símbolo internacional de la crisis de rehenes.
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Yarden Bibas pudo ser liberado a principios de febrero del corriente año, tras 16 meses de cautiverio, en un acuerdo mediado por Qatar y Egipto. Sin embargo, el destino de Shiri y los niños permaneció en la incertidumbre hasta esta semana.
El cuarto difunto que se conoce haber sido cedido, corresponde al periodista y activista por la paz, Oded Lifshitz (83 años), quien se dedicaba a dar ayuda humanitaria, trasladando pacientes oncológicos palestinos, coordinando con autoridades sanitarias de ambos lados de la frontera entre Israel y Palestina, fue confirmado por su familia mediante identificación visual y pruebas de huellas dactilares.
“Hamas no es movimiento de resistencia, es un culto a la muerte que asesina, tortura y exhibe cadáveres”, declaró en conferencia de prensa el vocero del gobierno israelí, David Mencer.
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Esto en referencia a como los difuntos fueron entregados en un descampado de Khan Younis, dispuestos en cuatro ataúdes negros sobre un escenario flanqueado por milicianos encapuchados. Detrás, un cartel de 8×4 metros que mostraba al primer ministro Benjamin Netanyahu caricaturizado como vampiro, con la leyenda: “Criminal de guerra asesina con misiles sionistas”.
Los oradores armados de Hamas describieron a los fallecidos como “mártires caídos bajo bombas sionistas”, pese a que las FDI aseguran tener “evidencia de ejecución sumaria”.
Este mismo acto fue condenado por Volker Turk, Alto Comisionado de la ONU para los DDHH, como “trato cruel e inhumano que viola el Artículo 130 de la Convención de Ginebra” y la Cruz Roja Internacional, presente en la entrega, emitió un comunicado señalando que “el uso de restos humanos como herramienta política de terror compromete los principios de neutralidad humanitaria”.
En Argentina, la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) exigieron la “inmediata y urgente liberación de todas las personas que continúan secuestradas”, apoyando al Foro de Familias de Rehenes, que convocan a manifestaciones masivas en Tel Aviv bajo la consigna de que “vivos o muertos, merecen verdad”.
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